Naciones productoras deben asumir su responsabilidad, expuso el Presidente El tráfico de drogas, la amenaza más grave y destructiva para los países
Elena Gallegos, enviada, Cochabamba, Bolivia, 4 de septiembre El gobierno de México presentó aquí, ``con carácter de urgente'', una propuesta a los países del Grupo de Río para iniciar el desarme en América Latina, ya que el armamentismo y el incremento de los gastos militares son ``factor de desestabilización'' en la región; inhiben el desarrollo; ``intensifican'' la represión tanto en regímenes militares como civiles, y representan un aumento en las deudas de las naciones.
En la tercera y última sesión de trabajo de la cumbre del Grupo de Río aquí, y a través de un memorándum que se entregó a todas las delegaciones participantes, México propuso también que se abran consultas para elaborar y suscribir un tratado (convención) que prevenga, detecte y sancione el tráfico ilícito de armas por su vinculación con el narcotráfico y el terrorismo.
``No parece ser demasiado tarde para evitar una carrera armamentista en América Latina y El Caribe --argumenta México--, a pesar que algunos países proveedores de armas han intensificado sus ventas en el área y hay aún ciertos conflictos que pudieran degenerar en enfrentamientos bélicos''.
En seguida ofrece cifras para dar su dimensión al problema: el año pasado el comercio mundial de armas convencionales alcanzó la cifra de 22 mil 800 millones de dólares y los gastos mundiales por concepto de investigación y desarrollo para armamentos se acercaron a los 60 mil millones de dólares.
En esta última sesión de trabajos, los jefes de Estado participantes se abocaron a analizar el problema del narcotráfico y los fenómenos que conlleva. A México los asuntos del desarme y el ataque al tráfico ilícito de armas le interesan especialmente. Así lo dijo el presidente Ernesto Zedillo a su llegada a esta ciudad, y por eso un grupo de expertos de la cancillería, encabezados por el subsecretario Sergio González Gálvez, prepararon la propuesta.
Tratar este, el tema del armamentismo, resulta especialmente ``espinoso'', puesto que en la región se ubican importantes productores de armas, como Brasil, además que algunas naciones sudamericanas destinan importantes recursos a la adquisición de sofisticado armamento.
La propuesta de México hace especial énfasis en aclarar que se buscaría lograr el control de las armas convencionales ofensivas, sin descuidar los intereses legítimos de defensa de cada país.
El memorándum difundido aquí sostiene que el creciente armamentismo en el área interfiere en el propio desarrollo de los pueblos, al utilizar un porcentaje sustancial de su producto interno bruto (PIB) en la compra de equipo bélico cada vez más sofisticado, en lugar de destinar esos recursos para el desarrollo económico y social.
Además, al robustecerse la capacidad bélica, se agudiza el potencial de conflicto en los países en desarrollo y se provocan efectos de carácter político que se reflejan en una inclinación por recurrir al uso de la fuerza para resolver los conflictos externos.
En el memorándum, denominado El armamentismo como factor desestabilizador en América Latina, se aclara que la propuesta comprende ideas preliminares que pueden irse afinando, y se precisa que el gobierno de México ha mantenido una preocupación constante por evaluar, con periodicidad, la evolución del fenómeno en la región y proponer medidas para su control.
Más adelante, el documento insiste en que la expansión del gasto militar tiende, inevitablemente, a sostener la estructura y los mecanismos del subdesarrollo, y aun obstaculiza e impide todo intento de avance.
En cuanto a los efectos que la expansión de los gastos militares tienen en países con atrasos económicos y desequilibrios sociales, enumera que éstos pueden ir desde una considerable disminución en la capacidad de importación de bienes destinados a satisfacer las necesidades de los sectores mayoritarios, hasta la inducción a adoptar patrones de industrialización poco acordes con los requerimientos y expectativas del sector civil de la economía.
También se prolonga la dependencia tecnológica de los sectores industriales más modernos; hay una sangría de mano de obra calificada de los sectores militares a los civiles, y se suman las presiones inflacionarias ya existentes, debido a que el incremento de los gastos militares no significa un aumento en la oferta real de bienes y servicios destinados a la población.
En seguida, el documento enumera las propuestas que desde que finalizó la primera Guerra Mundial se han hecho para reducir y controlar las armas convencionales, y señala que hoy en América Latina hay un clima propicio para hacerlo, ya que se observa una generalización y consolidación de los procesos democráticos, así como un incremento de la cohesión y la solidaridad entre las naciones del área.
Entre las propuestas específicas para limitar el armamentismo, detalla: categorizar las armas que no puedan ser introducidas o fabricadas, por considerarlas innecesarias para la defensa de los países de la región, o por constituir un elemento de desestabilización.
Lograr que los países de fuera de la zona que venden armamentos, acepten que respetarán los acuerdos adoptados; establecer límites máximos de armamento para los ejércitos de la región o congelarlos en los niveles existentes; declarar zonas total o parcialmente desmilitarizadas. Todo esto, tomando en consideración las necesidades de seguridad de los gobiernos de los países de la región