Llama México al desarme en Latinoamérica
Elena Gallegos, enviada, Cochabamba, Bolivia, 4 de septiembre El presidente Ernesto Zedillo convocó hoy a los gobiernos latinoamericanos a hacer un ``enérgico llamado'' a los grandes países productores de armas para que controlen sus ventas, puesto que está proliferando el tráfico ilegal y, con ello, se ``abastece a los grupos terroristas que pretenden cerrar el paso a la democracia y entronizar el dogmatismo y la intolerancia''.
Por otra parte, insistió en que el narcotráfico es la amenaza más grave, violenta, destructiva y corruptora que enfrenta la seguridad nacional de los países, por lo que la comunidad internacional tiene que combatirlo con todos los recursos. Incluso, de ser necesario, deben restructurarse los órganos y mecanismos de la ONU destinados a colaborar en la lucha contra este mal.
En la última sesión de trabajo del Grupo de Río, el Presidente de México insistió en que están multiplicándose los mercados negros de armas y, gracias a ello, se pertrecha el narcotráfico, el cual destruye e impone su código de muerte y corrupción; lo mismo hace el crimen organizado que secuestra, comete asaltos violentos y vulnera la seguridad pública.
Mientras eso sucede, y en una abierta crítica a los grandes productores de armamento, Zedillo calificó de ``inconsistente'' e ``inaceptable'' la posición de quienes sostienen que el tráfico de drogas es estimulado por la oferta, pero a la vez argumentan que el tráfico de armas está estimulado por la demanda.
Pidió a los presidentes, reunidos en el Centro de Convenciones de esta ciudad, emprender una acción firme, clara y unificada contra la venta indiscriminada de armas, ya que --dijo-- ante una intensa y extensa oferta de armamento cada vez más sofisticado, y de creciente amenaza a la población civil, es preciso examinar vías de acuerdo para establecer controles efectivos a su tráfico ilegal.
Dijo que ese tráfico se extiende en varias naciones latinoamericanas, amenazando seriamente el estado de derecho, la paz social e incluso las actividades productivas. Además, atenta contra el crecimiento económico, la infraestructura para el desarrollo y los servicios básicos que requiere la población.
Ernesto Zedillo continuó: ``Atenta contra la consolidación de la democracia y el despliegue de la participación libre y abierta de la ciudadanía; atenta contra individuos y familias inocentes, contra comunidades laboriosas y empresas que son fuente de empleo.
Fue cuando dijo que debe hacerse un enérgico llamado para que los grandes productores asuman su responsabilidad en el control de sus ventas, y comentó, a los once presidentes que lo escuchaban, su deseo de invitar a todas las naciones de América Latina y El Caribe a sumarse a esta acción, a fin de avanzar con decisión y rapidez en el establecimiento de controles efectivos.
Minutos antes de la intervención de Zedillo, México había puesto ya a consideración de los jefes de Estado un documento, pero éste para detener la carrera armamentista en la región. Se acordó mantener ambos temas en la agenda del Grupo de Río.
En cuanto al narcotráfico, el mandatario mexicano señaló que ese grave fenómeno amenaza no sólo la seguridad nacional, sino también la salud e integridad de las sociedades y la tranquilidad pública de ciudades y poblados.
Más adelante, Zedillo enumeró las acciones que efectúa México para combatir el narcotráfico y reforzar sus medidas contra el lavado de dinero, e insistió en la necesidad de que este tema sea abordado ``al más alto nivel'' en la ONU.
Calificó de ``esperanzador'' el acuerdo de la Comisión de Estupefacientes de ese órgano multilateral, para que la Asamblea General efectúe un periodo de sesiones dedicado al problema de las drogas, el año próximo.
La máxima instancia de la ONU --convino-- debe analizar dos aspectos centrales del problema: la demanda de drogas como un factor fundamental del narcotráfico y el establecimiento, bajo un enfoque integral y equilibrado, de alternativas de desarrollo para las zonas productoras de drogas.
Finalmente, Ernesto Zedillo reiteró la urgencia de que la comunidad internacional, en su conjunto, combata al narcotráfico con todos los recursos, la capacidad y los mecanismos de cooperación a su alcance