El rumbo del país no deja ya lugar a dudas: el gobierno ha elegido la vía de la intransigencia.
1. Ernesto Zedillo no cumplió el 1 de septiembre con el mandato del artículo 69 constitucional de informar sobre el estado que guarda la administración del país y se dedicó a tranquilizar a Carlos Salinas y a los inversionistas extranjeros, pero no logró esconder tras la retórica los rasgos de la política real del gobierno, y entre éstos uno: el de la intransigencia. Freud entendió que para comprender un discurso había que interpretar lo que subyace a las palabras, lo que se expresa por abajo del texto real, y el subtexto del discurso de Zedillo es preocupante, por su tono amenazador y apodíctico, y porque deja claro que este gobierno no aceptará una transición ni un cambio de política a menos que la fuerza de la sociedad lo obligue a ello.
2. Los dirigentes de partidos y los analistas que han insistido a lo largo de estos meses en que es posible ``convencer'' a Zedillo de una democratización real y de un cambio de políticas, tendrán que aceptar tras este segundo Informe que el gobierno encabezado en apariencia por él seguirá siendo inamovible, y que sólo buscará maquillar al ``sistema'' para aplicar con diligencia los programas del FMI. Y todo ello por una razón evidente: no es Zedillo el que manda, ni en la política ni en la economía.
3. Las palabras traicionan y el propio Zedillo no hizo sino echarse de cabeza al pretender moralizar, pues indicó que los mexicanos ``no aceptamos'' a ``grupos que utilizan el terrorismo para asesinar, destruir y aterrorizar'', y eso es precisamente lo que a lo largo de los últimos años ha hecho un grupo: el de Carlos Salinas de Gortari. Zedillo afirmó que el poder político se disputa ``con las reglas de la democracia'' y no por ``el terrorismo'', pero se olvidó que él llegó al poder no por la democracia sino por la imposición de un sistema antidemocrático y el terrorismo de un crimen de Estado en el cual él fue el principal beneficiario.
4. Los silencios son también reveladores, y Zedillo no sólo sigue sin explicar el origen de la crisis y las razones de su política antipopular, o por qué no negocia en serio con los zapatistas ni cumple con lo ya pactado, sino sobre todo el por qué de su encubrimiento al grupo de Salinas y por qué no se investiga el ``caso Colosio''.
5. El principal problema de México lo constituyen quienes se han apoderado del poder económico y político para beneficio propio y de unos cuantos, destruyendo al Estado y comprometiendo el futuro del país, y eso ya no se puede esconder. Los ambiciosos tecnócratas se asumieron como un grupo de interés (con la ambición de controlar el aparato de Estado por 24 años), pero en su afán de consolidar un poderío económico y político, terminaron siendo una organización criminal que delinquió sin límites y que sigue haciéndolo con la impunidad que se les garantiza desde Los Pinos por el hecho de que controlan el sistema financiero del país gracias a su vinculación con el narco.
6. La fuerza del Estado se halla en un régimen democrático, en la autoridad moral de los gobernantes que deriva del respeto a la Ley, y no en la dominación material que caracteriza a los sistemas autoritarios, como es el caso de México. El error más significativo de Zedillo fue precisamente cuando, al referirse a la inconformidad social, amenazó con actuar ``con toda la fuerza del Estado''; léase la fuerza material y represiva del Estado, la que ha sido desde sus inicios la lógica de su gobierno. No es de sorprender, por ello, que el EZLN haya leído correctamente esta amenaza, y que los voceros empresariales hayan aplaudido una vez más la vocación represiva del gobierno.
7. El gobierno actual no ha tenido, ante la inconformidad social, más lógica que la de reprimir el descontento. En vez de escuchar los reclamos populares y cambiar las actuales políticas económicas, con una absoluta sumisión al exterior y sin esconder su intolerancia, sigue militarizando al país y amedrentando a la población. Con tal de no salirse del libreto del FMI, Zedillo sólo gasta en los más sofisticados equipos militares, a pesar de la incongruencia que ello representa.
8. El gobierno de Guatemala, por ejemplo, a fin de suscribir la paz con los insurgentes, ofreció una inversión de 2 mil millones de dólares (Telesábado, 10 de agosto), pero en México Zedillo quiere que los zapatistas firmen manteniendo al ``sistema'' autoritario, con municipios y estados subordinados al gobierno central (y al proyecto neoliberal), sin hacer más gasto que el destinado a comprar a líderes sociales, armar a guardias blancas y modernizar al Ejército: y todo ello con base en textos retóricos, en los que ``las partes'' se ponen de acuerdo en conceptuosas declaraciones sobre ``la democracia''.
9. El lamentable Informe no es sorprendente, pero sí lo es la débil respuesta de partidos y organizaciones subordinadas ya a la lógica del ``sistema''. Ese es el secreto del éxito del proyecto actual, de ahí que tanto enfureciera a panistas y a priístas la protesta del ``Cerdito valiente''.
10. El gobierno se equivoca al interpretar la voz de la sociedad: el país está cambiando.