La Jornada 6 de septiembre de 1996

Acuerda la CGT lucha frontal contra Menem; alista el paro nacional

Stella Calloni, corresponsal, Buenos Aires, 5 de septiembre La Confederación General del Trabajo (CGT), decidió en una asamblea unitaria con disidentes luchar frontalmente contra el gobierno del presidente Carlos Menem, recuperar la verdadera esencia del peronismo y ratificar el nuevo paro nacional de 36 horas con movilización para el próximo 26 de septiembre, en una dura respuesta a un discurso del mandatario en el que la responsabilizó de la desocupación y se mostró amenazante con la oposición, a la que caracterizó como el ``enemigo que acecha''.

Mientras Menem endurecía su discurso hacia la oposición y sectores del periodismo, y culpaba del desempleo a los trabajadores, instando a la flexibilización laboral --en lo que se interpretó como ``yo o el caos''-- los sindicalistas lanzaron las más fuertes acusaciones que se hayan escuchado en los últimos años desde las filas partidarias contra el gobierno y el propio mandatario.

En Tucumán, al noroeste del país, se registraron serios incidentes de cara al traspaso de las cajas de previsión social al Estado nacional, y en esta capital, casi un centenar de choferes de transportes públicos fueron detenidos durante una marcha pacífica.

Las críticas vinieron incluso del principal ex colaborador del presidente, Domingo Cavallo, quien aseguró que su sucesor en la cartera e Economía, Roque Fernández, ``no sabe dónde está parado'', y advirtió que el paquetazo fiscal que envió al Congreso es ``muy peligroso'' para el país.

Menem convocó a un congreso partidario con una característica muy especial: sólo él podía hablar. En su discurso mostró un panorama de logros en Argentina citando cifras según las cuales este país estaría en su mejor momento en la historia. Comparó a la Multisectorial --que nuclea a toda la oposición y organismos sociales y sindicales que realizarán un próximo apagón de protesta el 12 de septiembre--con la Unión Democrática que en 1955 trabajó para la derrota de Juan Domingo Perón.

Dispuesto a tomar la iniciativa, el presidente mencionó a un ex gobernador de su provincia (La Rioja) en un párrafo que dejó muchas dudas, en el cual decía: ``van a tener trabajo para desalojarme a mí del campo de batalla'', porque puedo ``fatigar, aniquilar al adversario, obligándolo a recorrer distancias inconmensurables'', y ``después el enemigo... se queda solo, y se rinde con armas y bagajes a mi ejército invisible''.

En este punto, consideró al peronismo un ejército invisible e invencible. La imagen ideal del país que intentó trasmitir Menem contrastó con las posiciones de la Iglesia, de la oposición y sectores partidarios, que llaman casi desesperadamente a un cambio de rumbo.

Varios legisladores sindicales, otros como el antiguo peronista Oraldo Britos, así como el gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirschner, se negaron a ir a la asamblea justicialista a ``escuchar un monólogo''. Pero Menem, quien también mencionó a Maquiavelo, puso el dedo en la llaga cuando dijo que los trabajadores deben solidarizarse mediante la flexibilización laboral.

Ya afuera del recinto, varios gobernadores admitieron que el empleo no descendió, y que las provincias están atravesando una difícil situación.

Pero la reacción más fuerte se dio en la CGT. En abierta disidencia, algunos dirigentes recordaron que el menemismo tiene más puntos de coincidencia con la Unión Democrática que luchó contra Perón, que con la Multisectorial opositora de hoy día, ``que es la que plantea precisamente la justicia y la equidad social, un cambio en defensa del país'', y señalaron que ``Menem parece no medir el momento político que se está viviendo, y lo único que está logrando es espantar a las propias filas peronistas''.

Los más oficialistas llegaron a la cumbre sintiéndose ``usados y humillados'', y esto se reflejó en el debate, donde hubo fuertes coincidencias entre sectores antes enfrentados, e incluso autocríticas por haber acompañado al mandatario, dejando así que avanzara el plan que llevó al país a una encrucijada.

``El gobierno mandó llamar a su tropa para concretar un atropello inusitado contra nosotros ordenado desde la usinas económicas, que son las que dictan las políticas en nuestro país'', afirmó un dirigente cegetista, quien acusó al Ejecutivo de ``cobarde'' y de haber descargado todo el peso sobre los trabajadores, y llamó a la unidad nacional para impedir que ``Argentina sea convertida en un gran supermercado, donde todo se vende y todo se compra''.

Los sindicalistas mencionaron también el cierre indiscriminado de fábricas y la pobreza, y advirtieron que ``el cambio cualitativo del movimiento justicialista ``deja huérfanas a las estructuras partidarias que no contienen el reclamo genuino de los trabajadores''. West Ocampo, uno de los dirigentes otrora más cercanos al gobierno, señaló que ``no hay movimiento justicialista si no contiene al movimiento obrero''. Todos coincidieron en fustigar la política económica de apertura y el plegamiento a los organismos financieros; hubo incluso comparaciones con Brasil, donde, dijeron, ``se protege a las industrias nacionales''.

Pero también advirtieron que se intenta utilizar a Argentina para que sirva como modelo que se quiere imponer a otros países. ``Si aceptamos que sea el mercado, y no el Estado, el que distribuya la seguridad social, lo habremos perdido todo. Hay un límite que jamás los trabajadores argentinos vamos a aceptar: no vamos a aceptar un modelo sin solidaridad ni justicia social. Si no tenemos Estado, habremos perdido la esperanza de tener nación''.

Y las voces fueron más lejos aún, al mencionarse a un ``Estado cagón (cobarde) que nos dejó en manos de los que compraron a las empresas de nuestra patria. Jamás el general Perón nos hubiera entregado en manos de aquellos que nos quieren exprimir hasta la última gota de sangre''.

``Con las últimas decisiones del mandatario se rompe definitivamente el delgado hilo que unía a este proyecto con el peronismo y su doctrina''. La oposición en tanto, sigue logrando adhesiones para su protesta simbólica. ``El presidente Menem logró con su actitud unificar no sólo a las fuerzas opositoras, sino a los sectores sociales que ven cerradas todas las puertas al diálogo y no quieren ser gobernados por decreto. Estamos defendiendo a la democracia'', fue el mensaje de los hombres de la Unión Cívica Radical (UCR).

Pero tanto la UCR como el Frente País Solidario coinciden en hacer una ``oposición democrática, responsable y pacífica'', y en concentrar todos los esfuerzos hasta lograr que el gobierno escuche no sólo ``las críticas, sino diversas propuestas alternativas ante la crisis ''.

Por su parte, Rodolfo Terragno, de la UCR, dijo que el mandatario aparece como un presidente ``autosecuestrado, incapaz de leer los signos de la realidad. Es nuestra primera obligación impedir un mayor deterioro de la capacidad productiva, del tejido social y de la situación crítica por la que atraviesa el país sin que el gobierno se detenga a escuchar el clamor''.

Y añadió que pese a esto, ``no estamos mandando gente a Washington para conspirar contra el gobierno ni vamos a hacer terrorismo económico; estamos llamando a participar de la protesta pacífica siempre en democracia, sin romper con la estabilidad, porque creemos que, de no hacerlo, estaríamos descuidando la democracia y sus instituciones''.