El sepelio de Guillermina Rico vació el Centro Histórico
El sepelio de Guillermina Rico fue el principio de una sucesión en familia. Roberto Hidalgo, asesor de la Unión de Comerciantes de la Antigua Merced, que lidereaba La Jefa, reconoció que el control de las calles quedará en manos de Silvia Sánchez Rico.
``Guillermina Rico preparó a sus hijas durante los últimos tres años para continuar su lucha y si la Unión se mantiene como hasta ahora y funciona, para qué hacer elecciones, aseguró momentos después de que La Jefa fue sepultada.
El asesor reconoció que, ``sobre todo, Silvia es la más preparada para continuar'' con el control de las calles del Centro Histórico.
El poder de convocatoria de Guillermina Rico se refleja
en esta gráfica. Miles acudieron al sepelio de La Jefa
y esto permitió ver las calles del Centro Histórico que
controlaba sin puestos y transitables.
Foto: Omar Meneses
Ese mismo pensamiento pareció cruzar por la mente de los más de diez mil asistentes al entierro de la lider. A la salida del Panteón San José, en Iztacalco, dos grupos de toreros manifestaron su apoyo abierto a la Güerita, quien respondió con un ``la lucha de La Jefa no termina con su sepultura'', lo que provocó un apluso generalizado.
Hidalgo López, quien desde el techo de una cripta miró el sepelio y leyó la biografía de Guillermina, consideró que ``una elección se hará cuando sea necesario, pero ahora sus hijas están preparadas para continuar''.
Cuestionado sobre si los delegados de cada calle podrían arrebatar la dirigencia a los hijos de La Jefa, respondió: ``No. Ellos son empleados de confianza''.
Al sepelio asistió toda la familia, como Guillermina Rico llamaba a sus seguidores. Ataviada elegantemente con un vestido color azul rey con vivos en blanco y gris, sobre su pecho fueron colocadas dos imágenes religiosas, un delantal y un puñado de flores.
Luego de ser velada por miles de sus agremiados frente al número 16 de la calle de Roldán, a las 12:30 horas, párrocos del Centro Histórico y un religioso chiapaneco oficiaron una misa de cuerpo presente y aseguraron que ``se ha ido al cielo porque lo merecía''.
Para entonces la figura de Silvia Sánchez Rico, su hija, comenzaba a erigirse como la nueva jefa del mayor número de ambulantes del Centro Histórico.
El cortejo hacia el camposanto partió al filo de las 13:45 y el tránsito vehicular fue afectado en Corregidora, Circunvalación y Las Torres porque el cortejo partió a pie desde la calle Roldán hasta el cementerio.
Una larga valla se fue extendiendo por donde pasaba el féretro; de los comercios de La Merced salían compradores y comerciantes. Las prostitutas se erguían para ver el cortejo y se acercaban a la alambrada que divide las banquetas del asfalto en señal de respeto.
A su arribo al panteón, cohetones tronaron en el cielo y Guillermo, primer nieto de La Jefa, soló gritaba. ``¡Cántenle, cántenle, que quiero que se vaya contenta. No tiene por qué irse triste. Aquí estamos todos sus hijos!''
Al arribo del cuerpo, Memo acomodó su pants color vino y tomó aire para gritar a los presentes: ``Les gradezco a los que de corazón vinieron a ver a mi mamá y a los que no... también''. El ataúd de color gris ``soportó'' una lluvia de flores multicolor, lágrimas y gritos desesperados de sus hijos y seguidores.
Los miles de comerciantes apostados en todos los rincones del panteón aventaban flores, buscaban el mejor ángulo. Luego del entierro Silvia dio su primera orden: ``Mañana todos a las 7 de la noche en la iglesia de la Santísima para el rosario''. (Gustavo Castillo García)
Miriam Posada García El poder de convocatoria de
Guillermina Rico logró lo que durante años no habían podido conseguir
los inspectores de Vía Pública, ni el gobierno capitalino en su
conjunto: ``limpiar'' las calles de ambulantes, aunque fuera por un
día.
Las aceras que durante décadas fueron el centro de trabajo de Guille, y aún las que ``conquistó'' en fechas recientes, ayer se quedaron vacías sin necesidad de ``camioneteros'', granaderos o trifulcas. Pudo más la ``querencia'' que la ``fuerza bruta'', las mesas de trabajo y largas horas de negociaciones.
Ayer se pudo caminar con toda libertad, a buen paso, con mucho espacio sobre calles como avenida Juárez, Insurgentes, Balderas, Tacuba, 20 de Noviembre, Corregidora, Correo Mayor, Venustiano Carranza. Los accesos al Metro se veían amplios. Faltó el bullició y los problemas para entrar y salir.
Hasta allá llegaron toreros, mochileros, cajueleros, los de los puestos semifijos de fayuca, los que venden ropa, comida, frutas, pepitas, elotes asados y verduras.
Los inspectores de Vía Pública recorrieron en vano las calles del Centro. Ayer sus camionetas se fueron vacías y, tal vez, sus bolsillos.