Letra S, 5 de septiembre de 1996
Las minorías sexuales --lesbianas, gays, bisexuales y transexuales--
figuran hoy entre los grupos más despreciados. Se ha escrito mucho
acerca de las formas en que en numerosas sociedades la homofobia
señala a las minorías sexuales, desde las creencias negativas acerca
de estos grupos (mismos que pueden o no expresarse) hasta la
exclusión, conculcación de garantías legales y civiles, y, en ciertos
casos, los actos de violencia abierta. Cuando miembros de estos grupos
internalizan estas actitudes negativas, se produce un daño espiritual
y el crecimiento emocional se reprime.
La homofobia opera en cuatro niveles distintos pero interrelacionados: el personal, el interpersonal, el institucional y el cultural (también llamado colectivo o social).
Homofobia personal
Se refiere a un sistema personal de creencias (un prejuicio) según el cual las minorías sexuales inspiran compasión por su incapacidad de controlar sus deseos, o sencillamente odio por estar psicológicamente trastornadas, genéticamente defectuosas, o por tratarse de tristes inadaptados cuya existencia contradice las ``leyes'' de la naturaleza, o por ser espiritualmente inmorales, parias infectados, asquerosos, o para ponerlo amablemente, inferiores, por regla general, a los heterosexuales.
Homofobia interpersonal
Se manifiesta cuando una indisposición o prejuicio personal afecta las relaciones entre los individuos, transformando al prejuicio en su ingrediente activo, la discriminación. Algunos ejemplos de la homofobia interpersonal son los apodos o ``chistes'' cuyo propósito es insultar o difamar a personas o a grupos; la agresión física o verbal y otras formas extremas de violencia; el retiro de apoyo, el rechazo, el abandono por amigos y otros compañeros, colegas de trabajo, familiares; la negativa de arrendadores a rentar departamentos, de comerciantes a prestar servicios, de aseguradoras a ampliar su cobertura, y de patrones a contratar con base en una identidad sexual real o atribuida. Y la lista continúa.
Según un estudio de la Asociación Nacional de Gays y Lesbianas, más del 90 por ciento de los interrogados había experimentado algún tipo de victimización por su identidad sexual, y más del 33 por ciento había sido agredido directamente con violencia: más de uno de cada cinco hombres y casi una de cada diez mujeres señalan haber sido ``golpeados, maltratados o pateados'', y aproximadamente los mismos porcentajes padecieron alguna forma de abuso policiaco. Cerca de un tercio de los interrogados sufrieron agresiones verbales, y más de uno de cada quince padecieron maltrato físico por parte de miembros de su propia familia.
Homofobia institucional
Se refiere a las formas en que organismos gubernamentales, empresariales, educativos o religiosos discriminan sistemáticamente por la orientación o identidad sexual. En ocasiones las leyes, los códigos o los reglamentos se encargan de aplicar dicha discriminación. Son pocas las instituciones que cuentan con políticas a favor de las minorías sexuales; muchas trabajan activamente no sólo contra esas minorías, sino también contra los heterosexuales que los apoyan.
Hasta 1973, las asociaciones psiquiátricas consideraban la homosexualidad como un desorden mental. A menudo se internaba a la gente en contra de su voluntad y se les sometía a una ``terapia de aversión'' a la vez peligrosa y humillante; en ocasiones incluso se les aplicaba la lobotomía para alterar sus deseos sexuales. Frecuentemente se les sigue negando a amantes del mismo sexo y a sus amigos el acceso a la visita de sus amados en unidades hospitalarias de terapia intensiva porque las políticas de los sanatorios sólo autorizan derechos de visita para parientes consanguíneos o para la esposa legítima.
Aunque hoy muchos profesionales, en el medio psiquiátrico y en el de la medicina, sostienen actitudes genuinamente positivas en relación con las realidades de la homosexualidad y la bisexualidad, desafortunadamente algunos siguen atrincherados en sus percepciones negativas de la atracción entre gente del mismo sexo, y estas percepciones afectan a menudo la forma en que responden a sus pacientes.
Homofobia cultural
Se refiere a normas sociales o códigos de conducta que sin estar expresamente inscritos en una ley o un reglamento, funcionan en la sociedad para legitimar la opresión. Se manifiestan a través de intentos por excluir de los medios o de la historia las imágenes de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales, o de representar a estos grupos mediante estereotipos negativos. El teólogo James S. Tinner (1983) propone siete categorías superpuestas por las que se manifiesta la homofobia cultural.
1 y 2. Conspiración para el silencio y negación de la cultura. Estas primeras dos categorías están estrechamente vinculadas. Aunque sin una expresión formal en la ley, las sociedades intentan, de manera informal, evitar que grupos numerosos de individuos de una minoría particular o de un grupo específico se congreguen en un lugar cualquiera (un bar u otros centros sociales), o negarles espacio para realizar eventos sociales o políticos, negarles también el acceso a material de trabajo, o intentar restringirles toda representación en una institución de docencia o empleo en algún negocio, y desalentar una discusión franca, abierta, honesta sobre tópicos que interesen o conciernan a estos grupos.
En las sociedades en que está presente la homofobia, ha habido intentos muy evidentes de falsificar testimonios históricos del amor entre personas del mismo sexo --a través de la censura, el oscurecimiento, las verdades a medias y la alteración de pronombres personales que señalan el género--, lo cual vuelve extremadamente difícil una reconstrucción adecuada. Como consecuencia, muchos miembros de las minorías sexuales crecen sin paradigmas culturales propios, realmente significativos.
En Cristianismo, tolerancia social y homosexualidad, John Boswell cita como ejemplo de censura un manuscrito de El arte de amar. La frase que originalmente decía ``Hoc est quod pueri tanger amore minus'' (El amor de un joven me apetecía todavía menos) quedó alterada por un moralista medieval y apareció como ``Hoc est quod pueri tanger amore nihil'' (El amor de un joven no me apetecía para nada). Una nota del editor en los márgenes le informaba al lector: ``Ex hoc nota quod Ovidius non frerit Sodomita'' (Con esto queda claro que Ovidio no era un sodomita).
3. Negación de la fuerza popular. Muchos estudios han descubierto que un porcentaje significativo de la población experimenta deseos hacia personas de su mismo sexo y que dichos individuos definen a menudo su identidad con base en esos deseos. Existe sin embargo la suposición cultural de que alguien es heterosexual hasta que ``se le encuentre culpable de lo contrario''. Según Tinner, ``la sociedad se niega a creer cuántos negros hay que `pasan' por blancos y cuántos gays y lesbianas (y bisexuales) hay que `pasan' por heterosexuales''.
4. Miedo a la visibilidad excesiva. Una forma de homofobia se manifiesta cada vez que a miembros de una minoría sexual se les dice que no deberían definirse a sí mismos por su sexualidad o identidad sexual, o cuando se les acusa de ser muy ``llamativos'' al expresar en público signos de afecto, comportamientos que las parejas heterosexuales practican con toda naturalidad. Se les transmite el mensaje de que hay algo intrínsecamente errado en su deseo homoerótico y que los individuos con dicha inclinación deberían mantener ese deseo para sí mismos, bien escondido.
5. Creación de espacios públicos definidos. La sociedad tiende a encerrar en ghettos a los individuos y grupos a los que ha privado de sus derechos, y en ellos existe poca posibilidad de integrarse completamente a la vida de la comunidad. Hay barrios, comercios, e incluso oficios reservados a las minorías sexuales; algo similar sucede con otros grupos minoritarios. Los individuos ingresan a estas áreas esperando encontrar alivio temporal al clima externo de homofobia.
6. Negación del autoetiquetamiento. A los grupos minoritarios se les reservan también epítetos y otras etiquetas peyorativas. Las minorías sexuales han escogido términos de autodefinición (gay y lesbiana) para manifestar de manera más adecuada los aspectos positivos de sus vidas y de sus amores. Recientemente, un número creciente de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales se han reapropiado de términos como marica, loca y marimacho para transformar esos venenosos símbolos de vejación y fanatismo en herramientas de apoderamiento.
7. Simbolismo negativo (estereotipos). Se utiliza el estereotipar a grupos como una forma de control y como un obstáculo más para el entendimiento de un cambio social significativo. Abundan los estereotipos acerca de las minorías sexuales, y van desde los supuestos apetitos insaciables hasta su apariencia física y la búsqueda de las posibles ``causas'' de sus deseos l
Tomado de la introducción de Warren J. Blumenfeld a su compilación Homophobia: how we all pay the price. Beacon Press, Boston, 1992.
Traducción de Carlos Bonfil