Noel Gallagher, guitarrista y artífice de la banda inglesa Oasis, ha sido considerado por los expertos (ingleses, desde luego) como el escritor de canciones de la década (¿aunque le queden todavía tres años y medio?). A pesar de esta opinión tan generalizada, él, puesto a escoger, preferiría ser el artífice de U2. Dos eventualidades han cooperado con su papel histórico: luego de ser carga-instrumentos de los Inspiral Carpets, decidió aplicar para el puesto de vocalista que estaba libre y semejante atrevimiento fue doblemente recompensado: fue rechazado como aspirante de vocalista y como ejecutante de carga-instrumentos; entonces (y esta es la segunda eventualidad) recaló de guitarrista y compositor en la banda que estaba echando a volar su hermano, que ya era desde entonces Oasis. Hace unos años dejó caer, en el vórtice de una rueda de prensa, una declaración que lo sigue persiguiendo y que provocó la ira de su madre y de las tías que la acompañan. Esto es importante porque los dos hermanos Gallagher, que es tanto como decir ``la banda Oasis'', dependen emocionalmente de esta parvada de mujeres adultas.
La declaración de Noel apareció en la sección más prominente del diario inglés The Observer y era la respuesta brutal a una pregunta brutalmente necia: ¿qué opinión tiene de Damon Albarn y de Alex James de Blur?; Noel respondió: espero que mueran de sida. La respuesta cayó en el vórtice y manchó la imagen del mejor letrista de la década; no tuvo más remedio que arrepentirse públicamente de su declaración y lanzarse a purgar una condenita íntima, que consistió en sentarse a contemplar el Támesis frente al desfile de sus propias culpas que eran, según declaró después, verdaderos monstruos. Por el flujo del Támesis navegó su vida de principio a fin, y al terminar, como la purga no había sido suficiente, siguió contemplando la vida del río hasta que llegó al 23 de septiembre de 1945, cuando el escritor argentino Manuel Mujica Lainez, montado en un barco desde Montevideo, entraba en las aguas del Royal Victoria Dock. Este escritor argentino, excluido del avión del boom pese a su obra importante, hacía la crónica periodística de los primeros días de la posguerra. Desde la barandilla de estribor vio cómo, de la superficie del río Támesis, salía la infinidad de mástiles, chimeneas y otras partes inclasificables de los barcos que se habían hundido.
Cuando puso los pies en tierra, junto a la bita que serviría de asiento para las reflexiones de Noel, le informaron que Inglaterra había perdido en los bombardeos cinco millones de casas. Para conseguir un cuarto de hotel, Mujica Lainez tuvo que utilizar una buena cantidad de dinero combinada con su influencia de periodista internacional, que valía, como era de esperarse, bastante menos que el dinero. De aquel Londres desabastecido, Mujica rescata en su crónica un conflicto que debió ser grave para su estatus de bon vivant argentino: (en el hotel) ``el lavado de la ropa constituye uno de los problemas más serios: tardan tres semanas en devolverla limpia''. También cuenta que había pocos cigarros, no había cerillos y los periódicos que circulaban tenían nada más dos páginas. Si los periódicos tuvieran dos páginas, pensaba Noel Gallagher en su purgatorio personal, esa declaración terrible no hubiera tenido espacio.
Tom Williams, el ministro de Economía de la posguerra, le platicó al periodista un cuadro desolador que se repetiría cincuenta años más tarde: gracias a la fiebre aftosa y a la calamidad general de la guerra, el Reino Unido se habia quedado sin vacas. Mujica lo confortó ofreciéndole que su país mandaría grandes cantidades de bife criollo. 10 años antes el periodista había sido el primer argentino en treparse al Graf Zeppelin, un dirigible que viajaba desde Alemania, con el objetivo de promocionar sus ventajas entre los probables viajeros de Buenos Aires. 17 años después de su experiencia en Londres, Mujica Lainez escribiría Bomarzo, la novela que lo convertiría en uno de los grandes escritores latinoamericanos.
Noel Gallagher, en aquella rueda de prensa, también estableció la siguiente idea reveladora: ``cuando estoy componiendo una canción, me siento durante 48 horas a fumar, a beber y a repetir la misma línea una y otra vez, mientras mis colegas están cómodamente en sus camas, reposando sus vidas cómodas. Todo es muy cómodo para ellos''.
El mejor compositor de la década regresó hace unos días a su sitio frente al Támesis; su hermano Liam, el cantante, decidió que abandonaría a Oasis temporalmente porque estaría de luna de miel; entonces Noel quedó automáticamente convertido en la voz de la banda; y lo más curioso es que nadie ha notado la diferencia.
Liam, por su parte, asiste a los conciertos para observar desde el graderío la actuación de su hermano, que se ha convertido, salvo algunos detalles, en la totalidad de la banda. Nadie sabe si Liam regresará, pero se especula que importa poco. El compositor observa las aguas del Támesis, pasea los ojos por donde el escritor argentino paseó los suyos y sospecha que hace años, de ese mismo lugar, salían los mástiles y las chimeneas de los barcos hundidos por la guerra.