Marco Rascón
Informe y formas de la derecha

``Toda la fuerza del Estado contra el terrorismo'' no es sólo una frase, sino un concepto articulador de un nuevo discurso: el de la derecha. La unanimidad de la clase política y el Congreso era condición necesaria para la vuelta de tuerca que significaba legitimar el uso de la fuerza del Estado como forma de gobierno. El PRI y el PAN de pie y un PRD sentado y desconcertado, era el escenario previsto en el proceso de legitimación de este discurso de la derecha. Ernesto Zedillo seguramente sopesó perfectamente las dimensiones de su discurso, en un intento de ganar apoyo a la causa neoliberal y sus obsesiones conservadoras. La táctica utilizada por el doctor Zedillo se ajustaría en mucho al esquema argentino durante la dictadura militar presidida por Galtieri. Ahí la guerra de las Malvinas tenía el objetivo interno de legitimar el terror, haciendo de la guerra ultramarina el mecanismo para la unidad nacional en torno a los militares y su guerra sucia.

Los hechos y contenidos del discurso gubernamental fueron esencialmente ideológicos y reveladores de la situación de México ante el imperio norteamericano y la globalización. No fue un discurso vacío, sino un discurso golpista, autoritario, antipopular, antinacional y rupturista. El discurso derechista del doctor Zedillo era una respuesta al PRD y a la mayoría de los mexicanos que, en todas las formas y tonos, han demandado con fundamentación una reorientación del modelo. Zedillo, en respuesta, ha hecho de su terquedad la única virtud gubernamental, acompañada de la falsa expectativa sobre los índices de recuperación macroeconómica que tiene como significado la ratificación del discurso ultraconservador. ¿Qué significa para los mexicanos que la reforma del Estado haya terminado en un discurso del uso de la fuerza? No duró salvo 32 días la expectativa de reforma, porque Oñate, Fernández de Cevallos, Cecilia Soto y Felipe Calderón acabaron con la credibilidad de otro México en transición. Si el EPR evocó el lenguaje político de los años 70 el Estado también, y parecía que el primero de septiembre estábamos viendo a Díaz Ordaz tronando amenazante contra el movimiento estudiantil, que terminó en la masacre del 2 de octubre. Diez años de guerra sucia, represión y muerte sucedieron en consecuencia al discurso defensor del ``principio de autoridad'' del Estado y el Presidente. Es indudable que al frente del país no sólo se encuentra la derecha, sino una política irresponsable que se ha encargado de acabar con toda expectativa de cambio y transición democrática, porque lo que está en curso es la destrucción de la nación mexicana, ya que sólo así seremos parte real de la globalización. En lo económico, ``la recuperación'' está basada en que nuevamente somos un país exportador de capitales (La Jornada 9 de septiembre). La política fiscal, el crecimiento del PIB, los pagos por deuda y la fuga hormiga de capitales, acompañan el optimismo conservador, pese a que éstos se están llevando todo el trabajo y esfuerzo de los mexicanos. Contra esto, no sólo no hay fuerza del Estado, sino lo que queda de él se ha convertido en cómplice y Celestina de los intereses extranjeros. Con respecto a las presiones norteamericanas, el Ejecutivo federal no pudo mencionar ni siquiera las palabras Helms ni Burton, mucho menos juntas.

El 1 de septiembre, la crisis del protagonismo presidencial (convocar a escuchar un discurso de facción) lo reflejaron los medios de comunicación electrónica. Según testimonio (Proceso 1036), los comentaristas Sergio Uzeta, Carmen Aristégui y Javier Alatorre se dieron cuenta de lo sucedido hasta que abandonaron la torre de Telecomunicaciones. La censura reveló que nada ha cambiado y que ahora la tecnología está al servicio del ocultamiento y las campañas fomentadoras del miedo: no se vio casi nada, porque la transmisión no era ``en vivo'', sino que estaba diferida cinco minutos para que los censores pudieran filtrar y editar los acontecimientos.

Paradójicamente, fue Oñate y su mascota Fernández de Cevallos quienes le tumbaron el trabajo de unanimidad a Zedillo y a Roque Villanueva. La derecha orgánica que integra el PRI y el PAN con personajes siniestros como Cecilia Soto, que cabalga en el mismo lomo, se manifiesta en más de un foro. En la reunión de alcaldes panistas realizado en Puebla, éstos plantearon ya como línea el separatismo de Nuevo León y otros estados fronterizos, siguiendo el mismo camino de Texas en 1843 (primero la separación y luego la anexión). En el DF el PRI y el regente aprueban un ``Código de Etica para los priístas, haciendo de lo que carecen por principio una aspiración.

No hay unanimidad con el discurso gubernamental y menos ahora que Roberto Madrazo ha dado nuevamente pruebas de que estamos entrando al episodio de la guerra sucia y la provocación. La impunidad es compañera de la exoneración; la violencia del autoritarismo; la indulgencia de la soberbia y las vísceras, hermanas del rencor. El peligro está en el poder, en este tiempo que no es tiempo de transición, sino la tragedia de la descomposición de un régimen. La derecha reina ahora, precisamente cuando la república se acaba.