Mientras secretario (Guillermo Ortiz) y Secretaría (de Hacienda) dirimen si el nerviosismo financiero en el país es consecuencia de la aparición del Ejército Popular Revolucionario, o resultante de ``las presiones en los mercados internacionales por alzas en las tasas de interés de largo plazo en Estados Unidos'', el tipo de cambio del peso reacciona de manera hipersensible a los encontronazos que se observan en el seno de la (ex) familia revolucionaria.
De ello da cuenta un análisis del Grupo Financiero Inverlat (Ambiente político y evolución del tipo de cambio, 9 de septiembre de 1996), que detalla los eventos que han impactado negativamente al peso mexicano frente al dólar a lo largo de los últimos tres años (los resultados son por todos conocidos).
En la práctica, el nerviosismo financiero, especialmente el cambiario, cumplió el 31 de agosto su vigésimo aniversario, y entre esa fecha de 1976 y la de 1996 el peso se ha devaluado algo así como 60 mil por ciento.
Para efectos de la historia inmediata, la evolución del tipo de cambio del peso ha estado influida tanto por la incertidumbre que generó en el mercado fuinanciero nacional el retraso en la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC), como por el bautizo militar del EPR en seis estados de la República, a finales de agosto del presente año, pasando por un sinfín de acontecimientos de orden político.
De entrada debe descartarse, tajantemente, la eventual simpatía del Grupo Financiero Inverlat por la aparición de grupos guerrilleros mexicanos en el periodo que comprende su análisis, aunque éste revela que con el alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), el 1 de enero de 1994, el tipo de cambio no mostró mayor alteración.
No así el retraso en la firma del TLC, que provocó ``incertidumbre'' financiera (que en buen castellano se traduce como especulación), incrementando el tipo de cambio, situación sólo ``controlada'' con la firma del convenio trilateral y sus acuerdos paralelos el 17 de noviembre de 1993 y días subsecuentes en los congresos de México, Canadá y Estados Unidos.
En esa dinámica, la aparición del EZLN no generó mayores consecuencias contra el tipo de cambio, que se mantuvo ``lineal'' hasta el 23 de marzo de 1994, cuando fue asesinado Luis Donaldo Colosio, acontecimiento político que marcó el alza paulatina --aunque incontenible-- del tipo de cambio del peso frente al dólar.
El asesinato (28 de septiembre de 1994) de José Francisco Ruíz Massieu fortaleció esa tendencia, a tal grado que 19 días después de que Ernesto Zedillo se colocó la banda presidencial en el Palacio Legislativo de San Lázaro, su flamante secretario de Hacienda, Jaime Serra Puche, decidió ampliar la banda de deslizamiento del tipo de cambio, violando todo el protocolo devaluatorio y desencadenando una de las depreciaciones más drásticas de toda la historia monetaria del país y, de paso, su salida del gabinete.
El triunfo del Partido Acción Nacional en las elecciones de Jalisco provocó un sensible avance en la cotización del peso, que sólo pudo ser paliada con el anuncio gubernamental de la amortización masiva de Bonos de la Tesorería de la Federación (Tesobonos), en la última semana de enero de 1995.
Pero los diablos seguían sueltos y en ese mismo lapso del primer mes del nuevo año la detención de Mario Ruiz Massieu por agentes aduanales estadunideses dio al traste con la supuesta reivindicación del tipo de cambio, tendencia que se reforzó cuatro semanas después con la aprehensión de Raúl Salinas de Gortari, la que provocó un estirón más al tipo de cambio, para llevarlo a niveles históricos: 8.20 pesos por dólar.
En menos de tres meses, el peso se había devaluado alrededor de 140 por ciento, las reservas internacionales también registraban niveles históricos (pero en sentido contrario al del tipo de cambio) y la fuga de capitales se convirtió, de nueva cuenta, en práctica cotidiana.
A partir de entonces se desecandenó una serie interminable de acontecimientos políticos que hicieron del comportamiento del tipo de cambio un verdadero electrocardiograma, siempre cerca del infarto.
Entre otros registros, cabe mencionar, en 1995, los triunfos panistas en Guanajuato y Baja California, y el priísta en Yucatán; el asesinato de Abraham Polo Uscanga; la renuncia de Manuel Camacho Solís a la memebresía del Revolucionario Institucional; la presentación del Acuerdo para la Recuperación Económica (ARE); los problemas poselectorales en Huejotzingo, Puebla; el desacuerdo entre los sectores firmantes del pacto; los rumores sobre la renuncia del secretario de Hacienda y de un posible golpe de Estado, y la difusión de los Criterios Generales de Política Económica para 1996.
En el transcurso del presente año el registro de eventos políticos no ha sido inferior, aunque sí su impacto sobre el tipo de cambio, hecho que --de cualquier forma-- no se ha reducido sustancialmente.
En los poco más de ocho meses de 1996 transcurridos, entre los acontecimientos políticos que han provocado arremetidas contra el peso se cuentan la detención, en Suiza, de Paulina Castañón de Salinas de Gortari y las cuentas secretas de su marido en ese país europeo; las renuncias de Sócrates Rizzo y Rubén Figueroa a las gubernaturas de Nuevo León y Guerrero, respectivamente; las protestas del sindicato magisterial, los nexos del hermano incómodo con algunos empresarios (Peralta, Salinas Pliego, Madariaga, Zabludovsky, Sada González, entre otros),0 la presentación en sociedad del EPR y su acción militar coordinada en seis estados de la República.
Para quienes sostienen que llegó el momento de fijar una banda de deslizamiento en el tipo de cambio, el panorama anterior fortalece la tesis de que la ``salud'' financiera del país no es más que una de las patas que da equilibrio a la mesa.
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