Abraham Nuncio
Monterrey: aires separatistas

El Centro Patronal de Nuevo León planteó la exigencia de someter a plebiscito la separación de Nuevo León del pacto federal. El motivo aparente es el desigual reparto de los recursos fiscales entre el estado y la federación. Esa iniciativa coincidió con la reunión de los alcaldes panistas en Puebla por razones similares, y fue secundada por la de la Cámara de la Industria de la Transformación (Caintra) en el sentido de suspender el pago de los impuestos para destinar esos recursos a la reactivación económica del estado.Algunos columnistas regiomontanos se hicieron eco del planteamiento y señalaron la inutilidad de pertenecer a la federación

Al solicitar licencia, el gobernador Sócrates Rizzo dejó las finanzas públicas en condiciones críticas. Benjamín Clariond Reyes, el gobernador sustituto, hizo un llamado al pueblo de Nuevo León para no detenerse en lamentos o en críticas ``contra quien o quienes tuvieron la culpa de como nos encontramos''. Con trabajo y unidad, decía, era posible devolverle al estado su carácter de ``líder a nivel nacional''.

El discurso optimista de Clariond Reyes no duró más de dos meses. A principios de julio, el presidente Zedillo estuvo en Monterrey. Se reunió con los principales empresarios del estado en la casa de Clariond. El diálogo fue más bien áspero. Los reclamos que le hicieron de no recibir apoyo de la federación fueron subiendo de tono. En su turno, según Claves del Noreste, el presidente de Alfa, Dionisio Garza Medina, fue más enfático aún. La respuesta presidencial: ``De no ser por los apoyos de la federación, tú no estarías aquí''.

Unas semanas ante del Informe empezó a circular un desmesurado y sordo rumor: el Presidente dejaría el puesto, pues para pagarle a Estados Unidos, tendría que ser con territorio y él no querría pasar por un nuevo Santa Anna.

El Centro Patronal ha aclarado que lo del plebiscito es una medida de presión. En otras palabras: un chantaje. Nada insólito en la historia de un estado que ha crecido gracias a su grado de autonomía, pero también --desde el porfiriato-- a su capacidad para condicionar al poder central.

El que piden los patrones como apoyo no lo asumen así para el desarrollo de Nuevo León, sino como un medio para continuar engrosando sus empresas y sus fortunas personales. Los más poderosos fueron los beneficiarios del desarrollo estabilizador (insumos, servicios, créditos federales baratos y un aberrante proteccionismo), del auge petrolero, de los préstamos de Banobras, del Ficorca, de la privatización que por supuesto le aplaudieron a Salinas de Gortari --declarado en las páginas de El Norte ``el paisano Presidente''--, de los billetes grandes que llegaron a sus manos el pasado sexenio por vía institucional y bajo amistosa cuerda.

Al lado de ese Monterrey rico y demandante está el muy extendido y silencioso de la marginación y la pobreza: en el área metropolitana de Monterrey, donde se concentra casi el 90 por ciento de los recursos humanos y materiales del estado, una quinta parte de la población no terminó la primaria, 45 por ciento vive en condiciones de hacinamiento, y un 60 por ciento percibe un ingreso menor a dos salarios mínimos.

El problema fundamental de México es la distribución de la riqueza; pero su solución no pasa sólo por ese federalismo de sesgo fiscal caro al PAN, sino por una política económica en la que adquieran preeminencia el salario y no las utilidades, las inversiones productivas y no las especulativas, el crecimiento del mercado interno y no el sector externo de la economía, la exportación de tecnología y no la exportación de capitales. Y esa política sólo puede hacerla practicable un Estado capaz de advertir el fracaso a que nos ha conducido el neoliberalismo, con fuerza para revertir sus efectos y con imaginación y pueblo atrás para instrumentar un modelo económico fincado en los intereses de las mayorías y en los de la nación.

El país está debilitado y las tendencias centrífugas pueden reeditar episodios cuyas heridas no acaban de cicatrizar. Si grave fue la insinuación separatista de los patrones regiomontanos, igual de grave es que el gobernador Clariond Reyes, la dirigencia del PRI, las de sus sectores y otros organismos e instituciones cívicas y políticas hayan mantenido silencio ante ella.

Nada es azaroso. El mismo día que la insinuación separatista fue dada a conocer, un amigo escritor nos confiaba a los comensales en una cena su convicción de que algún día pueda recuperarse el proyecto decimonónico de la República de la Sierra Madre, atribuido al caudillo Santiago Vidaurri. (El proyecto original de la RSM contemplaba su formación con el territorio de las antiguas Provincias de Oriente: Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas y Texas). Nos refería también el estudio que él realiza sobre la historia de los separatismos en el norte de México con fondos de la Fundación Rockefeller.