Luis Javier Garrido
El vacío

¿Existe un ``vacío de poder'' en México? La respuesta que se está dando a esta cuestión es un sí muy claro, al constatarse que ante los problemas sociales el gobierno ``de Zedillo'' no tiene más recurso que el de la fuerza.

1. Un gobierno llega a su nivel más bajo de credibilidad y pierde toda viabilidad cuando el principal (y casi único) recurso político de que dispone es el de las armas, y ése es el elemento central de la crisis actual, como se ve ya no sólo en el caso de Chiapas.

2. El desastre del grupo gobernante es evidente en sus programas económicos fallidos, pero también en su incapacidad política. Haciendo una lectura equivocada de lo que está aconteciendo en el país, tras el segundo Informe Córdoba y Zedillo decidieron endurecer (aún más) la política oficial en vistas de la creciente inconformidad social. Con el pretexto de combatir al EPR, se ha incrementado la militarización de por lo menos siete estados de la República y, haciendo una rabieta porque el EZLN no acepta más someterse a su simulación de diálogo, lanzaron al Ejército desde La Garrucha y Patiwitz hasta Las Tacitas para seguir hostigando a las comunidades indígenas de Chiapas.

3. La lógica oficial no tiene desperdicio: El gobierno carece de recursos para cumplir con sus responsabilidades en materia de salud, de vivienda o de educación, pero puede mantener en pie de guerra (contra el pueblo de México) al ejército más grande de nuestra historia: 3 mil 500 soldados en Oaxaca, 17 mil en Guerrero, más de 6 mil en Veracruz, otros tantos en la Huasteca hidalguense y en otras entidades, y desde luego más de 60 mil en Chiapas: para combatir no a la pobreza sino a los campesinos pobres.

4. La ofensiva militar y propagandística del gobierno contra el EZLN es tan sólo un botón de muestra de la ineptitud oficial y de la felonía de nuestros gobernantes. Ocho días después tan sólo de que Zedillo reconociera la legitimidad de la lucha de los zapatistas y su amplia base social, la Secretaría de Gobernación emite un comunicado anónimo (que ningún funcionario tiene el valor civil de firmar) para tratar de engañar a los mexicanos sobre lo que realmente ocurre tras la Mesa Dos del Diálogo de San Andrés (9 de septiembre), descalificando a los campesinos indígenas de Chiapas.

5. Las cosas no son tan difíciles de entender. El gobierno ``de Zedillo'', que ha seguido su estrategia de achicamiento con el EZLN y dejó en letra muerta los acuerdos de la Mesa Uno, no contento con mantener presos a presuntos zapatistas se lanza ahora de manera más abierta por la opción militar, que nunca ha abandonado, y todo para encubrir su fracaso en el diálogo sobre ``democracia y justicia''.

6. En San Andrés no se llegó a acuerdo alguno porque sencillamente los emisarios de Zedillo no tomaron en serio el diálogo sobre la reforma del Estado; actuando con una actitud prepotente, no presentaron ninguna propuesta cabal y todo por una razón. Durante meses utilizaron esta Mesa para presionar a los partidos políticos a firmar en Gobernación, y una vez que lo hicieron ésta dejó de tener ``interés'' para el gobierno.

7. El problema es que no hay una conducción política en términos de lo que requiere el país. Al margen de que no se sabe quién toma las decisiones, la opción de seguir cooptando a los dirigentes de oposición y de reprimir a los movimientos sociales ha llegado muy rápidamente a sus límites porque no resuelve nada.

8. Los zapatistas tienen la razón cuando se interrogan sobre la confusión que prevalece en los altos círculos del poder, en donde sigue prevaleciendo la voluntad de Carlos Salinas expresada a través de Joseph-Marie Córdoba.

9. El problema no está, sin embargo, sólo en responder a la cuestión de cómo es posible que aventureros de la política como José López Rega en la Argentina de Isabelita, o de monsieur Córdoba en el México de Zedillo, llegan a adquirir un poder tan descomunal, sino en terminar con la descomposición del aparato del Estado, aceptada por la forma en que ejercen el poder desde las sombras estos Rasputines. Y hoy en México no hay más fuerza capaz de traducir ante los tribunales a Salinas y a Córdoba y de terminar con la crisis política que la propia sociedad civil.

10. Es claro que la paz en Chiapas y en el país no podrá llegar por nuevos ``acuerdos entre las élites'' sino por la presión popular.