La Jornada 13 de septiembre de 1996

El aplomo desapareció ante un cuestionamiento inesperado

Oscar Camacho Guzmán Emilio Chuayffet estaba a punto de terminar su comparecencia. Enérgico en cada una de sus respuestas, alcanzó momentos brillantes. Mandón, se enfilaba a cerrar con broche de oro, hasta que el diputado Adolfo Aguilar Zínser quebró la secuencia con sólo dos preguntas.

--Señor secretario, ¿a quién deberá responsabilizar este Congreso por las operaciones militares contra los grupos que usted califica como terroristas?... Y también quiero que me diga si está usted, como secretario de Gobernación, el Presidente y su partido, preparados para entregar el poder a la oposición en 1997.


El titular de Gobernación, Emilio Chuayffet Chemor,
durante su comparecencia ante comisiones en la
Cámara de Diputados.
Foto: Víctor Mendiola

El rostro de Chuayffet se endureció. Desde lo alto del estrado le replicó a Aguilar Zínser que su discurso y forma de hacer política eran ``dignos de la siquiatría'', le llamó ``tránsfuga de partido'', ``político incoloro'', ``Savonarola'', ``macartista''. Prácticamente lo acusó de traicionar a Cuauhtémoc Cárdenas cuando le dijo que ``hay políticos'' que también cometen fraude al seguir a un líder y después denostarlo con ``libros arteros'', para terminar recriminándole que fuera al extranjero a ventilar los asuntos de corrupción en el país.

Las palmas brotaron de las decenas de funcionarios que coparon el Salón Verde del Palacio Legislativo. ``Eso señor secretario, así se contesta...'', diría un senador priísta, antes que Aguilar Zínser usara el derecho de réplica que por vez primera se concedió a los legisladores en las comparecencias. Tomó aire y le dijo a Chuayffet que los términos en que se refirió a su persona son ``reveladores de la mentalidad del gobierno. Si usted cree que yo encajo en esas descripciones entonces está usted preparando un Archipiélago Gulag. ¿Va usted a mandar a sus disidentes políticos a hospitales siquiátricos, señor secretario, como lo hizo el totalitarismo soviético?'', señaló Aguilar Zínser.

``Yo, señor secretario, vendo mis conferencias porque de eso vivo y vivo honestamente. Yo no vendo al país en Estados Unidos, yo no vendo la soberanía de México en Estados Unidos, yo no vendo la independencia, yo no vendo la dignidad... Yo no seré intimidado para dejar de ejercer mi libertad de expresión... Lo invito a dejar su actitud de confrontación, señor secretario, y de descalificación personal...Yo a usted lo respeto, no lo descalifico personalmente, y no le admito a usted descalificaciones a mi persona''.

A partir de entonces, Chuayffet perdió el tono, el gesto enérgico... Dio la impresión que la comparecencia hubiera terminado ahí para el titular de Gobernación.

En la siguiente intervención, la fracción del PAN, por conducto de Salvador Beltrán del Río, se solidarizó con Aguilar Zínser. Le recriminó al secretario ``las expresiones personales en contra de un ciudadano legislador'', por considerar que son ``expresiones que en nada contribuyen al respeto que merece este Poder Legislativo''. El reloj marcaba las dos de la tarde.

Cuatro horas de exitosa comparecencia, hasta entonces, de Chuayffet ante las comisiones de Gobernación de las cámaras del Congreso; 240 minutos en los que diputados y senadores, principalmente de la oposición, se enfrascaron con el funcionario en un duelo de preguntas y respuestas sin tregua. Cada uno con su visión de país, cada uno con sus argumentos y sus convicciones.

José Narro, del PT, recibió al secretario con una lista de hechos que ensombrecieron el panorama nacional desde 1994, como la aparición del EZLN, los asesinatos de Colosio, Ruiz Massieu, la crisis financiera, la matanza de Aguas Blancas, las irregularidades en Tabasco, el surgimiento del EPR y el llamado a no caer en el autoritarismo en las circunstancias actuales del país.

Le siguió Jesús Zambrano, del PRD, quien cuestionó la ``insensibilidad'' del gobierno en la aplicación de su modelo económico ``de factura salinista'', el no darse cuenta que la estabilidad política es ``especialmente precaria'', así como críticas a la política oficial con relación a Chiapas, los alcances de la reforma judicial, el acento en las acciones militares para atacar la inseguridad pública y el uso de la mano dura para enfrentar problemas que deberían ser solucionados con medidas de tipo social.

El panista Ricardo García Cervantes señaló que en México ``vivimos los efectos de una política económica equivocada e irresponsable y de una política de simulación democrática, más irresponsable y más equivocada. Y advirtió: ``O la nación se encauza por la política o se precipita por el abismo en cataratas de violencia para perdernos en la nada democrática'', por lo que demandó que se continúe y profundice la reforma del Estado.

Tema común en las intervenciones del PAN, PRD y PT fue que la llamada fuerza del Estado se aplique, sí, para combatir la violencia, pero sobre todo para atacar las causas que pueden estar en la simiente de los hechos de violencia que vive el país. Por el PRI habló el diputado Ignacio González Rebolledo, quien patentizó el respaldo de su partido a la política presidencial y a su compromiso de actuar con toda la fuerza del Estado para combatir el terrorismo.

En sus primeras respuestas, Chuayffet rechazó que en México haya ingobernabilidad por el hecho de que haya problemas, y sobre los cuestionamientos al uso del Ejército, negó que el país esté militarizado, pues sostuvo que el Presidente sólo hace uso de las facultades constitucionales para resguardar la seguridad pública.

Reconoció que en el fondo de la violencia existen causas de índole social como la pobreza, pero dijo que nada justifica el terrorismo, ni siquiera la miseria o pobreza de los mexicanos con quienes, reconoció, el Estado tiene una deuda social.

Chuayffet pareció regañar a García Cervantes, diciéndole que la política era la madre de la economía, o por lo menos su hermana mayor. Afirmó que hay que correr riesgos para que haya cambios en el país.

Tocó el turno a Luis Sánchez Aguilar, diputado independiente, quien llamó a Chuayffet ``demagogo'', le dijo que su comparecencia era ``una farsa'' y le pidió que le aclarara cuál era la base para que Gobernación determinara cuándo una guerrilla era buena y otra mala. Chuayffet dijo que no hay guerrilla buena ni mala y que es la realidad la que se impone; del EPR señaló que sus dirigentes son los del Procup, que en 30 años ha habido 70 actos terroristas y que de 1990 a la fecha esa organización ha realizado diez de esos actos.

Luego, en respuesta a José Narro, indicó que mantenía su afirmación de que el EPR es una pantomima, pero señaló que ello no implica que lo minimice como grupo violento, sino que es sólo una caracterización que parte de los actos con que se dio a conocer.

Ya de retirada, rodeado por un impresionante dispositivo de seguridad, respondería:

--¿Por qué se enojó, señor secretario?

--No, yo no me enojé para nada.

--Algunos juzgaron como muy intolerante su respuesta a Aguilar Zínser.

--No, no creo.

--¿Se arrepiente de haberle respondido así al diputado Aguilar Zínser?

--No, no me arrepiento, la política es pasión... --dijo y se retiró.