BALANCE INTERNACIONAL Gerardo Fujii Gambero
Ingreso y distribución

Dentro del contexto mundial, los países latinoamericanos se caracterizan por encontrarse entre los que muestran los más elevados grados de inequidad.

A nivel mundial, la distribución más concentrada del ingreso se encuentra en Brasil, país en el cual el 10 por ciento más rico de la población se apropia del 51 por ciento del ingreso, correspondiéndole al 40 por ciento más pobre el 7 por ciento. Los siguientes lugares le corresponden a algunos países africanos --Africa del Sur, Kenya, Zimbabwe, Guinea, Bisau-- apareciendo, posteriormente, en forma compacta los países de la región. Ordenándolos en forma descendente según la inequidad distributiva que muestran, Guatemala ocupa la sexta posición. En este país, al 10 por ciento más acomodado le corresponde el 47 por ciento del ingreso, y al 40 por ciento más pobre, el 8 por ciento de él. Le sigue Panamá, en el cual las mismas proporciones ascienden a 42 por ciento en un extremo y a 8 en el otro, y Chile (46 y 10 por ciento, respectivamente). Inmediatamente después se encuentran Venezuela, Honduras y Colombia, los que son seguidos por México. Aquí, el 10 por ciento más rico se apropia del 39 por ciento del ingreso, correspondiéndole al 40 por ciento más pobre, el 12 por ciento de él.

En este listado de países latinoamericanos se encuentran tanto naciones que, según la clasificación del Banco Mundial, entran en la categoría de ingresos medios altos (Brasil, Chile y México), de ingresos medios bajos (Guatemala, Panamá, Colombia y Venezuela) y de bajos ingresos (Honduras). En consecuencia, los datos de nuestra región indican que en ella la distribución inequitativa del ingreso permanece como rasgo estructural a muy diferentes niveles de ingreso por habitante.

Por otra parte, tampoco la distribución del ingreso se torna más equitativa en los países que, en los últimos años, han experimentado un crecimiento rápido. Un ejemplo palmario de ello lo constituye Chile, país en el cual la distribución de los frutos de la expansión ha sido notablemente concentrada.

Esta polarización distributiva característica de nuestro continente contrasta notablemente con el cuadro típico que muestran tanto otras economías de nivel medio de desarrollo como los países ricos, en los cuales el 10 por ciento más acomodado de la población no se apropia de más del 25 por ciento del ingreso, mientras que al 40 por ciento más pobre le corresponde entre el 15 y el 20 por ciento de él.

El patrón distributivo de nuestra región se explica por factores estructurales, entre los cuales destacan la repartición de la propiedad de los elementos productivos y un patrón de desarrollo que ha congelado la división de la economía entre un sector moderno y otro notablemente rezagado, en el cual se concentra el excedente de trabajo. Ante esto, las políticas convencionales de impuestos y transferencias son impotentes para alterar sustancialmente la distribución del ingreso. Esto requerirá ineludiblemente de reformas estructurales.