Ante el inminente reconocimiento público de la ``quiebra técnica'' en Nacional Financiera, su actual director general, el empresario Gilberto Borja Navarrete, ha empezado a deslindar responsabilidades sobre la caótica situación que le fue heredada por los administradores salinistas del llamado ``agente financiero del gobierno federal''.
Invitado más que designado por el presidente Ernesto Zedillo para ocupar la dirección general de Nafin, el ex presidente de Ingenieros Civiles Asociados (ICA) reconoce que el indiscriminado otorgamiento de créditos por parte del anterior director general de Nacional Financiera, Oscar Espinosa Villarreal -que hoy ocupa la jefatura del Departamento del Distrito Federal-, provocó el paulatino pero irremediable deterioro de la institución.
La ``quiebra técnica'' de Nafin es un secreto a voces en el sector financiero nacional, pero el documento que detalla tal circunstancia ha sido distribuido entre seis altos funcionarios: dos de la Secretaría de Hacienda, dos de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores y dos de la propia institución en cuestión.
Más allá de las cuantiosas irregularidades detectadas por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores en el otorgamiento de empréstitos a uniones de crédito como la que encabezaba el ex marido de Adriana Salinas de Gortari, Luis Yáñez, la del Valle de México (Unicreva) -a la que se puede atribuir poco más de 10 por ciento del desfalco total a Nafin- y el destino incierto que esos dineros tuvieron, Gilberto Borja Navarrete ha sido muy preciso en el deslinde de responsabilidades: 50 por ciento de los créditos concedidos por Nacional Financiera en el sexenio salinista fueron autorizados para proyectos empresariales carentes de viabilidad y sin garantías de ley.
Es decir, alrededor de 235 mil financiamientos fueron concedidos durante el ejercicio de Oscar Espinosa Villarreal como director general de la institución, y el ahora regente capitalino sabía que dichos créditos difícilmente serían recuperados, si es que el fin hubiera sido tal.
De hecho, según lo han revelado fuentes de primer nivel de la propia institución que encabeza Borja Navarrete, el agujero financiero que reporta hoy Nafin se aproxima a los 20 mil millones de pesos, de los cuales las estimaciones más optimistas señalan que se llegarían a recuperar, a lo largo de los próximos cuatro o cinco años, tan sólo 8 mil millones, es decir, 40 por ciento del quebranto.
Aun así, el resto del agujero tendrá que ser cubierto con recursos públicos, o lo que es lo mismo, con dineros aportados por la sociedad, misma que deberá posponer por enésima ocasión sus justas aspiraciones de bienestar por los errores y excesos cometidos por una administración gubernamental.
De aquí, de allá y de todas partes
Para paliar esa delicada situación, una de las primeras disposiciones del equipo de mando en Nacional Financiera ha sido promover un fideicomiso, cuyo objetivo sería captar recursos para refinanciar parte de los quebrantos en el ejercicio de la vieja filosofía relativa a ``de lo perdido lo que aparezca''.
Lamentablemente, lejos de recurrir a la aplicación de la ley por las profundas irregularidades descubiertas en Nacional Financiera durante la administración de Espinosa Villarreal, ahora éste anuncia, por medio de su secretario de Finanzas, Javier Beristáin Iturbide, que el Departamento del Distrito Federal destinará 50 pesos por elector para los comicios en la capital de la República, a realizarse en noviembre de1997.
Sobre el costo de las elecciones de la autoridad para el Distrito Federal y los diputados locales, Beristáin reconoció: ``Lo tendremos que pagar nosotros con la hacienda local'', o lo que es lo mismo, con los impuestos que pagan los capitalinos para seguridad pública y social, alumbrado, drenaje. pavimentación, agua, energía eléctrica y sanidad, entre otras cosas.
La situación de Nacional Financiera es preocupante, no sólo porque es uno de los pilares de la banca de desarrollo en el país y que su función social es atender los requerimientos crediticios de las micro, pequeñas y medianas empresas nacionales, sino porque a nivel internacional es el agente financiero del gobierno mexicano y en muchas ocasiones su representante ante los organismos financieros internacionales, públicos y privados, bilaterales y multilaterales, de tal suerte que su deterioro en nada contribuye a la imagen de recuperación económica promovida por el propio presidente Ernesto Zedillo