La Jornada 19 de septiembre de 1996

Infundadas, las críticas de la Iglesia: SEP

Rosa Elvira Vargas y José Antonio Román Las críticas de la jerarquía católica a los libros de texto gratuito y al laicismo en la enseñanza son ``infundadas y no corresponden a la realidad'', declaró el subsecretario de Educación Básica y Normal, Olac Fuentes Molinar. Asimismo consideró que la educación debe negarse a ser un espacio en el cual los adultos pretendan dirimir sus diferencias ``disputándose la conciencia de los niños''.

El Estado, subrayó, está obligado a dar una formación común fundada en valores compartidos por todos, más allá de las diferencias entre las doctrinas religiosas, ``que suelen ser irreductibles y frecuentemente se expresan de manera intolerante''.

Las afirmaciones de Fuentes Molinar constituyen la primera reacción oficial ante las recientes declaraciones de prelados católicos sobre el laicismo, la enseñanza pública y los libros de texto de primaria, a los que incluso el cardenal Juan Sandoval calificó de ``cuadriculadores'' de las mentes infantiles. En ellas, el funcionario planteó de entrada que se trata de una polémica que en México hace mucho se resolvió.

Pretender que resurja un ``debate degradado'' no sirve ni a la educación ni al país, descalifica a la política y le resta autoridad intelectual y moral a quienes participan en él. El laicismo, señaló, representa una posición frente a una pluralidad de doctrinas, particularmente religiosas, que reclaman por igual la validez de su visión del mundo. Por tanto, ``ser laico significa reconocer el derecho de todos a practicar una religión, si esa es su decisión y hacerlo en el ámbito de la familia, de las propias comunidades religiosas y de las organizaciones ligadas a ellas''.

Si bien, añadió, la coexistencia religiosa ha ganado en tolerancia en las sociedades actuales, debe admitirse que todavía hoy en el mundo y en México, ``encontramos numerosos testimonios de los efectos disolventes de la confrontación religiosa''.

Entrevistado por La Jornada, Fuentes Molinar dijo que llevar esa pluralidad religiosa en competencia, al espacio pequeño y de intensa convivencia de la escuela, sería enormemente dañino para el ambiente de armonía y de propósito común que los niños y los jóvenes necesitan para aprender. ``No debemos abrirle la puerta a la discordia ahí donde más nos daña ni entender al pluralismo como confrontación de múltiples intolerancias'', afirmó el funcionario.

Fuentes resaltó que el Estado no tiene más posiciones que las establecidas en la Constitución y sus leyes reglamentarias, y que en materia educativa, además de conocimientos científicos fundamentales y el desarrollo de habilidades específicas, se aspira a que la escuela aliente la confianza en la razón humana y la capacidad de pensar libremente.

La escuela busca también, indicó, fortalecer el sentido de identidad como nación y orientar a los niños hacia la protección de nuestros recursos, el cuidado de la salud y la vida, la convivencia en la paz, la tolerancia y la ley, ``y no creo que en todo ello exista una sola idea particularista, ni alguna intención insidiosa'', apuntó

Refutó también la afirmación de que la orientación oficial de la enseñanza es positivista y obstaculiza la formación valoral de los educandos; dijo que el laicismo que establece el artículo tercero constitucional ``no postula la neutralidad ética ni el vacío de valores''; que la escuela mexicana proclama los valores colectivos de la tolerancia, la democracia, la igualdad de sexos, razas y orígenes sociales y el respeto a la dignidad de las personas, y que en ámbito individual promueve la iniciativa personal, la colaboración, el aprecio por el trabajo, la honradez y la verdad.

Estos, subrayó, son valores que comparten los católicos genuinos, los cristianos no católicos, los judíos y cualquier persona de buena fe, tenga o no creencias religiosas.

Más adelante, el funcionario recordó que desde 1992, tras las reformas constitucionales al tercero y 130, los particulares pueden ejercer abiertamente el derecho de impartir enseñanza religiosa (``aunque así se venía haciendo desde antes, pero en un absurdo ambiente de simulación''), pero dijo que ``en la escuela pública las cosas son distintas''. También es cierto, consideró, que cada vez hay mayor pluralismo religioso y diversas posturas personales y familiares sobre cómo asumir las creencias. En consecuencia, ``la validez de un derecho no depende del número de aquéllos que lo reclaman; habríamos de aceptar que en la enseñanza religiosa (en escuelas públicas) todos estarían en condición de iguales''.

Sobre el tema específico de los libros de texto gratuito, Fuentes Molinar interrogó: ¿Cuáles son los contenidos de los libros que se consideran sectarios? ¿En dónde se encuentran formulaciones identificables con un propósito manipulador y cuadriculador de mentes? ¿Dónde está el oscurantismo?

Subrayó que en todos los temas por naturaleza controvertibles, la SEP ha intentado resolverlos con ``ponderación y objetividad''. Los libros gratuitos, agregó, son la base que asegura un punto de partida común y no son ni han sido nunca ``referente educativo único y excluyente''. Desde su perspectiva, los nuevos libros se comparan con otras alternativas editoriales, sobre todo si uno concibe a la educación como medio para aprender a pensar y no para repetir o recordar.

Por último, Fuentes Molinar ponderó al libro gratuito por su ``evidente sentido social'' en un país como México, donde la mayoría de la población es pobre. Su distribución universal y oportuna, dijo, es un alivio para la economía familiar y una seguridad de contar con los medios básicos de estudio que en muchos lugares serían inaccesibles por otras vías.

Sobre la crítica de Sandoval Iñiguez de que tales libros ``no son gratuitos porque se cubren con los impuestos'', el funcionario admitió que esto es así porque igual ocurre con todas las obras y servicios públicos, pero en el caso de los textos ``no encuentro ningún uso alternativo que sea más noble y que tenga mayores efectos positivos a futuro que esa inversión''.

Además pidió que si el cardenal tiene pruebas de que en los 14 libros que se renovaron hubo irregularidades, las presente para dar respuestas puntuales.