Luis Javier Garrido
El modus vivendi

El grupo de Carlos Salinas ha logrado subordinar al PAN y al PRD a la lógica del sistema de partido de Estado, pero no está resolviendo sus propias contradicciones internas, y los últimos acontecimientos muestran que la lucha soterrada de estos hombres por el poder ha llegado a dimensiones inimaginables.

1. Está claro que la pugna de los salinistas (y de los grupos de la burocracia priísta que los siguen) no es por la modificación de algunos de los programas neoliberales (en vistas a las elecciones del año próximo), sino por la posible sustitución de Zedillo.

2. Las diversas facciones de interés que se disputan el poder político y económico en México saben bien que a partir del 1o. de diciembre pueden prescindir de Zedillo sin tener que arriesgar el control que ejercen sobre el aparato de Estado en una elección, pues a partir de entonces, tal y como lo ordena la Constitución en su artículo 84, sería el Congreso de la Unión (erigido en Colegio Electoral) el que nombrase al presidente sustituto que terminaría el periodo. Es decir, que sería ``la mayoría'' priísta la que tranquilamente y sin sobresaltos impondría al sucesor.

3. La lucha (inter-salinista) que se está dando es, pues, entre quienes buscan quitarle el poder a Joseph-Marie Córdoba (sacando a Zedillo de Los Pinos) y los incondicionales del aventurero francés, que sigue mangoneando a placer y tomando la ofensiva. La pugna implicaría alianzas y rupturas de ambas facciones con los grupos empresariales y la burocracia priísta: lo que explicaría el caso de El Universal, visto por Córdoba como un reducto del camachismo y/o de fuerzas antagónicas (a él).

4. La supervivencia de Zedillo está determinada en este escenario por su capacidad en el manejo de la crisis económica provocada por las políticas neoliberales, evitando que el nuevo colapso (que necesariamente vendrá) se produzca antes de las elecciones legislativas federalesde julio de 1997: con lo que podría ser él quien culminase la aplicación de los programas impuestos a México.

5. El caso de Carlos Salinas de Gortari es, sin duda, excepcional, pues a dos años de haber salido de Los Pinos continúa detentando un poder político y económico sin precedentes. Salinas (gracias al francés y a la sumisión de Zedillo) ha logrado hasta ahora lo que pretendieron y no lograron Alemán y Echeverría: mantener un gobierno ``de trasmano'', con la mayoría de los secretarios de Estado subordinados a él, y además una influencia determinante en la banca y la Bolsa de Valores, múltiples inversiones (intocadas) en México y en el exterior (incluyendo las de Cuba y de Irlanda) y, según todos los indicios, un papel clave en varios cárteles del narcotráfico. Y, como si fuera poco, su impunidad garantizada por el saqueo de la Nación y los crímenes de Estado.

6. La cuestión que ni el PAN ni el PRD han podido responder es muy simple: ¿puede haber una transición política en México si el mismo grupo que saqueó al país y cometió todo género de crímenes sigue teniendo el poder político y económico?

7. Los dirigentes del PAN están entrampados en la dinámica de sus arreglos ``estratégicos'' con Salinas, ultimados por Diego y aceptados por Castillo Peraza, que no quisieron ver la corrupción del régimen ni la política económica equivocada y, comprometidos en las prácticas oficiales, aparecen hoy como los cómplices de Salinas y sus principales encubridores a través de la PGR.

8. Los panistas, por ejemplo, nunca aclararon por qué aceptaron la ``donación'' de un terreno y la construcción de su sede en Chilpancingo por el gobierno de Guerrero en 1993, como tampoco Fernández de Cevallos y otros líderes blanquiazules han dado cuenta de su enriquecimiento inexplicable en 1994, a fines del sexenio salinista.

9. El PRD, a su vez, ha tenido un perfil cada vez más desleído ante esta gravísima situación, y no es con meras declaraciones como puede revertir las cosas: requiere de un programa para terminar con el dominio ilegal e ilegítimo de un grupo sobre la vida del país y, desde luego, dar un ejemplo moral. Los (nuevos) ``Sentimientos de la Nación'' están muy bien, pero debería empezar a ponerlos en práctica en sus propias filas, expulsando a quienes (gozosamente) se han dejado coptar por el régimen.

10. La lucha de la sociedad civil por el cambio es de otra naturaleza y en ella hay una claridad: hay que terminar con la impunidad de los hombres en el poder para edificar un régimen democrático.