A once años del terremoto y la irrupción de la sociedad, pareciera que ésta pierde terreno frente a la intolerancia y al diseño de las nuevas formas autoritarias que desde el poder se le imponen nuevamente. La participación ciudadana surgida del temblor, convertida en un movimiento popular triunfante y en 1988 expresada en votos, no sólo era la referencia de una fuerza política emergente, sino un estado de ánimo generalizado que presionaba por grandes cambios.
El nuevo modelo neoliberal se montó sobre este consenso nacional, y el fraude se convirtió en el vehículo para impedir la verdadera transformación democrática del país. Reformas electorales fueron y vinieron y los fraudes continuaron; para los movimientos populares los espacios se fueron cerrando en la medida en que el nuevo proyecto neoliberal se consolidaba. Los movimientos populares en la ciudad también vivieron la influencia del pragmatismo, y sin embargo la posibilidad de irrumpir nuevamente en 1994 los mantuvo con cierta cohesión política.
A dos años de las elecciones de 1994 y once del sismo, pareciera que los movimientos surgidos del 19 de septiembre han perdido fuerza y capacidad para establecer nuevas perspectivas. La crisis nacional ha hecho del pesimismo un estado de ánimo en todo el país y en la ciudad misma; el gobierno, temeroso de sus propias formas de control, impide cualquier expectativa nueva de reorganización y rearticulación de los movimientos.
El movimiento popular en la ciudad, los movimientos obreros y sindicales nunca estuvieron más desarticulados por falta de perspectiva común. Maestros, trabajadores de Ruta-100, inquilinos, solicitantes de vivienda, deudores de la banca, la militancia ciudadana, campesinos, indígenas, estudiantes y la lucha electoral representada fundamentalmente por el PRD, pese a las muchas cosas que los unen, los fueron distanciando de un frente común.
El problema de perpectiva necesariamente no puede ser sólo político u organizativo, sino también de carácter ideológico. Unir estratégicamente, sólo puede hacerse con base en tener precisiones mayores tanto en contra de la ideología neoliberal, como los aspectos propositivos de un proyecto de nación. La búsqueda de los sentimientos de la nación, levantada recientemente por el PRD, constituye una propuesta en ese sentido.
A once años del sismo, el gobierno trabajó incansablemente por terminar el nuevo esquema de relación propuesto entre el Estado y la sociedad. Fue un trabajo que conllevaba la necesidad de imponer las nuevas formas autoritarias e intolerantes empujadas desde la derecha en el país. La derecha PRI-PAN se disputa la representación de ese esquema, y por eso vieron como un peligro la consolidación levantada a partir de la tragedia del 85.
En el caso concreto de la ciudad, es paradójico que en 1985 la ciudad estaba materialmente destruida, y el estado de ánimo general se fue hacia arriba, retador y reivindicatorio de derechos y espacios. Hoy, la ciudad está sometida a la búsqueda de un ``orden'' a toda costa y, en contraposición, el pesimismo social y político se extiende por todas partes.
Igualmente: en 1998, 88 y 91 San Lázaro estaba lleno de gente que lo rodeaba, reclamaba y exigía, y por ello cerraron galerías, levantaron muros y puertas. Hoy, el palacio legislativo está ordenado... pocos van, pero el país está militarizado y casi en guerra. ¿Ese era el proyecto?
19 de septiembre casi se olvida por unos, y casi entierran la fecha el poder y el gobierno .