La Jornada 22 de septiembre de 1996

Revuelta en el PRI contra la tecnocracia

José Ureña El priísmo se rebeló anoche contra la línea y la tecnocracia y, en un solo cambio a sus estatutos, recuperó los cargos de la elección para gente con carrera interna, lo que obligaría a más de medio gabinete a buscar en 1997 un cargo de elección popular si quisieran participar en la sucesión presidencial.

Parecía el naufragio de la asamblea. Se discutían los requisitos para Presidente de la República, senador y gobernador --artículo 144, inciso XI--, con un texto que se intentó imponer contra un reclamo que sumaba y sumaba adeptos:

El texto original:


Fernando Elías Calles discute con Ramiro de la Rosa,
de Democracia 2000.
Foto: Ernesto Ramírez

``Para los casos de Presidente de la República, senador y gobernador, se requerirá acreditar la calidad de cuadro, dirigente o --¡esa o!-- haber tenido un puesto de elección popular a través del partido''.

Las delegaciones de Tabasco y Querétaro sumaron causa. ``Debe decir y haber tenido un puesto de elección popular a través del partido'', negociaban el queretano Marco Antonio León y el tabasqueño César Raúl Ojeda.

Ojeda, a las 20:00 horas:

``Tenemos más de 20 estados y a los sectores. Ya la hicimos''.

Diez minutos después hizo su propuesta. Aplausos generales. ``Esa es la verdadera revolución... Pido a la mesa una resolución aquí...''.

Mandaron a José Castelazo, diputado federal y ex delegado en Iztacalco. Pidió dejar la redacción original. Cosechó una rechifla general, abucheos y el primer grito espontáneo del despertar de la mesa:

--¡Pa-le-rooo/pa-le-rooo/pa-le-roo...

Subieron oradores, a favor y en contra. Cuauhtémoc Anda fue rechazado como Castelazo. El jalisciense José Guillermo Vallarta Plata, ex alcalde de Guadalajara, centró de nuevo la propuesta y un requisito adicional: diez años de militancia para esos cargos.

El debate iba, hasta que el veracruzano Eduardo Andrade, ex locutor de Televisa, fue a hablar de sí, de su militancia de 31 años y de que el PRI debe ser leal al presidente Ernesto Zedillo Ponce de León.

Votar en contra del texto propuesto, dijo, sería ``un mensaje de ruptura del partido con su jefe nato''.

--Bar-be-ro/bar-be/ro/bar-be-ro! --le gritaron los casi dos mil delegados presentes en el auditorio Plutarco Elías Calles.

Eduardo Andrade, la mirada sobre la mesa de debates, delató:

--¡Ustedes mismos me han pedido que venga a defender esto...!

Silbidos, desorden, insultos, mentadas de madre para ese Eduardo Andrade cuyo principal orgullo es haber saludado al presidente Zedillo cuando era candidato. Andrade:

--Sí, efectivamente me han dado una línea. Eso es lo que ha hecho fuerte al partido y no voy a cambiar nunca... Haya o no haya ``sana distancia'', el Presidente es el jefe máximo del partido y él quiere que saquemos esto...

No lo dejaban hablar ya. El explotó:

--Aprobémoslo como está o despeñen al partido si ustedes quieren.

Y se fue contra la mesa, contra Rafael Oceguera Ramos, quien en esos momentos --20:35 horas-- informaba del conflicto por celular al presidente Santiago Oñate:

--Tú me mandaste, cabrón. No me vuelvas a mandar, hijo de la... --y se sentó a un lado, a declarar, a ridiculizarse más, a retar a golpes.

El presidente de debates, Francisco Arroyo, pidió respeto a la militancia. La gente reclamó a Oñate y gritó ¡Uni-dad/uni-dad varias veces. Llegaron Oñate y Millán, declararon un receso a las 20:58 y Arroyo fue sustituido por Nezahualcóyotl de la Vega. A las 21:38 se hizo lo que la gente quiso, lo que la dirigencia no quería.

Redacción definitiva del inciso:

``Para los casos de Presidente de la República, senador y gobernador, se requerirá acreditar la calidad de cuadro dirigente y haber tenido un puesto de elección popular a través del partido y una militancia de diez años''.

La gente se soltó en vivas a Luis Donaldo Colosio. La militancia había recuperado al PRI que le arrebató la tecnocracia, el arribo de candidatos presidenciales sin currículum partidista.

La campechana Layda Sansores pidió a Eduardo Andrade ``que no se confunda ni venga a confundir: no hay ruptura con el Presidente''.

Emocionada, coherente, celebró ``que haya una asamblea viva. Pero no basta con ser una asamblea viva; queremos una asamblea libre, que es diferente''.

Sus frases sellaban el principal fracaso de la línea. Esta no murió cuando los petroleros reclamaron al partido abanderar la lucha contra la privatización de la petroquímica, ni tuvo oposición al designarse a Elba Esther Gordillo presidenta de la mesa dedicada a la ética partidista.

Ahí se cumplió lo que el dirigente Santiago Oñate Laborde pidió a las nueve de la mañana, en corto y en sus oficinas, a los presidentes de comités directivos estatales:

--Apoyen a Elba Esther, no le dificulten el trabajo.

Ella habría presidido la mesa de Estatutos, pero Fidel Velázquez, su Confederación de Trabajadores de México (CTM) y la Confederación Nacional Campesina (CNC) se opusieron y obligaron a cambiarla.

Fidel Velázquez tiene un agravio: Elba Esther ha sido factor del Frente Sindical, donde participa Francisco Hernández Juárez, y en un año pasó de una militancia de tres a 24 gremios. Es, por donde se le vea, un hoyo al Congreso de Trabajo que ha manejado y maneja el cetemista.

Por lo demás, la discusión de la norma priísta concentró los incidentes. Primero Ramiro de la Rosa y la forma en que lo sacaron los delegados, los queretanos por delante. Luego el jalisciense Enrique Chavero Ocampo la hizo de bufón, y al final el conflicto desatado por Eduardo Andrade.

Chavero Ocampo, aquel que en la legislatura pasada describió a los relegados por Fernando Ortiz Arana y María de los Angeles Moreno como el Bronx, habló y habló de nada y se indisciplinó contra Fernando Elías Calles que le pedía abandonar el micrófono:

--No me diga que me calle, porque yo sí conozco mis atribuciones. No soy como las mulas de noria, que no saben ni a donde van...

La gente le celebraba sus chistes, sus críticas a Democracia 2000 y su oposición a la forma en que se integra el Consejo Político Nacional (CPN), todo sin ton ni son.

Los trabajos siguieron. Hoy, en sesión matutina en el Auditorio Nacional antes que llegue el presidente Zedillo, se leerán las conclusiones. Ahí se verá cuánto avanzó el priísmo