Seis años después de su primer intento, el priísmo pudo poner un dique a la tecnocracia a la que ahora culpa de sus graves quebrantos.
El episodio más intenso de la 14 Asamblea Nacional organizada por Luis Donaldo Colosio fue, efectivamente, el que pretendió enfrentar la línea de Los Pinos y establecer que los candidatos a la Presidencia de la República contaran con cargos partidistas y de elección popular como muestra del oficio mínimo necesario para ejercer el máximo cargo político nacional.
Desactivada en aquella ocasión la cruzada antitecnócratas, volvió a surgir ayer en una de las mesas de trabajo de la 17 Asamblea Nacional priísta y, ya sea por el mayor empuje de los delegados, por los cambios que el país ha conocido, o por una mayor apertura en Los Pinos, pero finalmente se aceptó que el próximo candidato del PRI a la Presidencia de la República deberá cumplir, entre otros requisitos, el de contar con antecedentes de cargos partidistas y de elección popular.
Esa ``y'', en lugar del ``o'' que contenía el proyecto original, constituye hasta ahora el mayor golpe que el priísmo tradicional ha logrado asestar a la tecnocracia que durante los últimos sexenios ha gobernado al país. Según los nuevos estatutos priístas, no volverían a darse casos de candidatos presidenciales provenientes de instancias exclusivamente financieras o administrativas, sino que requerirían la mínima inmersión en la política que les daría el ocupar algún cargo popularmente electo.
De hecho, el acuerdo priísta obligaría a que el futurismo comenzara el año venidero, cuando todo aspirante ayuno de cargo popular en su currículum estaría obligado a participar en las elecciones intermedias para asegurar su participación en las presidenciales del 2000.
Hay además otros golpes significativos contra la llamada tecnocracia, como la supresión de la doctrina del neoliberalismo, el rechazo a la privatización de la petroquímica y la exigencia de castigo contra el ex presidente Salinas de Gortari.
Por lo pronto, y ante la expectativa que generan los acuerdos de ayer, conviene mantener también a la mano el recuerdo de la 14 Asamblea Nacional, la asamblea colosista, en la que se llegó a acuerdos avanzados que al día siguiente comenzaron a ser desactivados.
En este caso, el del PRI, conviene contrastar sus acuerdos y declaraciones con la historia y la realidad.