Angeles González Gamio
La primera imprenta

Sin duda la calle en donde se forja la cultura americana es la señorial Moneda. Aquí nacieron el primer museo, universidad, imprenta, casa de moneda, academia de arte y arzobispado. La mayoría de los inmuebles que las alojaron aún existen, varios de ellos maravillosamente restaurados, como el que fue residencia del arzobispo, o el que alojó la primera imprenta.

Este último fue rehabilitado por la Universidad Autónoma Metropolitana, dedicándolo a fines culturales, entre otros, conferencias y exposiciones. Ubicado en la esquina de Moneda con Licenciado Verdad tiene, como es característico de las casas virreinales, sus balcones con marcos de cantera y un lindo patio. Antiguamente conocida como Casa de las Campanas, porque allí se forjaron las primeras, ya que era parte de las propiedades del arzobispo y fue precisamente fray Juan de Zumárraga, primer obispo de México, quien promovió que se trajera la imprenta a la Nueva España, con el apoyo del igualmente primer virrey don Antonio de Mendoza.

La fecha histórica es el 12 de junio de 1539, día en que fue firmado en el protocolo del escribano don Alonso de la Barrera, en Sevilla, el contrato entre el alemán Juan Cronberger y el italiano Juan Pablos, para trasladar e instalar la primera imprenta de tipos movibles en la ciudad de México. Está también la constancia de la entrega de 120 mil maravadíes, 100 mil destinados al costo de la prensa, tinta, papel y otros enseres, y el resto a sufragar el flete y los pasajes de la esposa de Pablos, Gerónima Gutiérrez, de un oficial, Gil Barbero y de un esclavo negro de nombre Pedro. En la misma fe notarial se autoriza el Poder General que otorga Cronberger a Pablos para que lo represente en México.

La necesidad de la imprenta era imperiosa, en esos primeros años de la Nueva España; los sacerdotes requerían con urgencia impresos con la doctrina en castellano y lenguas indígenas, como apoyo indispensable para su labor evangelizadora. De ello habla don Vasco de Quiroga, quien tuvo que enviar a imprimir a Sevilla, en 1538, su Doctrina en lengua de indios de Michoacán, así como la bilingüe en castellano y náhuatl, atribuida a Juan Ramírez.

Así, el arribo de Juan Pablos fue recibido con entusiasmo por autoridades, clero y población; sus expectativas no se vieron frustradas, pues tras su llegada el mes de septiembre de 1539, de inmediato se instaló en la mencionada Casa de las Campanas y comenzó a trabajar. Nos dice del éxito de la empresa, que al concluir el primer siglo de la imprenta en México se hubieran publicado aproximadamente 180 obras de temas diversos: doctrina cristiana, lingüística, cancioneros, legislación, filosofía, teología, crónica, medicina, milicia, cronología, náutica, botánica e historia natural, únicamente en el taller de Pablos y en la sucursal que abrió en Tlatelolco en 1594, esto es, sin contar a otros impresores que también trabajaron en esos años.

La segunda ciudad del país que tuvo imprenta fue Puebla, establecida en 1624, según se sabe por el testimonio que da el Sumario de indulgencias y perdones... publicado por Pedro Quiñones. Este impresor trabajó en la ciudad de México, en el taller de Bernardo Calderón, instalándose en esa capital por iniciativa del recién llegado obispo Juan de Palafox y Mendoza, gran promotor de la cultura.

Prácticamente transcurrió un siglo para que se establecieran imprentas en otros estados, siendo la tercera en Oaxaca, que en 1720 publicó el hasta hoy conocido como más antiguo sermón fúnebre, pronunciado por el dominico fray Sebastián de Santander. También anduvieron en el estado imprentas itinerantes, pues el generalísimo don José María Morelos llevó la suya en 1912 y allí fue publicado El Correo Americano del Sur. La siguiente ciudad que tuvo el esencial instrumento fue Guadalajara, en donde se imprimió El Despertador Americano, primer periódico insurgente.

Veracruz esperó a fines del siglo XVIII y de entrada se arrancó con El Jornal de Veracruz. En Guanajuato comenzó en 1812 y una vez más fueron el motor los independistas, que en el Fuerte Liceaga instalaron una pequeña imprenta con tipos movibles rudimentarios, con la que publicaron dos números de la Gaceta del Gobierno Americano en el Departamento del Norte.

Estos casos nos permiten conocer el impacto cultural que puede tener un movimiento libertario, que además de las armas utiliza las palabras, y vemos que en Querétaro el origen de la imprenta es la portátil del Ejército de las Tres Garantías, en donde se imprimió El Mexicano Independiente.

Y hablando de impresos, el próximo jueves 26 a las 19:30 horas se presenta el número 69 de la revista Blanco móvil, dedicado a crónicas y cuentos de la ciudad de México, en el restaurante-bar Chao Bella (Gante esquina con Madero), con la participación de Carlos Monsiváis, Cristina Pacheco, Eduardo Mosches y la que esto escribe, además de la música de Roberto González acompañando en la lectura de textos a Carlos Colombo y Cynthia Klitbo. Están todos invitados a tomarse una copa de vino.