Es del conocimiento público que el Centro Nacional para la Evaluación de la Educación Superior (Ceneval) realizó por primera vez en el mes de junio un examen de selección a los aspirantes a ingresar a las instituciones correspondientes de la zona metropolitana de esta ciudad, cuyos resultados se dieron a conocer a principios del mes de agosto. Este examen único sustituyó a los distintos exámenes de admisión que llevaban a cabo las principales dependencias educativas, permitió conocer la magnitud de la demanda para las distintas modalidades de la educación media superior en la zona metropolitana de nuestra ciudad, y ofrecer a la mayoría de los aspirantes un lugar en alguna institución de las señaladas como opciones preferidas. El total de aspirantes examinados fue de 260 mil 74, pero la cifra se redujo a 231 mil 311 cuando se conocieron las listas de los que habían aprobado todas sus materias de secundaria; como la oferta de lugares para el ciclo escolar 1996-1997 era de sólo 186 mil, se procedió a ampliarla en 48 mil 900 lugares más que en el año anterior, o sea cerca de una tercera parte (28.2 por ciento). Este fue un resultado muy positivo, pues hasta entonces no se tenía una idea precisa ni de la demanda real ni de la oferta, sino que se planeaba en función de estimaciones más o menos aproximadas. Al final quedaron los 231 mil 311 aspirantes mencionados para un total de 222 mil 434 lugares disponibles; se espera que la diferencia (8 mil 877) se cancele con los estudiantes aceptados que finalmente no se inscriben o no se presentan a clases, con lo que no se rebasará la capacidad de atención de las distintas instituciones. La promoción que se hizo a las distintas opciones educativas en la zona metropolitana, que no son tan conocidas como la UNAM y el IPN, tuvo como resultado que el número de las solicitudes de ingreso a éstas últimas disminuyera notablemente (25 mil menos en la UNAM y 15 mil menos en el IPN) y en cambio aumentara en el Conalep, en el Bachillerato Tecnológico y en algunos CECyT.
La complejidad de este esfuerzo masivo aumenta cuando se considera que fue el producto del trabajo coordinado de un grupo denominado Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Superior, en el que participan 9 instituciones diferentes, entre ellas la UNAM, el IPN, la UAEM, varias dependencias de la SEP, el Colegio de Bachilleres, el Gobierno del estado de México, etcétera.
En efecto, fue esta Comisión la que decidió llevar a cabo el concurso de selección, diseñó los procedimientos para realizarlo y encargó al Ceneval la elaboración y la aplicación del examen, con el objetivo de ubicar a los aspirantes aprobados en los distintos planteles, de acuerdo con sus preferencias y el puntaje de aciertos. Como resultado, el 56.7 por ciento obtuvo un lugar en la primera opción escogida por ellos, mientras que el 70 por ciento lo logró en alguna de las cinco primeras opciones y el 91 por ciento en alguna de sus opciones (podían señalar hasta 30). Naturalmente, y como era de esperarse en una empresa de esta magnitud, que además se realiza por primera vez, ha habido algunos problemas, como errores en la identificación de los requisitos (que se han corregido cuando se han identificado), aspirantes que desean cambiar de plantel por distintas razones (8 mil 803, o sea el 3.8 por ciento del total), y aspirantes inconformes con los resultados. Esto es inevitable, como también lo es el que se proteste en contra de todo el proceso, se hagan manifestaciones públicas frente al edificio de la SEP y se impida el acceso a la Torre de la Rectoría en la UNAM. Estoy convencido de que no importa qué se haga, aunque sea (como es el caso) un intento por darle cierto orden y racionalidad a prácticas inconexas e injustas, siempre habrá individuos afectados que estarán descontentos y que pretenderán que se cancele el esfuerzo y se regrese al estado anterior. El examen de admisión del Ceneval no es perfecto ni mucho menos; tiene problemas, como era de esperarse cuando se intenta cambiar prácticas heterogéneas que afectan a miles de seres humanos, pero mientras se conserve el espíritu del experimento, se reconozcan los errores y se tomen las medidas convenientes para corregirlos, será un elemento positivo y un avance en el difícil camino de proporcionar educación media a todos los mexicanos que estén capacitados para aprovecharla y que la soliciten.