Frente al gran misterio de la muerte y sobre todo antes de él, un pequeño misterio de este lado de la línea de sombra. La antigua herejía vuelta lugar común: las maravillas y consiguientes desgracias, los dramas y las pasiones, vicios y patrañas de la vida se fincan propiamente en la vida, el más acá donde ya no hay otro secreto que amar a la patria en una bienaventurada aquiescencia hacia las instituciones. Acta de nacimiento y cartilla de vacunación y una larguísima cadena de actas y cartillas hasta cerrar con la de defunción. Papel moneda, póliza de seguros, pasaporte y cartilla militar, licencia de manejo, declaración de impuestos, títulos académicos, premios y condecoraciones, melates varios. De papel en papel otro misterio hecho trizas.
Si el misterio es ante todo síntesis, qué mejor herramienta que el análisis para hacerlo tepalcates. Pedacitos de misterio que pisa sin darse cuenta el viandante y que el comerciante le vende luego a precio de menudeo. Los analistas televisivos se acaban los misterios de un dudoso fuera de lugar con base en ocho cámaras y ediciones instantáneas. Un detector de mentiras para los misterios pequeñines de orden estrictamente judicial y tan sólo un padrenuestro y diez avemarías (una bola grande y diez bolas chicas) para alcanzar, después de la jaculatoria, el tercer misterio: la coronación de espinas. El minucioso análisis químico de esa gota de rocío que contiene el universo entero: hache dos o. Y una lorentziana para analizar el ruido electrónico y un cariotipo para constatar el sexo y un análisis político para explicar el país y entender la coyuntura.
Un cómodo diván y atrás de las espaldas un analista serio todo oídos y gafas para enfatizar, amante auditivo a quien brindar las mayores intimidades, las palabras que nunca se habían dicho, los sueños más terroríficos y los más vergonzosos, el misterio todo que así poco a poco, comprensiva, pausadamente va dejando de serlo. El conocimiento, sí, el conocimiento de sí, la evolución del intelecto que triunfante se erige sobre las cenizas de aquel enorme misterio que en sus orígenes lo impulsó a rebelarse contra la tiranía de la superstición y el miedo cosmogónico. La conquista de las tinieblas y su consistente amenaza a partir de la victoria mayor: la aceptación en vida de la propia muerte en brazos de su supuesto gemelo, el erotismo. Mi mamá me mima: el epitafio total. (Doscientos pesos.)
Pequeño misterio de la vida, sortear los acertijos del camino y llegar a salvo a la tumba entre tanto hervidero y tanta chingadera, linchamientos tan a la moda, tan a la moda la muerte por arma blanca o de fuego y agazapados el cáncer y el infarto: un paso igual al anterior igual al venidero en marcha lúcida y resignada al sucedáneo moderno del Hades: un punto en las gráficas de mortalidad.
``Los confundes con las bestias salvajes --dice el sátiro a la hamadríade en vísperas del Diluvio--. Ningún mortal sabe entender que muere y mirar a la muerte. Es preciso que corra, que piense, que diga. Que hable a los que aún quedan.''