Bernardo Bátiz V.
Chiapas y el resto del país

Después de que el EZLN se retiró de las pláticas de San Andrés, no como causa de una crisis del diálogo, sino más bien como expresión o consecuencia de esa crisis, se ha hecho necesario que todos los participantes en la pacificación busquen nuevos caminos y soluciones a los problemas que estorban la reanudación del diálogo.

Del lado de la sociedad, y digámoslo de algún modo, del lado de quienes con más interés buscan salidas a la tensa y larga tregua que se vive en el estado de Chiapas, surgen propuestas que no dejan de ser interesantes y que requieren de un ambiente de comprensión para darles cauce y obtener con ello utilidades prácticas en bien de la distensión.

Una de estas propuestas es la invitación que se ha formulado al Ejército Zapatista para que envíe una representación al Congreso Nacional Indígena que tendrá lugar próximamente en la ciudad de México. La salida de algunos de los dirigentes zapatistas de Chiapas, su traslado a la capital del país y su presencia en el Congreso, pueden ser riesgosas, pero sin duda muy útiles para la reanudación del diálogo, porque la voz de una de las partes, la más agraviada históricamente, la que tiene de su lado la razón histórica para luchar en legítima defensa, podrá ser oída en el ámbito propicio de un congreso indígena.

En Chiapas, el aislamiento, la falta de respuestas de los representantes del gobierno, los kilómetros de distancia con el centro neurálgico del país, han tenido su efecto negativo; luego lo largo, tedioso e infructuoso de las negociaciones, ha empantanado primero las pláticas de paz, y después la aparición inquietante del EPR y el avance de fuerzas militares y presencia de paramilitares en Chiapas, en especial en el norte del estado, acabaron por dar causas a la interrupción de las pláticas pacificadoras.

El rompimiento es indicio también de que el EZLN está consciente de que el problema de la paz ya no se circunscribe al riesgo de violencia en un estado de la República, sino que la presencia generalizada del Ejército, los brotes guerrilleros que se han multiplicado y la inseguridad y anarquía que van en aumento, no en un punto de nuestra patria, sino en todos, hace necesaria una búsqueda de la paz más allá de Chiapas. Por ello, sería lógico que los zapatistas pudieran dejar su entidad y participaran en el Congreso Indígena, del que por obvias razones no pueden estar ausentes, y en el que seguramente aportarán su visión de las cosas, mas allá de las fronteras chiapanecas.

De la contraparte también hay que esperar claras propuestas de paz, y no sólo el incremento de la presencia de elementos de guerra.

Así las cosas, la Conai, que anunció para hoy mismo un comunicado o iniciativa de pacificación, y la Cocopa, tendrán mucho que hacer en las próximas semanas; deberán demostrar que pueden obtener de ambas partes gestos de apertura y buena voluntad, y que pueden sensibilizar tanto al gobierno como a la opinión pública sobre el riesgo de que la violencia, que va en constante aumento, se generalice en el país. Ya no es sólo Chiapas, el receso en las pláticas de San Andrés así lo indica, es todo México. Conai, Cocopa, EZLN, gobierno, sociedad civil, requieren de un replanteamiento, de una revisión de objetivos del diálogo y de un esfuerzo común porque prevalezca la tolerancia y se eleven las miras.