Octavio Rodríguez Araujo
Demagogia

``Una cosa es un pronunciamiento de un partido, y otra son los actos de gobierno''.

Santiago Oñate, presidente del PRI (La Jornada 26/9/96)

Antes de Salinas de Gortari, siendo presidente Miguel de la Madrid, el PRI se guiaba, supuestamente, por los principios del nacionalismo revolucionario y, sin embargo, fue precisamente en ese sexenio gubernamental cuando se dio el cambio estructural recomendado por el FMI y el Banco Mundial para facilitar el dominio en México de lo que ha dado en llamarse ``globalización económica'' en beneficio, principalmente, del gran capital financiero mundial.

En el gobierno de De la Madrid, la tecnocracia, que se venía acomodando desde varios años antes, tomó posesión del poder ejecutivo federal, y no importó para nada que el PRI tuviera principios que, por lo menos en la letra, contrariaran los propósitos de la nueva categoría social en el poder (uso categoría social en el sentido que le da Michael L”wy en Pour une sociologie des intellectuels révolutionnaires). La vieja burocracia política tuvo acomodo en el gabinete presidencial, de la misma manera que en el Congreso de la Unión. Pero esto también ocurrió con Salinas de Gortari y, representantes de aquélla, de la vieja burocracia política, siguen presentes en el gobierno de Zedillo.

En otros términos, las resoluciones de la XVII Asamblea del PRI, pese a los regateos que se le han querido hacer, no son impedimento para que la tecnocracia (categoría social) siga gobernando o, si se prefiere, siga influyendo determinantemente y desde el poder en la marcha del país. En la administración pública, particularmente en sus franjas medias y superiores, ya están los tecnócratas y ahí se van a quedar puesto que a los representantes del ``nacionalismo revolucionario'' (defensores --han dicho-- de la justicia social) ya se les ha excluido por ``obsoletos''. Y, hay que recordarlo, es en la administración pública en donde se deciden los planes y programas de gobierno y las políticas económica, fiscal, social, educativa y laboral del país.

Si la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos es letra muerta para el gobierno (por ejemplo el todavía no reformado artículo 25), ¿qué se puede esperar de los documentos fundamentales del PRI que no tienen carácter de ley? Se pecaría de ingenuidad al creer que las resoluciones de la asamblea priísta significan un cambio en México. Es demagogia para revitalizar el espíritu de la militancia de ese partido, y eso está bien para el PRI, pero no nos confundamos: para el futuro de México nada ha cambiado.

Se me dirá que los candados logrados para las candidaturas priístas a la Presidencia de la República y a los gobiernos de los estados son muy importantes porque con ello se impide que los tecnócratas lleguen a ocupar esos cargos. Puede ser, pero aunque así fuera, se pasan por alto dos circunstancias de la real politik: a) que un gobernador sin el apoyo del Presidente de México poco podrá hacer en su estado mientras el federalismo no sea una realidad en todos sentidos; y b) que el mismo Presidente, sin independencia de los grandes grupos financieros mundiales (y sus representantes institucionales, como el Banco Mundial y el FMI) y sin independencia tampoco de los tecnócratas que dirigen y dirigirán la administración pública, no podrá hacer gran cosa. (Lo de los senadores es irrelevante, aunque no sea escamoteado a la Asamblea.)

No sé si es ignorancia o amnesia de los priístas y de quienes se hacen eco de sus reformas, pero parece olvidarse que el PAN, por ejemplo, en su Plataforma Electoral 1994-2000 ya se había manifestado en contra del modelo --cito-- ``impulsado por la tecnocracia liberal-social'', que calificó como un modelo que ``incurrió en una sobrevaloración del capital y la tecnología, frente a una devaluación del trabajador y del trabajo'' y que, además, cosa que no hace el PRI, este partido se define ``prioritariamente... a favor de las víctimas del abuso de poder y de la explotación del hombre por el hombre'' (cursivas mías). Aún así, tampoco puede decirse que los panistas sean fieles a sus documentos y que --en donde han tenido oportunidad de demostrarlo-- hayan actuado en contra del modelo neoliberal (liberal-social, en referencia al salinismo) y en favor de los trabajadores.

Discursos, plataformas, declaraciones. Papel. Lo que quiere el pueblo mexicano son hechos y no más de lo mismo bajo diferentes discursos.