Recibí, junto con una invitación, una tarjeta mecanografiada que a la letra dice: ``Lo exclusivo del teatro mexicano, no es lo único que existe, también el teatro joven es digno de ser visto, ignorarlo es asesinarlo mustiamente. Tu opinión es importante, con todo respeto'' y aquí nombre y rúbrica de la autora y directora del montaje al que se me invitaba. Me costó algo de esfuerzo comprender la nota: hasta la fecha ignoro qué cosa pudiera entender la autora por lo exclusivo del teatro mexicano. Adivino un poco y pienso que se ha de referir a los teatristas de gran trayectoria; sin adivinar, me doy cuenta de que se me regaña porque no atiendo a los jóvenes. No conozco a la teatrista en cuestión, a pesar de que elige tutearme, pero creo que es joven. Y si escribo acerca de todo esto es porque estoy un poco harta de que algunos muchachos me exijan que vea lo que hacen, pero no leen lo que yo hago: si lo hicieran, sabrían del entusiasmo que me despiertan muchos talentos de las nuevas generaciones.
Por otra parte, el peregrino uso del lenguaje, sintaxis y puntuación incluidos en la nota me invita poco a ver la obra de quien tan mal escribe y, por supuesto, no la veré así la asesine mustiamente. Y esos tropiezos con la escritura se pueden advertir, también, en la presentación del nuevo ciclo de lo que siguen empeñándose en llamar ``Laboratorios del Teatro Santa Catarina'' (en el que algún nuevo director se permite adaptar una obra de David Mamet sin ofrecer el crédito respectivo). Elijo, de las varias escenificaciones, dos con una presentación bien escrita y de cuyos responsables, además, ya tenía antecedentes.
De Alejandra Trigueros se conocía su primera obra, Una de tres, en la que ya se advertía su brillante ingenio, aunque su texto no fuera demasiado acabado. Ahora, con la comedia Los amantes no se buscan... no solamente conserva sus indudables dotes para el diálogo chispeante sino que dota a cada personaje, sobre todo a los femeninos, de autenticidad. Explora con ironía las vidas de dos parejas más bien grises, en que los hombres se mueven a su gusto y en que las mujeres ansían cualquier cosa que las saque de su rutina de amas de casa, así alguna vuelva ``al redil'' más o menos contenta. El detonador es la pasión amorosa despertada por un personaje que no aparece en escena. A mi entender, la autora parece decir que en esos matrimonios más bien rutinarios, la pasión es algo inexistente; su ligereza, esta vez, contiene muchos elementos de crítica, con lo que se vuelve mucho más interesante que en su opera prima.
La dramaturga dirige su obra, con lo que se inscribe en una corriente que ya da muy buenos frutos. Dirige con un trazo escénico muy limpio y muy preciso en el que aprovecha todas las áreas que le ofrece la excelente escenografía de Flavia Hevia, en dos planos y a base de muebles de acrílico transparente (Y hay que subrayarlo, porque las escenografías no siempre son tan buenas en estos ciclos). Alejandra también dirige con mano certera a sus actores y logra, en suma, un destello de teatro muy profesional en el Santa Catarina.
En otra tónica, y en lo que supone una búsqueda de otros lenguajes escénicos --lo que Estela Leñero, la directora, llama ``los nuevos realismos''-- se inscribe el montaje del extraño texto Tu amigo es el mío de María Alicia Sánchez, novel autora que lo escribió cuando sufría pena de cárcel. Esto, que sería meramente circunstancial y anecdótico en otro contexto, ilumina de alguna manera la obra, con las pugnas por el poder y las amistades-enemistades que se dan en todos los ámbitos, pero que en prisión se agudizan por razones obvias. Así, la secta a la que pertenecen las ex reclusas que protagonizan la obra y los signos mágicos que se nos ofrecen, muy bien podrían ser una metáfora de algo vivido en carne propia.
Estela Leñero dirige con gran solvencia, respetando las convenciones de espacios y tiempos que el texto propone y añadiendo un nuevo elemento perturbador --la cama de hierro sin tambor y sin colchón y ropa de cama-- en su escenificación. El grupo Grande y pequeño compuesto por cinco actrices egresadas del CUT --y a quienes ya le conocíamos un amor médico asesorado por su maestro Erando González--, esta vez no sólo invita a una directora y a un actor, sino que muestra su capacidad para jugar varios estilos, el neoclásico para Molire y el realista en la escenificación presente.
Termino con unas líneas que hablan de algo muy diferente, pero que es preciso consignar. El actor Eduardo López Rojas sufre una grave enfermedad que requiere de una operación en un hospital de Los Angeles, California, con la que se puede salvar una de sus piernas amenazada de amputación. Como siempre, sus compañeros se han solidarizado con él y ofrecerán un Festival artístico en el Teatro Julio Castillo los días sábado 28 y domingo 29, de las 11 a las 16 horas, para recabar fondos en su beneficio, y en el que participará mucho de lo mejor del gremio.