Paraliza a Argentina la huelga general
Stella Calloni, corresponsal, Buenos Aires, 26 de septiembre Con una multitudinaria manifestación de aproximadamente cien mil personas en esta capital y de más del doble en todo el interior del país, se inició aquí el paro general de 36 horas convocado por la Confederación General del Trabajo (CGT), con el apoyo de todas las centrales sindicales, estudiantes, pequeños y medianos empresarios y opositores, en la medida de fuerza más importante contra la política económica del gobierno de Carlos Saúl Menem desde 1989.
Durante el quinto paro contra este gobierno, Rodolfo Daer, secretario general de la CGT, dijo que ``el pueblo no perdona la traición'', y advirtió que si no hay soluciones ``nos queda el camino de la lucha y no vamos a bajar las banderas''.
Pero el gobierno ratificó de nuevo que continuará con sus medidas, y el ministro del Interior, Carlos Corach, ironizó sobre la movilización diciendo que había 50 mil personas y que eso mismo se podía reunir en un partido de futbol. Sonrientes, como si nada sucediera, los ministros de Trabajo, Armando Caro Figueroa, y de la presidencia, Jorge Rodríguez, trazaron un panorama óptimo de las propuestas gubernamentales y criticaron a la oposición con un lenguaje despectivo.
En tanto, en todas las capitales provinciales hubo actos similares, y sólo se registraron incidentes aislados como el incendio de nueve autobuses, algunas escenas de pugilato entre manifestantes y vidrieras rotas en Córdoba por bombas de estruendo.
``Vamos a reventar la Plaza'' había dicho Daer, y así sucedió. La protesta comenzó desde el mediodía, y mientras se cerraban oficinas, bancos y fábricas, los bombos y la cohetería se hacían sentir en todas las calles. Junto a los dirigentes de la CGT, el Movimiento de Trabajadores Argentinos --reintegrado a aquél-- el Congreso Argentino de los Trabajadores, ingresaron también a la Plaza de Mayo, poco antes de las 16 horas, los líderes de las centrales sindicales de Brasil, Paraguay y Uruguay (países socios de Argentina en el Mercosur), que decidieron acompañar esta protesta en un acto único en los últimos años.
Encolumnados detrás de banderas y pancartas, haciendo sonar los bombos, miles de trabajadores convergieron desde distintos puntos de la capital hasta cubrir la Plaza y sus alrededores. Unos dos mil policías controlaban a los manifestantes, pero la seguridad de los propios trabajadores evitó todo tipo de violencia. ``¿Qué ha pasado compañeros, que pasó con la revolución productiva, el salariazo?'' se preguntó Daer ante la multitud, que coreaba fuertes consignas contra el gobierno.
``Este pueblo dio mucho, pero estamos viendo a los queridos jubilados deambulando por las calles, los salarios de hambre, jóvenes que no hallan trabajo. No tenemos una vida previsible y tenemos miedo de perder el trabajo'', añadió, antes de advertir: ``no queremos ser una colonia; colonia no, patria auténtica, sí''.
Defensa de la soberanía
Daer dijo que el pueblo está ``harto de los ajustes'', y mencionó la grave situación de las provincias, con las economías regionales quebradas. Asimismo, planteó que después de la flexibilización impuesta, ahora se quiere terminar con los contratos colectivos de trabajo. ``Todos juntos podemos. Es posible tener un país frente al neoliberalismo. A ellos ¿qué carajo les importa el pueblo o esta patria? Somos nosotros, los hombres del trabajo, de la cultura, del estudio, que estamos hartos del ajuste, de las falsas promesas. Creen que somos tontos. Queremos un gobierno para el pueblo, y no para el Fondo Monetario''.
Ante los silbidos de la multitud contra el FMI, Daer recordó que para conocer ``lo que va a pasar con la legislación laboral hay que leer las notas del FMI. Entonces ¿dónde está la soberanía?''. También planteó las dudas sobre el destino final del dinero de las privatizaciones --más de 25 mil millones de dólares-- y recordó que luego de todos los sacrificios, hay ahora más de tres millones 500 mil desempleados. ``Dicen que somos nostálgicos. Sí, somos nostálgicos de un país integrado, donde todos nos desarrollábamos con equidad, no dependiendo de organismos económicos financieros''.
También se pronunció por la modificación del sistema tributario y por que paguen ``los que más tienen, que son los que evaden permanentemente''. Pidió proteger a la industria nacional y desarrollar el aparato productivo: ``El general (Juan Domingo) Perón nos decía: o nos salvamos todos, o no se salva nadie''.
En severa crítica al gobierno, afirmó que se trata de crear confusión con las mentiras del ajuste, y señaló la necesidad de construir un país distinto, integrado, en crecimiento; agregó un fuerte ``No a la entrega'', que fue saludado con un sonar de bombos, y añadió que la pretensión del Ejecutivo de ridiculizar el paro ``es un síntoma de debilidad''.
Advirtió además que ``nadie puede gobernar sin el pueblo'', y concluyó con un llamado a construir un país contra los ideólogos del neoliberalismo al afirmar: ``si no hay soluciones, nos queda el camino de la lucha''.
Todos los líderes de la oposición estaban allí, así como las Madres de Plaza de Mayo (Línea Fundadora), artistas, cineastas, pequeños y medianos comerciantes, muchos empleados de traje y corbata, tal y como habían llegado a sus trabajos. Hubo lágrimas. Muchos no podían explicar la situación que viven sin que la voz se les quebrara. ``He trabajado 30 años y me han llamado para decirme que olvide la antigüedad, acepte un salario mínimo o elija ir a la calle, y a lo mejor me pagan una indemnización en cuotas o no me pagan nada'', decía un metalúrgico.
La indignación había crecido de tono desde el paro del 8 de agosto y luego del apagón, que ya fueron advertencias para el gobierno. El antiguo dirigente metalúrgico, Lorenzo Miguel, dijo que Menem debía escuchar ``alguna vez'', y ver que ``en la Plaza estuvo la representación de toda la sociedad. Dice que no dialogamos. Hace siete años que estamos sentados dialogando, y cuando proponemos algo lógico nos contestan con decretos. Si los dirigentes perdieron credibilidad fue por ceder ante el gobierno. Lo que nos reprochan es que no hayamos actuado antes'', dijo Miguel a La Jornada. Muy cerca, Rodolfo Terragno, presidente de la opositora Unión Cívica Radical, advirtió que su partido recurrirá a la justicia para hacer oír las propuestas.
Solidaridad regional
Eduardo Ojeda, junto a otros secretarios de centrales sindicales de Paraguay, su país, así como Vicente Vicentinho da Silva, de la poderosa Central Unica de Trabajadores, de Brasil, admitió que ``la situación que vive hoy Argentina se ha extendido a todas partes; entonces, estamos viendo cómo se pueden dar futuras acciones comunes dentro del llamado Mercado Común del Sur''.
Ojeda señaló que la situación es ``desesperante'' en su país, donde bajo una intensa presión del FMI se intenta privatizarlo todo y ajustar ``como si se pudiera ajustar más a un pueblo tan pobre que apenas comenzó a respirar después de una dictadura de casi medio siglo. Están enfermos de poder, y sólo ven cifras de dinero para ellos, sus bancos y su mundo''. Vicentinho señaló que los organismos financieros ponen a Argentina como ejemplo, pero nunca dicen que la situación social ha llegado a un límite imposible de soportar. ``Nos quieren obligar a volver a la esclavitud. Eso está superado, y no lo vamos a aceptar. Es posible que en el futuro se concreten huelgas conjuntas ante la gravedad de la situación, de lo cual se hablará en las próximas horas.
Menem dijo irónicamente que éste era un paro ``turístico'', pues coincidió con el fin de semana. Efectivamente, los más ricos partieron hoy a Punta del Este, ostentosa playa de Uruguay. Los trabajadores les respondieron en las calles, en las plazas, y cuando el acto inició, estuvo allí la liturgia peronista de siempre: primero se cantó el himno nacional, y luego la marcha peronista. Fueron varios mensajes para el mandatario, pero muy pocos creen que dará marcha atrás.
Sindicalistas y políticos coincidieron en señalar que toda propuesta alternativa que se presenta es rebotada por el gobierno. ``Si Menem no escucha a nadie o está encerrado en un círculo que le impide oír al país, va a vivir momentos difíciles, pues la situación es insostenible. Hay millones desempleados, otros millones que no cobran salario hace meses. Nadie podrá pagar esos impuestos. Ahora suben la nafta, el gasoil, otro 66 por ciento. Nuestros sindicatos se han convertido en lugares de caridad, y los funcionarios siguen hablando de un país inexistente. No ven la pobreza, el hambre, la tragedia, ni las peregrinaciones a las iglesias esperando el milagro. Pero el milagro sería una conducta sensata de un gobierno que perdió el camino y sólo responde con soberbia . Esto indica un camino de tragedia para el país, que nadie quisiera vivir'', dijo Hugo Moyano, de Camioneros, a La Jornada.
Esta noche se suspendió el transporte, hay sólo guardias en los servicios esenciales y mañana el paro podría tener un acatamiento nacional de casi 90 por ciento. Hay un mensaje muy claro, este paro fue contra el gobierno y el FMI. El presidente Menem enfrentará a una buena parte de su propio partido. Se inicia otro momento político en la vida del país