Abrir espacios de diálogo, intención del Congreso Indígena: Elorriaga
Blanche Petrich Ante el próximo viaje de los jefes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional a la ciudad de México para asistir al Congreso Nacional Indígena, el movimiento que simpatiza con los rebeldes de Chiapas se ha empeñado ``en que vengan, pésele a quien le pese. Y el gobierno en que no vienen, pésele a quien le pese''. Y ello ha desatado una guerra de papel ``a la que hay que ponerle punto final'', dice Javier Elorriaga, del Frente Zapatista de Liberación Nacional.
``No se trata de cerrar los espacios del diálogo que estamos tratando de abrir'', señala, y subraya que la polarización en torno a este punto puede hacer que se olvide que el objetivo final ``no es la traída de los zapatistas'', sino la realización exitosa del Congreso Nacional Indígena bajo el lema ``Nunca más un México sin nosotros''.
--¿Hay decisión de que venga el subcomandante Marcos?
--No lo sabemos. La invitación es al Comité Clandestino y ellos deciden a quién envían, quién los representa. Aún no han comunicado cuál es su decisión.
--¿Qué se buscó con esta invitación? Aunque no se quiera, si vienen los zapatistas el hecho mismo rebasará el sentido del congreso.
--Puede ser. Otras fuerzas, incluido el Frente Zapatista, consideramos que se debe ampliar el diálogo con el gobierno, que se debe plantear un verdadero diálogo nacional. Eso es lo que se persigue: abrir espacios de diálogo, no cerrarlos.
--El lema del congreso parece ser una clave: ``Nunca más un México sin nosotros''.
--A mí me dice dos cosas: que los indígenas quieren un lugar en la patria, y que lo quieren junto con los demás. No es una postura excluyente. Con ello quieren decir: cabemos todos y juntos podremos aprender.
--Habrá quien vea el viaje de los jefes del EZLN como una provocación...
--No hay que perder de vista cuál fue el marco en el que se dio la invitación para que el CCRI venga a México. El Congreso Nacional Indígena, que es consecuencia del foro al que convocó el EZLN en enero de 1996, decidió que los zapatistas son un movimiento como tantos otros y que merecían y tenían que estar aquí. ¿Por qué no, sin son parte del debate?
``El congreso rebasa lo que inicialmente fue la agenda del foro. Y una de ellas es ver qué ha ocurrido con los acuerdos firmados en la mesa de San Andrés Larráinzar sobre derechos indígenas y las reformas constitucionales que se requieren para hacerlos viables. Su incumplimiento es, desde luego, uno de los puntos que generan más preocupación entre las organizaciones convocantes.
``El incumplimiento da la medida del caso que se le hace en este país a los indios. Si el Congreso sigue ignorando esos compromisos y no aprueba como ley reglamentaria al artículo cuarto lo que se aprobó en los foros que se realizaron, el mensaje va a ser muy claro. ¿Cuál es la salida lógica, entonces? ¿Para qué dialogar?
``No es que planteen un ultimátum, pero este nuevo olvido sí puede marcar un punto muy crítico de lo que puede pasar si ni los ven ni los oyen.
``Y no queremos decir con ello que hay que acabar con San Andrés. No, esa mesa está bien, debe continuar, pero hay muchas más propuestas que han salido de la sociedad y de las organizaciones que también tienen que encontrar su cauce.
``Un ejemplo: del Foro Especial para la Reforma del Estado (junio 1996, San Cristóbal de las Casas) salieron muchos planteamientos consensados entre grupos que van desde el centro hasta la ultraizquierda, si es que eso existe. En ocho mesas se discutió la forma de transitar hacia la democracia. Y éstas ya no son sólo demandas zapatistas, es un amplio espectro con algo qué decir a propósito de la transición''.
--No es el mismo momento político ahora, fines de septiembre, con la negociación con el gobierno suspendida y el EPR en el escenario, que julio, cuando se planteó la invitación. ¿Es pertinente mantenerla?
--Es el mejor momento. Ante la crisis del diálogo, ¿por qué no ampliarlo? Insisto: no se trata de retar, no se trata de convertir la traída de los comandantes zapatistas en un fin.
--Pero si llegan a venir, sin duda serán el platillo fuerte del congreso. ¿No crea esto confusión, hasta el grado de eclipsar el fin real del congreso?
--Puede ocurrir, porque nos hemos ido con la idea de que la traída de los comandantes es el objetivo final. Es importante, pero no es lo más importante. Algo que tiene que ser parte de la solución pacífica se está convirtiendo en parte de la guerra. No es lo que queremos. Unos dicen que es una forma de romper el cerco. Otros dicen que el cerco no se rompe. Resultado: se refuerza el cerco. No se trata de eso.
--¿Y si no vienen? ¿Se cierra el diálogo?
--No se puede plantear así. Pero llevar todo al blanco y negro es pasar por encima de otros espacios de diálogo que se están abriendo. Hay muchas agendas... la de Convergencia contra el proyecto económico del gobierno, El Barzón, el movimiento estudiantil. Los zapatistas son sólo una instancia más.
``No queremos que la traída de los zapatistas compita con otros esfuerzos. Un ejemplo... hay quienes ya están viendo la marcha del 2 de octubre como un campo para medir fuerzas sobre el asunto del viaje del CCRI. Error... error. El 2 de octubre es el nomeolvides de Tlatelolco, nada menos y nada más.
``No es justo ni necesario zapatizar todos los movimientos, en parte porque no queremos que se nos acuse de jalar agua para nuestro molino''.
Ahora es cuando este movimiento es más necesario
--¿Por qué no esperar otro momento para un movimiento tan complejo?
--Porque ahora es cuando es más necesario. La voluntad del CCRI de salir de Chiapas es la señal más clara de que lo que quieren es la paz. Si quisieran la guerra estarían en su retaguardia, preparándose para guerrear. Y no, lo que quieren es salir, en plena crisis de diálogo, a buscar otros diálogos.
``Hay que entender lo difícil que es para ellos algo así. Ellos, ante la opción de pelear, reaccionan como lo más natural. Para eso se prepararon. En cambio, ante la opción de negociar se ponen a temblar. Y sin embargo lo están intentando, porque consideran que es lo mejor para todos, incluyendo al gobierno''.
--Viajar a México así, sin el colchón de que al menos esté caminando el diálogo, ¿no es mucho riesgo?
--Es mayor el riesgo de una guerra, y no para ellos sino para el país. Es mayor el riesgo si se aprueba una ley de derechos indígenas que no contemple lo que piensan los indios. Sí, ellos nuevamente dejan atrás su seguridad, pero el gobierno no tiene que preocuparse por eso. Ya están mayorcitos