José Woldenberg
Garantías médicas y legales para abortar

1. Aquéllas mujeres cuyas convicciones éticas o religiosas les impidan recurrir al expediente extremo del aborto, tienen sin duda toda la razón y el derecho a no echar mano de una práctica que atenta contra su fe o sus certezas.

2. No obstante, aquéllas que por muy distintos motivos se vean en la necesidad de abortar, deberían contar con todas las garantías legales y de salud, es decir deberían poder realizarlo en las mejores condiciones de higiene y atención médica y sin la amenaza que se desprende de considerar al aborto como un delito.

3. Es decir, las primeras no tienen derecho de querer imponer sus prejuicios a un conjunto social en el que coexisten reacciones no sólo diferentes, sino posiciones enfrentadas.

4. Por ello se propone despenalizar el aborto, y resulta insultante plantear que exista gente que lo promueve. No conozco a nadie que lo postule como un método de planeación familiar ni como un recurso mecánico, pero el que no cierra los ojos ante una realidad que pone en peligro la vida de miles y miles de mujeres, sabe que el aborto se practica todos los días, es un recurso extremo, y ninguna mujer, que se sepa, aborta por gusto.

5. No se trata tampoco de inducir al aborto, ya que para evitar los embarazos no deseados deberían desplegarse intensas campañas de información sexual y poner al alcance de todos quienes lo deseen los muy distintos métodos anticonceptivos. Una política preventiva es absolutamente necesaria, prioritaria. Educación, información y acceso a los anticonceptivos pueden ser los tres eslabones para ejercer una sexualidad plena, digna y responsable.

6. No obstante, e incluso en los países donde las campañas informativas son más eficientes, miles de abortos se practican al año, y en nuestro país en condiciones adversas para la salud y bajo una legalidad hostil. La ley los castiga, nadie (o casi) los persigue, no se conocen delatores de abortos porque la sociedad mira a las mujeres más con comprensión y piedad que con afanes punitivos, no obstante, un cierto espíritu hipócrita prefiere mirar hacia otro lado.

7. Cerrar los ojos a un fenómeno que se produce todos los días en las peores condiciones de higiene y de atención médica, con los riesgos que conlleva para la mujer, es la peor política, una fórmula ciega e inclemente que condena a miles y miles.

8. El aborto es un problema de salud, como lo puede atestiguar cualquier médico. La doctora Ana Langer informaba ayer que las complicaciones que se derivan de él son la segunda causa de internamiento en los servicios de ginecología y obstetricia, después, por supuesto, del parto normal.

9. Además, la inequidad social gravita con fuerza sobre él. Las mujeres con más recursos logran tener un mejor cuidado médico que las más pobres, las que en no pocas ocasiones caen, por necesidad, en manos de charlatanes que las atienden de la peor manera.

10. El aborto es un asunto de decisión personal de la mujer y si se quiere de la pareja, y ni el poder público ni las iglesias deberían tener facultades para entrometerse en tan ya de por sí difícil decisión.

11. El aborto debe salir de los circuitos escondidos para aminorar los riesgos de las mujeres, para que médicos y enfermeras no tengan que practicarlo en las catacumbas y con el riesgo de ser perseguidos y/o chantajeados, y en una palabra, para ofrecerle atención médica adecuada a las mujeres que decidan recurrir a él.

12. Hay que modificar la ley. La vida de miles de mujeres y un problema de salud tan grave no puede enfrentarse con prejuicios intolerantes. Y por lo pronto, se podrían ampliar las causales para que el aborto pudiese practicarse dentro, por supuesto, de un límite de tiempo a partir de la concepción.

13. Hay que recordar que nuestras propias leyes no prohíben sin más el aborto, sino que en los casos de violación o cuando peligra la vida de la madre se permite y en no pocos estados también por razones eugenésicas, además de que el aborto llamado imprudencial tampoco tiene castigo. Y en Yucatán, para citar un ejemplo, se tolera por causas económicas cuando la mujer tenga tres o más hijos.

14. En decenas de países existen legislaciones tolerantes, abiertas, comprensivas, y en los más desarrollados es normal considerar como legítimo el aborto ``por voluntad de la mujer''.

15. Porque al final el aborto debe ser entendido como un asunto de conciencia, en el que cada mujer, cada pareja, actúe de acuerdo a sus convicciones. Y la ley bien puede ampliar el margen para ejercer a conciencia la decisión.