El llamado al diálogo nacional, de la sociedad civil, no de la Conai: Aubry La propia Cocopa lo consideró necesario en un documento, dice el historiador
Hermann Bellinghausen, enviado/ I, San Cristóbal de las Casas, Chis., 28 de septiembre ``La paz ya no depende de una decisión de las partes en San Andrés'', considera el historiador y antropólogo Andrés Aubry. ``Esa es la razón fundamental de la suspensión del diálogo. Los problemas superaron a las partes''. En su opinión, el actor indispensable para resolver la crisis y avanzar en la pacificación es la sociedad civil, y el diálogo nacional supone ``crear espacios'' para la paz.
Aubry ha sido un atento observador del proceso de paz de Chiapas desde enero de 1994. Valdría decir que él es la memoria viva del proceso. Nadie como él ha leído y conoce los documentos, las discusiones, las crisis, las repercusiones públicas del diálogo, de la catedral a San Andrés. Ahora, le preocupa la manera en que se ``distorsiona'' el reciente documento de organizaciones civiles y personalidades pronunciándose por un diálogo nacional. ``Fue visto por la Secretaría de Gobernación como un intento de protagonismo de la Conai y cosas así'', deplora.
``Hay que ver en el papel lo que es'', señala Aubry, quien por deformación profecional se remite a los documentos siempre. ``Es una declaración de la sociedad civil, con un conjunto de firmas muy consistentes, de personalidades y organizaciones importantísimas que no tienen nada que ver con la Conai. El obispo de Tuxtla, Felipe Aguirre, no es de la Conai. Ni Monsiváis, o Cárdenas. No sé como pueden confundir ese documento tan significativo con la Conai. La sociedad civil se expresa ahí, de manera muy amplia''.
Aclarando su interpretación del proceso de diálogo nacional, Aubry ofrece una relectura contundente de los eventos: ``El diálogo de San Andrés es el eslabón de una gran cadena, no se puede pensar como entidad aparte. Depende de un proceso de paz que es nacional. Una de cuyas expresiones, privilegiada pero no única, es el diálogo de San Andrés, que ha sido, hasta ahora, el único canal del diálogo nacional''.
Y precisa: ``Lo es, primero, por exigencia de la Cocopa. En septiembre de 1995, la sesión séptima, o por ahí, empezó con una conferencia de prensa. Estaban la Conai completita y la delegación zapatista. Un comandante leyó la declaración de la Cocopa, también presente, diciendo que el diálogo nacional tenía que pasar por la mesa de San Andrés, y que la meta del diálogo nacional era la reforma del Estado''.
Aubry se anima al reconstruir los procesos: ``Allí, la Cocopa se comprometía a que el EZLN participara en el diálogo nacional. Ahora vemos que sólo por San Andrés pasó este diálogo. El acuerdo entre los partidos, en Bucareli, únicamente fue electoral. La dimensión y el contenido de San Andrés es nacional''.
Aquí entra la tesis de la Conai: ``El diálogo entre el gobierno y el EZLN es parte de un conjunto que supone todo un proceso de paz. Después del 28 de agosto, con la irrupción del EPR, quedó claro que no tenía caso discutir la paz en Chiapas si hay guerra en el resto del país; ahora hay más interlocutores''.
Desde el primer momento, según Aubry, la Conai se presentó como una instancia nacional, y como una expresión de la sociedad civil que debe intervenir como actor. Las partes aceptan esto. No hay por qué escandalizarse de que eso exprese la Conai. No hay misterio en su sintonía con la sociedad civil. Oficializada después, y reubicada con la Ley para el Diálogo'', la Conai es un actor del diálogo nacional.
Resulta la originalidad del aporte de la Conai, desde el primer momento, en lo que el historiador llama ``el inicio de la construcción de un nuevo país''.
``Ante todo, establece la primacía del diálogo sobre la simple negociación. Su segunda originalidad es que involucra a los actores sociales, desborda a las partes, y en ese sentido, también es resultado del diálogo entre las partes''.
Aubry dice no entender la hostilidad declarativa contra la Conai, acusándola de cosas que nunca ha dicho. ``Nunca se autodesignó ni pretendió extender su mediación a todo el país, a un presunto diálogo con el EPR y otras instancias''. Esta es la ``distorsión'' que le preocupa: ``La Conai dice, si lo primordial es el proceso de paz, tenemos que inventar una alternativa pacífica a `toda la fuerza del Estado', que diga no a las respuestas autoritarias a la disidencia. La disidencia se discute, pero no se elimina''.
El documento por un diálogo nacional, publicado el 25 de septiembre, ``avalado por la Conai y por muchos más'', indica que la verdadera instancia para fraguar el proceso de paz es la sociedad civil en su manifestación más amplia.
Para la reanudación del diálogo en Chiapas, Andrés Aubry considera que lo primero es ``instrumentar el diálogo nacional''. El blanco de la descalificación gubernamental podrían ser ``no sólo la Conai o los zapatistas, si no la sociedad civil''. Por eso, cree que la reanudación de San Andrés ocurrirá como fruto del diálogo nacional, de la creación de condiciones que permitan volver a dialogar.
Este ansioso lector de la realidad chiapaneca y mexicana, que lleva más de 20 años viviendo en San Cristóbal, arriba a su verdadera preocupación: el grave peligro que corre estos días la paz. En buena medida, porque sigue habiendo una percepción errónea de las culturas indígenas, y por lo tanto, un manejo equivocado de los conflictos que plantean las comunidades indígenas del país.