La Jornada 30 de septiembre de 1996

La cuenta secreta de Presidencia, caja negra del presupuesto: el político

Rosa Elvira Vargas En México no hay control del gasto público y el planteamiento del presidente Ernesto Zedillo para crear el Consejo de la Auditoría Superior de la Federación no resuelve el problema, ya que es superficial y ``muy abusivo'', asegura el dirigente perredista Pablo Gómez.

Al hacer el análisis histórico y actual de los gastos secretos del Presidente, a los que define como la ``caja negra del presupuesto nacional'', afirma que tanto la fiscalización del gasto público como el control y seguimiento del ejercicio presupuestal, deben modificarse con ``cirugía mayor''.

``Planteo todo esto en el marco de una reforma del Estado; la República debe refundarse sobre bases nuevas. El Estado es corrupto. No se puede meter a la cárcel a tres corruptos y decir que ya se resolvió el problema. No. La corrupción parte del Presidente, él es corrupto y no le demos vuelta'', asevera tajante el entrevistado.

Economista de formación y militante de la izquierda desde siempre --actualmente en el Partido de la Revolución Democrática--, Pablo Gómez refuerza tal convicción al enfatizar que la Constitución establece que no se puede hacer ningún gasto que no esté comprendido en el presupuesto y hay muchísimos que se realizan sin estar asignados a un objeto específico; también marca que nadie puede cobrar mas que lo marcado presupuestariamente --el sueldo--, y los bonos que se otorgan a todos los altos funcionarios públicos son completamente contrarios a lo estipulado.

Subraya que con la posibilidad discrecional de decidir y disponer de una parte muy grande del presupuesto federal, el Presidente ``vive en estado de violación cotidiana del orden constitucional en materia de recursos públicos''.

A propósito de la reciente publicación de su libro: Los gastos secretos del Presidente. Caja negra del presupuesto nacional, Gómez comenta que una de las bases del presidencialismo es la capacidad del Ejecutivo de decidir sobre montos presupuestarios elevadísimos, más allá de los factores políticos o ideológicos. Así, de acuerdo con sus cálculos, Carlos Salinas de Gortari dispuso discrecionalmente, durante los seis años de su gestión, de 50 mil millones de pesos.

Esa ``grandísima'' cantidad, explica, se integró de los tres grandes rubros que conforman los llamados gastos secretos: los que legalmente lo son --y que ascienden a 650 millones de pesos--; el ramo 23 --para el que este año se aprobaron 32 mil millones de pesos-- y las transferencias a las entidades federativas al margen de los convenios de coordinación fiscal.

``De ese tamaño --explica Pablo Gómez-- fue el poder económico directo de Salinas; su poder presupuestal, dinerario. Y eso, sin tomar en cuenta toda la fuerza económica que implicaban las privatizaciones, las concesiones de otro tipo, las licencias, las autorizaciones que tienen fuerza económica''.

Incluso, en opinión del ex asambleísta y ex diputado federal, habría que hacer otro libro exclusivamente para analizar el poder económico del Presidente de la República, no sólo presupuestal sino las decisiones en materia económica que asume y que inciden en los negocios y en general en toda la economía nacional.

Si bien la génesis de los gastos secretos está en la incorporación de ese rubro a la Constitución, Pablo Gómez establece que es Miguel Alemán, durante su presidencia, quien crea el ramo 23 y lo convierte en la caja negra del presupuesto. Incluye ahí los subsidios y gastos de todo género hechos directamente por el Presidente con el propósito de quitarle fuerza política a los secretarios de Estado.

``Alemán, sentencia Gómez, sin lugar a dudas es un reorganizador de la corrupción pública y un instaurador del Estado corrupto como tal. El otro gran reorganizador de la corrupción es Carlos Salinas. Ambos procedieron así en momentos en que todo era un desastre; faltaba control sobre la corrupción y lo que hizo Salinas de Gortari, incluso siendo secretario de Programación y Prespuesto, fue reorganizar todo a través de disposiciones sobre control de gasto que centralizaban cierto tipo de decisiones que le otorgaban más fuerza al Presidente y él es ahora el que reparte''.

Esto, reitera, se hace cada vez que empieza a desorganizarse la corrupción. El Presidente actúa, toma en sus manos y reparte prebendas, dinero, da cheques, da maletas de dinero; manda que se dé y toma decisiones sobre ese dinero. ``Salinas de Gortari, en tal contexto, repartió 2 mil 500 millones de pesos en los últimos meses de su sexenio; él directamente entre sus cuates''.

Pregunta obligada: ¿ha cambiado algo en el actual sexenio?

--En el caso de Zedillo es igual, no ha cambiado nada. Todo sigue exactamente igual. No hay nada.