La Jornada 30 de septiembre de 1996

Censura Zedillo a redentores autonombrados

La ``recurrente'' actitud del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) por suspender los diálogos de San Andrés Larráinzar, recibió respuesta del presidente Ernesto Zedillo: ``Lo que deseo es que recapaciten, que reconozcan que el interés y el compromiso del gobierno por ese diálogo es genuino; que ahora ya no es una declaración retórica''.

El mandatario concedió una entrevista a Rolando Cordera para el programa de televisión Nexos, en la que además aseguró que mantendrá una relación de respeto irrestricto con los medios de comunicación, sin cortapisas a la libertad de expresión y sin acuerdos ocultos, para lograr una relación más transparente.

Acerca de las pláticas con el EZLN, recordó que en dos años el gobierno ha demostrado ``voluntad genuina'' para dialogar, y las suspensiones de ``tiempo en tiempo'' sólo perjudican al proceso pacificador. ``Que se den cuenta que especular con situaciones que están surgiendo coyunturalmente en el país, no le sirve al EZLN, no le sirven ciertamente al gobierno, no le sirve al propósito común que hemos establecido con el EZLN, de lograr una solución política, dialogada y que atienda las causas sociales que dieron origen a ese conflicto''.

En la conversación transmitida por Televisión Azteca, el Presidente asumió que su gobierno ha sido dialogante en el marco del Estado de derecho, y rechazó que el país se encuentre en una situación de violencia generalizada. Señaló que hay ``redentores autonombrados'' que son quienes propalan esa especie para surgir como los salvadores en un diálogo nacional.

``Hay personas que tienen ciertos intereses políticos, que tienen cierta agenda política, que les convendría convencer a la gente que hay esa situación para que ellos surjan como los grandes redentores mediante un diálogo nacional. Lo que debemos preguntarnos es: ¿a esos falsos redentores quién los eligió para desempeñar ese papel? Son falsos redentores autonombrados; pero no sabemos cuál es su base democrática ni su punto real de sustento''.

Sobre la relación con su partido, el Revolucionario Institucional, el Presidente aseguró que ésta se dará en los términos de la ley, que le impida otorgar, ya sea al propio tricolor o a otro partido, privilegios o prebendas. ``Iré modulando mi relación con el PRI y con otros partidos, de acuerdo con la experiencia democrática del país'', dijo.

Al preguntarle si tiene sentido seguir hablando de la existencia de una presidencia débil o fuerte y de vacíos de poder, el mandatario resaltó que en la actual ingeniería constitucional, ese modelo de gobierno es el que más conviene al país:

``Estoy absolutamente convencido que una concepción del régimen presidencial, como la que tenemos en nuestra Constitución, es la correcta. Estoy convencido que el país tendría muchos problemas si evolucionásemos a una forma parlamentaria de gobierno.

``De hecho, lo que estamos viendo en otras latitudes, en países que tienen regímenes parlamentarios, es que se están revisando para aproximarse a sistemas presidencialistas. ¿En aras de qué?, en aras de una gobernabilidad, en aras de una estabilidad política, y en ese sentido me pronuncio muy claro --y estoy dispuesto a sostenerlo y debatirlo--: de que lo que necesitamos en México es un régimen presidencialista''.

Ernesto Zedillo señaló que el presidencialismo en el país había acumulando características fuera de la concepción constitucional, ``había llegado a tener una situación en la cual disponía y mandaba más allá de esas facultades constitucionales, y en esa circunstancia arrastraba a los otros poderes''.

Sin embargo, se comprometió a no ceder espacios democráticos, republicanos y federalistas a intereses ilegítimos. Dijo que ejercerá su autoridad legal, política y moral ``para que esos espacios no sean ocupados por quienes no deben ser ocupados''.

Además, el presidente Zedillo resaltó la necesidad de iniciar un debate nacional sobre la política económica, porque el nivel de análisis y crítica no corresponden a la gravedad e importancia de los temas que se discuten.

Dijo que observaba ``una suerte de maniqueísmo nuevo'' y hasta la caída del Muero de Berlín se enfrentaban dos supuestos paradigmas, pero nunca se realizó un debate ``más allá de esa concepción maniquea''.

``Ahora veo que está pasando un poco lo mismo, se ha inventado algo que dice que es el neoliberalismo; pero parece el diablo o parece lo que para unos era el capitalismo de hace algunos años, o para otros el comunismo, y se acabó el debate''. Por eso he planteado --agregó--, ``bajo ciertas reglas de rigor intelectual, debatir ese tema''.

Reconoció que han existido limitaciones de comunicación del gobierno para explicar y fundamentar sus acciones. ``Creo que parte de esta confusión e incluso de esta molestia y aun la descalificación que se hace de ciertas políticas, es porque no hemos sabido, desde el gobierno, desde el poder público, presentar y argumentar las razones de esas políticas''.

Rolando Cordera preguntó sobre la preservación del Estado de derecho y la aplicación de la ley, al referirse al reciente caso de Juan Francisco Ealy Ortiz, hombre al que las autoridades de la Secretaría de Hacienda acusan de defraudación fiscal.

``Quizás éste sea el aspecto más difícil, porque desgraciadamente, lo digo con toda franqueza, es mi convicción que es esa cultura de apego a la legalidad no ha sido parte de nuestra cultura general. Esa insuficiente cultura de apego a la legalidad nos lleva, y espero que sólo sea en el corto plazo, a esas situaciones de ambivalencia y de contradicción. Básicamente, lo que todavía subyace en muchos mexicanos es aquello de --hágase, pero en los bueyes de mi compadre--''.

--¿Ha habido un aprendizaje del presidente Zedillo en relación con los medios?

--Primero, una relación de respeto, de respeto irrestricto, sin ningún acotamiento a la libertad de expresión. Segundo, tratar de tener, como creo que poco a poco lo estamos logrando, una relación más transparente con los medios; no queremos acuerdos ocultos, acuerdos inconfesables; el gobierno está aceptando como nunca --y así debe de ser-- la crítica; a veces una crítica que puede ser agresiva, pero prefiero una crítica agresiva, a veces incluso insultante, a considerar la posibilidad de limitar esa libertad de expresión.

``De ahí, mis llamados repetidos a que haya madurez, a que no haya ese sensacionalismo excesivo, morboso, estridente...'', concluyó.