Reaparece la discordia al instalarse el Consejo del IFE
Mireya Cuéllar y Rosa Elvira Vargas Con advertencias mutuas entre partidos y consejeros electorales y la impugnación que los partidos hicieron del nombramiento ``obligado'' de Felipe Solís Acero --un miembro de la estructura del IFE desde 1990-- como secretario ejecutivo, se instaló ayer el nuevo Consejo General del Instituto Federal Electoral, y con ello arrancó formalmente el proceso electoral federal de 1997.
El tono festivo con que se inició la sesión, por la nueva etapa en la vida electoral del país --por primera vez en la historia el gobierno no tendrá injerencia en la organización de los comicios--, se rompió muy pronto.
Toma de protesta de los nuevos consejeros
electorales
en el Instituto Federal Electoral. Foto: Carlos
Cisneros
José Woldenberg, el consejero presidente, dejó claro en la última parte de su discurso que actuará con autonomía respecto del gobierno, pero también con independencia de los partidos políticos.
La respuesta no se hizo esperar. Primero, Juan Antonio García Villa, el representante del PAN, les recordó a los consejeros que quienes los nombran son los partidos al advertir que si no cumplen con la exigencia de imparcialidad en sus decisiones ``el PAN los señalará y promoverá los cambios que a su juicio procedan''.
Después lo hizo el representante del PRD, Leonel Godoy, quien dijo que su partido estará atento a que ``las cualidades por las que se les escogió se cumplan en los hechos''.
Todos los partidos dieron la bienvenida a los consejeros electorales y les expresaron su voto de confianza; sin embargo, el PRD y el PAN no renunciaron a hacerles ver que estarán muy pendientes de su actuación.
El PRI, en voz de Enrique Ibarra, dijo que todos los miembros del consejo deberán dejar atrás las discusiones sobre el perfil de los nuevos consejeros y por lo mismo ``desechar plenamente cualquier paternidad invocada sobre las decisiones adoptadas'', es decir, no ligar las posturas de los consejeros a los partidos políticos que los presentaron como candidatos.
Por su parte, Woldenberg apuntó que al consejo tiene el reto de diseñar un escenario legal que induzca otras condiciones para la competencia electoral; un nuevo contexto equitativo y transparente para las campañas y el trabajo partidista. Insistió en la necesidad de consolidar el IFE como una institución autónoma, dispuesta a ser fiscalizada por los partidos, independiente del gobierno y de las organizaciones políticas y, sobre todo, ``inmune a cualquier presión''.
Agregó que la confiabilidad del IFE residirá en la apertura de sus procesos al escrutinio de observadores y a la mirada de todos y que su labor tratará de asentar definitivamente a la fórmula electoral como ``el expediente legítimo para la disputa y la conquista del gobierno''.
Al hablar a nombre de los ocho consejeros electorales, Alonso Lujambio resaltó que no vienen a fundar o refundar una institución, pero sí a eliminar la inequidad en las condiciones de competencia, que es el gran valor democrático pendiente en la transición política mexicana.
También urgió a los partidos políticos a que cuanto antes consensen las reformas al Cofipe y ofreció que los nuevos consejeros escucharán y ponderarán las opiniones y propuestas de los partidos para que las decisiones del consejo produzcan siempre ``equilibrios políticos en el marco de las leyes''.
El primer gran pleito
Luego de una sesión tersa, de discursos con buenas intenciones, se tornó en un intenso debate cuando José Woldenberg propuso y consiguió literalmente al 10 para las 12 --cuando se vencía el plazo constitucional para el nombramiento-- que Felipe Solís Acero sea el nuevo secretario ejecutivo del Consejo General del IFE.
Felipe Solís entró con el pie izquierdo al consejo cuando, de entrada, Woldenberg admitió que en una reunión previa con los consejeros electorales --que son los únicos que tienen voto en el consejo-- varios habían objetado la propuesta, dado que aquel está en el IFE desde los tiempos en que Emilio Chuayfett era el director general, en 1990.
Juan de Dios Castro, senador del PAN, abrió la polémica cuando puso en tela de juicio la imparcialidad de un funcionario que está ligado al secretario de Gobernación y cuyas tareas en el IFE, como secretario ejecutivo, serían de tal relevancia que de ``nada serviría que el gobierno no tenga injerencia formal'' si en toda la estructura del órgano electoral se mantienen quienes en el pasado hicieron elecciones no del todo transparentes.
En ese tono, continuidad o cambio, marchó la discusión con bandos claramente definidos; PRD y PAN por, incluso, buscar una salida legal para retrasar el nombramiento, y los consejeros electorales, argumentos aparte, por dar un ``voto de confianza'' a Woldenberg en su primera propuesta como presidente del órgano electoral.
Juan Molinar Horcasitas sintetizó la justificación del voto a favor de los consejeros. En primer lugar, la obligación de cumplir con los tiempos ``fatales'' que marca la Constitución y por tanto falta de tiempo para analizar mejores propuestas, y la historia de eficiencia administrativa que tiene Solís Acero. Sin embargo, admitió que el voto en favor de Solís ``se acerca más a la continuidad que a la reforma''.
Los consejeros electorales y Woldenberg dejaron claro que en cualquier momento pueden remover al funcionario y Mauricio Merino sintetizó lo que en realidad hizo decidirse a casi todos: ``votaré por Solís Acero por tratarse de una propuesta del presidente del consejo''.
Al final, cuando ya les quedaban sólo unos minutos para cumplir con la Constitución, Woldenberg recordó a los partidos políticos que fue el Congreso el que les impuso los tiempos y que de esta forma el Consejo General del IFE ``es más víctima que victimario'' en este asunto. Sin embargo agradeció el apoyo de los consejeros --``no busco ningún otro apoyo que el del IFE''-- y dijo que ni el Presidente ni nadie podrá pedir ``cheques en blanco una y otra vez'' porque la ley obliga a una revisión constante y sistemática de las áreas ejecutivas del IFE.
Y al igual que cuando hiciera la presentación de la candidatura de Solís, dijo que en el IFE debe haber continuidad y cambio porque el instituto no puede deshacerse de un capital humano que ha costado mucho construir pero que ello no implica solapar actitudes facciosas. Así, logró finalmente el voto unánime de los consejeros.
Felipe Solís Acero era hasta ayer director ejecutivo de Organización Electoral del IFE, puesto que ocupaba desde el 11 de octubre de 1990.