La Quina podría quedar libre ``de un momento a otro'', trasciende
David Aponte y Juan Manuel Venegas En las próximas horas podría recobrar su libertad Joaquín Hernández Galicia, La Quina. Sus abogados acudieron ayer a la Secretaría de Gobernación, donde continuaron las negociaciones legales para su preliberación y según trascendió ``de un momento a otro'' dejará el Reclusorio Oriente.
``Si se me hace el milagro, me voy a dedicar a mi familia, a mis nietos. Creo que tengo ese derecho'', dijo el ex dirigente del sindicato petrolero en entrevista telefónica con La Jornada.
Del sexenio del presidente Carlos Salinas de Gortari expresó que fue una época de ``terror'' y que con su detención se inició la política de privatización, atemorizando a dirigentes obreros, empresarios y a todo el país. ``Hubo muchos muertos y ahora están saliendo más''.
Fue un sexenio en el que espantaron a todo mundo, subrayó La Quina, y todo con un solo fin: ``Aplicar su política privatizadora... Y ahí están los resultados. A mí me detuvieron por eso, porque me oponía a la política neoliberal de todo ese sexenio. No sólo fue una venganza personal, sino que conmigo se quiso aplicar toda una política de terror para todo el que se opusiera a su modelo económico, que hundió al país más de lo que ya estaba''.
Catalogado como uno de los más grandes caciques sindicales en el México posrevolucionario, servidor de los presidentes en turno durante más de 30 años, a Hernández Galicia se le preguntó si seguía siendo priísta:
--Yo he sido un mexicano nacionalista...
Me dedicaré a atender a los que quiero
--¿Y cuando salga de la cárcel?
--Voy a seguir siendo un mexicano nacionalista, dedicado a atender a todos los que quiero. Viviré eternamente agradecido con toda esa gente bonita que me ha defendido, gente que ha sido muy valiente, que me reconoce y que sabe que soy una víctima del salinato.
Víctima, se dijo, ``porque mi lucha, por la cual me aprehendieron, siempre fue para que no se desmembrara Pemex y se le diera el mantenimiento adecuado a las plantas, mantener el funcionamiento ideal de esa empresa y cuidar y aprovechar nuestro petróleo, nuestra riqueza''.
Joaquín Hernández Galicía, líder moral del Sindicato Nacional de Trabajadores Petroleros durante tres décadas, fue detenido el 10 de enero de 1989, cuarenta días después de que Carlos Salinas de Gortari asumiera la presidencia de la República.
Contra La Quina se interpusieron acusaciones tales como tráfico, acopio e introducción ilegal de armas al país, homicidio calificado contra el agente del Ministerio Público Federal Fernando Antonio Zamora Arrioja y resistencia de particulares.
El Ejército no debe detener a la gente
Hoy, a casi ocho años de su detención en Ciudad Madero, Tamaulipas, señaló que el Ejército Mexicano ``no debe estar para detener a la gente''.
Y es que este año, cuando su salud em- peoró, rechazó ir al Hospital Militar: ``Por mi conciencia, yo no podía estar atendiéndome en un lugar donde me detuvieron.''
Hace medio año el ex dirigente sindical interpuso un amparo para lograr su preliberación después de seis años de prisión. Los abogados de La Quina lograron reducir la pena de 19 a 13 años. Sin embargo, hasta ahora la Secretaría de Gobernación se ha negado a concederle su libertad.
El miércoles pasado Hernández Galicia cumplió tres quintas partes de la condena que le impusieron --siete años diez meses--, y por efectos de buena conducta y estado delicado de salud las autoridades estarían en posibilidades de dejarlo en libertad anticipada.
No creo que me teman
Su defensa alega que la negativa obedece a cuestiones de carácter político, pues el gobierno ``teme'' que don Joaquín pudiera encabezar un movimiento nacional contra la privatización de Petróleos Mexicanos.
Desde el servicio médico del reclusorio Oriente, La Quina refutó:
``No creo que haya ese temor. Ustedes saben que si hay alguien fuerte en el país es el Presidente, y yo no creo que haya temor. No por presiones de nadie, yo he sido un hombre realista y sé que mi tiempo ya pasó. Los mejores años de mi vida quedaron en la cárcel. Ahora merezco descansar con mi familia y mis nietos''.
Tranquilo, con voz pausada, el ex líder moral del sindicato petrolero dijo que siempre ha sido un hombre de palabra: ``Desde 1957 dije que no ocuparía ningún puesto público y lo cumplí, a pesar de que me ofrecieron ser diputado o senador, pero siempre fui congruente''. Por eso negó que ahora tenga otras pretensiones más allá de estar con su familia.
Acerca de su salud, La Quina manifestó que la cárcel lo ha dejado ``medio malo'', con enfermedades crónicas y dolores de cabeza ``que me han dejado medio tocado de mis facultades cerebrales''.
En las próximas horas Hernández Galicia espera lo que él llamó ``un milagro'': su liberación