Algunos años estuve lejos de Julio Scherer, quien colaboraba en Excélsior apartado de la barrera formada por el director Rodrigo de Llano, de Carlos de Negri (juzgado como el mejor reportero de México), y del resto de sus cómplices.
Recuerdo que una vez estando en el restaurante Ambassadeur con Luis Cardoza y Aragón, el grupo de De Llano nos llamó para burlarse de nosotros. No sabían quién era Cardoza y Aragón, el que durante la velada los aplastó con su gran sentido del humor. Bebimos mucho. A la una de la mañana salimos y Rodrigo de Llano se sintió perro y comenzó a ladrar en un Paseo de la Reforma a esas horas desierto. Se apresuraron a subirlo a su coche y al día siguiente lo vimos rodeado de su séquito, impecable y orgulloso.
Muerto De Llano, Julio Scherer se convirtió en el notable director de Excélsior, el más audaz y crítico que ha tenido el diario. Hoy estoy satisfecho de haber defendido a Scherer, aunque sin éxito, cuando fue expulsado de la dirección por una infame conjura de Díaz Redondo. Para mayor fortuna, Scherer, al salir de Excélsior, fundó su famosa revista Proceso, un paso de gran trascendencia para el periodismo nacional.
Sin duda, Scherer figurará como el mejor periodista mexicano del siglo XX, como el más honesto y gran defensor de la libertad en un país en que todos los diarios obedecían las órdenes del Presidente en turno. Si hoy existe autonomía en los diarios Reforma, El Financiero, El Universal y La Jornada se debe a la lucha iniciada por Julio Scherer. No son 20 años los que debemos celebrar, son más de 50 años de valor, de honestidad y de sacrificios de este singular periodista. Yo he intentado siempre seguir su ejemplo. Felicitaciones redobladas para Julio Scherer.