Miguel Barbachano Ponce
Profundo carmesí

¿thriller o Road movie picture?

Más allá de su ubicación en cualesquiera de estos dos géneros, la película Profundo carmesí se basa en un texto debido a la pluma coloquial, a veces grotesca, otras sarcásticamente feminista, de Paz Alicia Garcíadiego y a la cinemática teatral de Arturo Ripstein. En 109 minutos, el filme recoge la estremecedora historia de amor que protagonizaron hace 50 años, en diversos espacios de Norteamérica, Martha Beck y Raymond Fernández, encarnados bajo los supuestos nombres de Coral Fabre (la soprano Regina Orozco) y Nicolás Estrella (el excelente actor Daniel Giménez Cacho, cuya obsesión fetichista por su peluca que recrea una y otra vez en la cinta que nos ocupa, es memorable). Pero, ¿quiénes fueron Martha y Raymond? ¿Cómo, dónde, cuándo se conocieron, y por qué se convirtieron en aquella ``máquina criminal bicéfala'', como la describió Naief Yehya?

Ella, acorde a la información que recogió Rafael Aviña en su libro Asesinos seriales, nació en Milton, Florida, en 1920. A los 9 años tuvo su primera menstruación, y a los 22, dueña de una gordura extrema, aprueba exámenes de enfermera. Su apariencia física contribuye a que sea rechazada en varios hospitales y sólo puede colocarse en una funeraria, donde amortaja cadáveres. Frustrada por su macabra labor, decide mudarse a California, pero regresa pronto a su lugar de origen donde es embarazada por uno de los hombres que acostumbraba acosar en las paradas de autobús. En 1944, atrapa a otro chofer --Alfred Beck-- quien la abandonó dejándole un nuevo hijo. A principios de 1946 dirige la residencia de niños lisiados de Pensacola y recibe ``amorosa'' respuesta a su carta enviada a un oscuro ``Club de Corazones Solitarios'' ubicado en NY. Es el comienzo de su carrera erótico-criminal que culminará en la silla eléctrica el 8 de marzo de 1951. El --otra vez según Aviña--, latin lover de origen español nació, año 1916, en Hawaii y posteriormente vivió en la madre patria, donde se convirtió en un joven apuesto y seductor y contrajo matrimonio. Sin embargo, siendo ciudadano estadunidense, decide romper aquellos lazos para venir a hacer ``la América''. Fue entonces --fin de la segunda guerra--, cuando un tremendo golpe en la cabeza alteró para siempre su noción entre el bien y el mal, que de acuerdo con su versión lo condujo a seducir a más de cien mujeres y a asesinar a cinco: Jane Thompson (profesora de cocina), Myrtle Young (viuda, cuarentona, sobrada en kilos); Janet Fay (devota viuda de 66 años), Delphine Dowling (joven viuda, madre de una menor, Rainelle Dowling, también asesinada).

Evidentemente la obesa Martha ayudó a Raymond a perpetrar esos homicidios, y a compartir aquel lejano marzo de 51 la silla eléctrica. Pero, ¿cuándo, dónde, cómo, Martha y Raymond conjugaron esfuerzos criminales? Las tres cuestiones poseen ahora respuestas muy directas.

Referente al tiempo, los sangrientos acontecimientos ocurrieron en cinco años (1946-1951). De los espacios dónde sucedieron debemos dejar constancia de su diversa ubicación. El primero que alude a la muerte de Janet Thopmson, aconteció en Cádiz; el segundo en Chicago, otro más, en Albany, NY; el cuarto y quinto en Grand Rapids, Michigan. ``Janet fue envenenada; Myrtle sufrió una inesperada hemorragia cerebral; Janet murió a causa de certero golpe en el cráneo; Delphine, por sobredosis de píldoras para dormir y tiro de gracia en la cabeza; la pequeña Rainelle ahogada en una tina''. Para concluir expliquemos la ``sin razón'' de los crímenes: ``A la profesora de cocina la envenenaron para apoderarse de su casa; a la cuarentona sobrada de kilos para hurtarle cuatro mil dólares; a la devota anciana para robarle tres mil; y a la madre de Rainelle para tener acceso a su modesta fortuna.

Estos sucesos fueron transvasados 20 años más tarde, a los dúctiles fotogramas por el compositor y director de ópera y cineasta, Leonard Kastle. El thriller de estilo casi documental, con locaciones en varios de los sitios originales, se titula The honeymoon killers, y fue estrenada en el Cine Prado en junio de 1971, y reestrenada el lunes 12 de septiembre en la Cineteca Nacional. Hoy, Garcíadiego y Ripstein retoman aquellos hechos de ``nota roja estadunidense'' y trastocándolos los ubican en el contexto nacional, vuelven a presentarlos en la pantalla sin definiciones estilísticas (¿thriller o road?) y con una comercial preocupación por el paisaje terrestre y humano.