La Jornada 7 de noviembre de 1996

La nueva cultura laboral exige que el sindicalismo se transforme: Millán

Andrea Becerril y Alejandro Romero, corresponsal, Chihuahua, Chih. El éxito de la nueva cultura laboral depende en buena medida de que el sindicalismo se transforme para ser más democrático, autónomo, participativo y propositivo, que incluya a todas las fuerzas sindicales y a los trabajadores, sostuvo el dirigente cetemista y secretario general del PRI, Juan S. Millán.

En un amplio análisis, en el que refuta los argumentos que califican a la nueva cultura laboral como un acuerdo entre las cúpulas obrera y empresarial, Millán señala que se trata de un camino inédito para mejorar los ingresos de los trabajadores, deteriorados a tal grado que mientras la mitad de la población gana apenas hasta dos salarios mínimos, el costo de una canasta básica es de 3.5 minisalarios.

Precisó que de 1982 a 1996 el sueldo se ha deteriorado 73 por ciento, y aunque en la actualidad hay signos de que la economía se recupera, ``tales beneficios no llegan aún a los bolsillos de los trabajadores''.

El salario, dijo, tuvo una disminución real en ese periodo de 20 puntos en su participación en el producto interno bruto (PIB) y sigue perdiendo poder de compra. Al mismo tiempo, el desempleo y el subempleo crecen por la incapacidad de dar trabajo a la nueva fuerza laboral que se incorpora cada año.

Por otra parte, en Chihuahua, donde asistió el martes por la noche invitado por la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), para hablar sobre la nueva cultura laboral, Millán advirtió que la política económica basada en los pactos no ha funcionado.

Ante empresarios locales, planteó la necesidad de eliminar paulatinamente esos compromisos y sustituirlos por una nueva relación laboral con base en acuerdos que privilegien la negociación en cada centro de trabajo y los incrementos salariales se convengan según la situación y viabilidad financiera de las empresas. También reiteró que hay una gran deuda con los trabajadores mexicanos, afectados por la política de contención salarial.

Sobre la nueva cultura laboral, dijo que las críticas han sido muchas y todas carecen de fundamento. No fue, dijo, un acuerdo cupular, ni se impuso por decreto, sino que se dio por consenso entre los factores de la producción.

Tampoco, agregó, tiene como finalidad reformar la Ley Federal del Trabajo o desaparecer sindicatos, contratos colectivos o derechos de los trabajadores. Quien piense así ``está equivocado''.

Millán hace notar que se trata de un acuerdo incluyente, que exige el concurso de todos los trabajadores y de todos los sindicatos. ``No hay razón para marginarse o no participar. En la nueva cultura laboral nadie sobra y todos hacen falta''.

Lo fundamental, añadió, es llevar a la práctica sus postulados, lo que implica varios desafíos. Por principio, exige que el sindicalismo se transforme para ser más participativo y propositivo. ``Exige también ejercer su autonomía de manera fortalecida, así como profundizar y desplegar la vida democrática de sus organizaciones. Exige también fortalecer la unidad sindical. La nueva cultura laboral reclama incorporar a todas las fuerzas sindicales y a todos los trabajadores'', finalizó