La Jornada 7 de noviembre de 1996

Escollos superados

Hermann Bellinghausen, enviado, San Cristóbal de las Casas, Chis., 6 de noviembre Después de unas listas que no existieron y unos enviados del gobierno que no eran, al fin salió la Comisión de Seguimiento y Verificación. En la que estuvo a punto de ser una grave crisis en el proceso de negociación en Chiapas, finalmente el camino quedó zanjado, para empezar, y ya sembrado de preguntas. ¿Por qué no llegó a la cita el gobierno, el martes 5, para cumplir el primer acuerdo de lo pactado en San Andrés entre el EZLN y el gobierno en materia de derechos indígenas?

Durante día y medio estuvieron plantados los zapatistas, la Cocopa, los miembros de la Comisión, los invitados, la Conai, en una confusión de presuntas listas gubernamentales, incluida una de los huéspedes del Hotel Catedral que trabajan para el gobierno federal o estatal, porque cosas veredes, Sancho.

Rodolfo Stavenhagen, doña Amalia Solórzano viuda de Cárdenas, Alianza Cívica, la Red Mexicana que defiende todos los derechos para todos, el obispo Bartolomé Carrasco, esperaban. A Pablo Latapí, su premio nacional no lo salvó de que le tiraran la plancha.

Al fin esta noche, una Cocopa de risas francas y fuertes, dijo a los reporteros que mañana se instala la Comisión, y leyó su composición casi completa, y uno se pregunta: ¿por qué se tardó casi 20 días el gobierno en decidir unos cuantos nombres de personalidades con ciertos valores éticos acordados en el reglamento? Esta vez, el retraso no fue culpa del ``tiempo indígena''.

Todo el día se fue en reuniones, de todos juntos o por pares, Conai-Cocopa-EZLN-Comisión de Verificación y Seguimiento-Invitados-Asesores. Los pasillos del ex Convento de El Carmen recordaban sus viejos tiempos: conversaciones en voz baja, discretas. Reuniones tras las puertas. El discreto convento recoleto.

Había tensión, inconformidad, y un admirable mutismo de todos.

Mientras progresaba la crisis de la Comisión de Seguimiento y Verificación de los acuerdos de San Andrés, la defensa de los derechos humanos se tornaba dramática; ahora adquiere dimensión internacional: Global Exchange, Pastores por la Paz, Amnistía Internacional y otros ya toman cartas en el asunto de Conpaz.

El aire en San Cristóbal se enrarece. Mientras la antigua Jovel se llena de policías, orejas y parapolicías, suceden agresiones graves, como la sufrida por Conpaz antenoche, y la lluvia de amenazas que han recibido las familias (niños incluidos) de la gente que trabaja ahí, es decir, en o para las comunidades indígenas de muchas partes del estado.

Esta tarde, los miembros de Conpaz marcharon por el centro de la ciudad y realizaron un mitin. El nivel y el tipo de detalle en las amenazas que han recibido hacen pensar que su origen es local, e incluso barrial.

Quemar medicinas, pintar amenazas. Es rociar gasolina delante de la más aparatosa vigilancia parapoliciaca desde que inició el conflicto, hace tres años. Y no pasa nada. La agresión queda impune. Las amenazas en el aire.

La paz a cada rato parece que se rompe. La crisis de estos días no fue pura cosa de descortesía: significó un peligro, todavía inexplicable