Luis Linares Zapata
Comunidad

El esfuerzo realizado por los partidos políticos y el gobierno para elegir a los nuevos consejeros electorales y al presidente del IFE ha sido en verdad meritorio. El de la comunidad periodística y la academia que los incubaron es todavía mejor. Ciertos enclaves de la sociedad mexicana de nuestros días ha venido destacándose por sobre los demás conjuntos, grupos e instituciones que en el país hacen el trabajo cotidiano para construir un mundo más democrático y justo.

Habrá que hacer un alto para felicitar a los jornaleros de este diario, en cuyo seno se recibió y florecieron algunos de los recién electos. Lo mismo puede predicarse de la revista Nexos en cuyas páginas encontraron los ecos suficientes y han dejado escritos sus pensamientos de avanzada. Pero la UNAM puede a su vez vanagloriarse, una vez más, de haber sido la casa formadora del talento y el compromiso con las causas que caminan en la descubierta nacional.

Predicar algo similar de El Colegio de México es hacerle justicia a una reducto que no ha dejado de lanzar rolas que van engrosando las bases de la conciencia colectiva. También habría que reconocer la parte del guión que otros medios difusivos (radio y prensa) han erigido para abrir rincones donde multiplicar sus voces y afinar la visión necesaria para redondear su accionar. Enhorabuena a todos.

El proceso de negociación no ha estado exento de sus menjurjes y tironeos. Son parte sustantiva del ejercicio del poder. El que José Woldenberg haya sido, desde hace varias semanas, la persona escogida para agrupar intereses no demerita su nombramiento consensuado. Le agrega las vicisitudes y los riesgos del momento y las limitantes circunstanciales. De lo que se tiene que congratular la comunidad que empuja la transición democrática en los difíciles momentos de su arranque definitivo, y éste en efecto parece serlo, es de saber que se cuenta con la suficiente reserva humana como para darle forma y orientación a organismos clave como el IFE. Esto mismo es extendible y válido para el nivel regional: estados y distritos. Desgraciadamente es aquí donde todo el proceso de cambio puede ser, si no nulificado por completo, sí cuando menos retardado los suficientes años (hasta las elecciones del 2 mil es la pretensión priísta) como para condicionarlo innecesariamente.

Toda la reforma electoral quedaría trunca sin la renovación de los cuadros directivos en los distritos. Es allí precisamente donde se debe llevar a cabo la operación quirúrgica de mayor envergadura. Es allí donde confluyen todavía con fuerza reactiva las tendencias a conservar el viejo aparato de simulación que configura a un partido de Estado. Los consejos estatales y distritales del IFE fueron puestos, en los últimos años, bajo la férula y quedaron a la disposición de los grupos caciquiles de las localidades, en la mayoría de los casos comandados por los gobernadores priístas y sus coaliciones de sustento. Es allí donde la voluntad ciudadana se manosea de tal forma que asegura la permanencia de un entorno antidemocrático que seguirá posponiendo los intentos reformadores del México que quiere ser moderno. La estrategia que el PRI ha ensayado durante el año de 96 para revertir las tendencias del voto en la crisis se basa, con certezas más allá de cualquier duda razonable, en dejar actuar a las fuerzas regionales con toda impunidad. Con el objetivo de asegurar su permanencia, puede usar, y lo hace sin titubeos ni requiebros éticos, todos los recursos que le ha dado la tradición y la subcultura del apañe tan conocida como negativa. Es por eso que el atorón entre el PRI y el PRD se concentra en tal punto. Son los perredistas los que, en carne propia han sufrido de los abusos que en las elecciones locales les han infligido los mandones del momento y sus huestes de apoyo tradicionales. Los panistas han penado por ello en un pasado del que ya no se recuerdan bien o frente al cual creen, con fervor casi mágico, poderlo remontar. Un craso error de juicio.

Mucho más importante que el financiamiento desproporcionado (y que debe achicarse), el asunto de la renovación de los mandos del IFE en los distritos es lo crucial. Y lo es tanto para la oposición como para el PRI. Veremos el desenlace en unos cuantos como aciagos días. Mientras, esa parte de la sociedad que engendró personas de la calidad de los consejeros electorales deberá entrar en un periodo de ayuno que le permita mantenerse alerta ante la intentona de engaño y manoseo por parte de las fuerzas que controlan el entorno de poder.