La Jornada 7 de noviembre de 1996

Las mujeres, los negros y latinos dieron el triunfo a Bill Clinton

Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 6 de noviembre Los sectores que ayer le dieron el margen de victoria a Bill Clinton --las mujeres, los negros y los latinos-- son precisamente los que tendrán que soportar las consecuencias del desplazamiento del presidente hacia la derecha.

El otro factor fundamental de esta elección y su resultado fue que la mayoría de los ciudadanos con derecho al voto (más de 190 millones) no acudió a las urnas. Sólo 49 por ciento del electorado participó, lo cual represente el índice más bajo desde 1924; por lo tanto, el resultado de estos comicios fue una decisión democrática tomada por un minoría.

Bill Clinton y Bob Dole recibieron, cada uno, exactamente la mitad del voto de los hombres (44 por ciento), y de éstos, los hombres blancos votaron más por Dole (48) que por Clinton (38). Por lo tanto, el margen de victoria de Clinton fue producto de otros sectores.

Según los sondeos efectuados a la salida de las casillas --empleados para proyectar el resultado inicial de la elección y sus razones-- lo más notable de este triunfo del presidente fue el voto de la mujer, los negros y los latinos. Clinton recibió 54 por ciento del voto femenil, frente al 37 de ese sector para Dole. Clinton también ganó los siguientes sectores a Dole: negros, 84 por ciento contra 12, y latinos, 73 contra 20. También ganó el voto de las capas pobres y de menores ingresos: entre los que tienen ingresos menores de 30 mil dólares anuales, Clinton obtuvo 53 por ciento, contra el 34 de Dole. En cuanto al electorado definido por nivel de ingreso, Dole sólo ganó la mayoría de los que ganan 75 mil dólares o más al año.

Los asesores de Clinton diseñaron una estrategia que coptó gran parte de la agenda republicana tradicional, con la cual proyectaron al presidente con la imagen de un ``centrista''. Entre los puntos que Clinton promovió para mostrarse como tal fue la reforma del sistema de bienestar social al terminar, efectivamente, con el programa federal de apoyo financiero a las capas más necesitadas del país, que tendrá su peor impacto en mujeres con hijos (se calcula que un millón de niños más quedarán sumidos en la pobreza), y en ``las minorías''; además, promulgo una legislación antiinmigrante que afectará a los latinos, entre otros sectores, e hizo del tema del ``crimen'' centro de atención, al promover la edificación de más cárceles y más contrataciones de policías, lo que golpeará más a los sectores pobres, y en forma alarmante, a la comunidad negra.

Pero según sus estrategas políticos, Clinton ganó esta reelección precisamente por situarse en el centro político. Hasta los republicanos han señalado en varias ocasiones que gran parte de la agenda política de Clinton es republicana. Hoy, el presidente del Partido Republicano, Haley Barbour, lo reiteró al evaluar esta elección: Clinton hizo campaña ``corriendo hacia los republicanos, sobre tantas de nuestras ideas. Bill Clinton se oyó como un republicano'', dijo.

Sin embargo, esto no resuelve la paradoja de porqué las bases tradicionales del Partido Demócrata, las más directamente afectadas por estos cambios políticos, fueron clave para esta victoria.

Dirigentes de sectores sociales aliados del Partido Demócrata explican que, por un lado, no había a dónde ir electoralmente fuera de ese partido, que faltaban opciones viables fuera de la ``carpa'' del partido.

Parte de la estrategia de Clinton fue precisamente generar una opción clara para estas bases sociales, algo descontentas con él: si no se vota por los demócratas, la fórmula Dole-Gingrich tomará el poder y promoverá una agenda ``extremista'' para desmantelar todos los programas sociales.

Pero en parte, seguramente, esta falta de opción positiva explica uno de los peores niveles de participación electoral en la historia estadunidense. Entrevistado por La Jornada hoy, el reverendo Jesse Jackson dijo que ello se explicó en parte por el tono negativo de las campañas y por que el día electoral no es feriado, pero también señaló: ``aquí en este país aún hay evidencias de conspiración para desalentar el voto''. Quizá lo explicó mejor Michael Moore, cineasta que dirigió Roger and Me y autor de uno de los libros más vendidos: ``cuando uno tiene a más de 100 millones optando por no votar, ya no se puede llamar a eso apatía: eso es una declaración política''