El análisis de lo que acontece en México es más para los criminólogos que para analistas políticos, porque nunca antes un grupo delictivo se había apoderado del aparato de Estado (y de los destinos de la Nación).
1. El sexenio 1988-1994 configuró el periodo de mayor número de ilícitos de Estado en la historia de México, pero el gobierno actual no ha procedido, como era su obligación hacerlo, por una razón: sus principales integrantes forman parte del grupo de interés de Carlos Salinas que, ahora sabemos, es una verdadera organización criminal, pues no sólo se vinculó con el narcotráfico y se apoderó de los bancos para el lavado del dinero, sino que cometió múltiples homicidios y saqueó impunemente al país: hizo de México su negocio privado.
2. Carlos Salinas es propietario, a través de su hermano Raúl y de otros prestanombres, desde Teléfonos de México y Taesa hasta de los principales bancos; es codueño de Imevisión y de Multivisión, y de Crónica y muchos otros diarios; tiene propiedades en el mundo entero y su dinero puede hacer caer la Bolsa Mexicana de Valores. A nadie parece extrañar por eso que Rogelio Montemayor (gobernador de Coahuila), amigo de Salinas, aparezca ahora como beneficiario de la privatización de Fertimex, según indica Reforma (7 de noviembre), y que no se le destituya y procese.
3. Ernesto Zedillo no ha tenido otro papel que el de servirle como ``tapadera'' a Carlos Salinas, y lo ha cumplido a pie juntillas. El descubrimiento de lo acontecido creó las condiciones para una transición política y la reconstrucción de la planta industrial del país y del sistema financiero, pero ``su gobierno'' no ha hecho nada para aprovechar esa coyuntura. El sistema bancario, que se halla en manos de Salinas y de sus amigos, se encuentra en plena ilegalidad, según descubrió La Jornada (31 de octubre), ya que por lo menos diez bancos son inexistentes al no haberse constituido en los plazos legales; pero lejos de intentar una reforma, Zedillo sigue protegiendo al narcopoder que representa.
4. A dos años del inicio de su gobierno, hay dos hechos significativos. El primero es la facilidad con la que ha logrado subordinar a los partidos al ``sistema'' y a sus prácticas, a pesar de las demandas democráticas de la sociedad. Y el segundo, es la capacidad que ha tenido para defender el poder económico y financiero de Salinas.
5. La impunidad del salinismo, que sigue gobernando a México, es posible porque, a fin de protegerse, Carlos Salinas logró que se involucraran en el narco cuadros de la administración y de la banca y mandos del ejército, de manera que ya hay en México un verdadero narcosistema de poder.
6. Ernesto Zedillo está cumpliendo sus acuerdos ``privados'' con Carlos Salinas al dejar que él y su grupo sigan gobernando y que sus ilícitos (de los que él aparece como copartícipe) permanezcan impunes, pero al hacerlo deja de cumplir sus responsabilidades públicas. Al anteponer sus intereses ``privados'' a su protesta constitucional, Zedillo envía sin proponérselo un doble mensaje. A la (tecno)burocracia gobernante le reitera que las reglas ``no escritas'' del ``sistema'' continúan vigentes y que el presidente y sus colaboradores seguirán siendo impunes, pero a la ciudadanía le hace saber que no existe en México un Estado de derecho incitando con ello al delito.
7. La impunidad de Joseph-Marie Cordoba y de Carlos Salinas no es sin embargo sólo una cuestión de moral pública sino que constituye un error político y un atentado contra los intereses del país, pues supone que el sistema financiero del país y las principales empresas que antaño pertenecían a la Nación, en lo sucesivo deban ser propiedad de Salinas y de sus amigos: es decir, de un grupo político que es además una organización criminal.
8. Cabría entonces preguntarse: ¿qué viabilidad puede tener un proyecto político y económico subordinado a los intereses privados de la mafia salinista?
9. Lo que acontece en México es un problema de dimensiones internacionales, y ya nadie puede aceptar el engaño, como lo señalaba H. Ross Perot: ``Los demócratas y los republicanos nos presentaron a Salinas como un nuevo George Washington'', dijo el último día de su campaña presidencial, ``y hoy sabemos que no es sino un criminal'' (Eco, 4 de noviembre).
10. La cuestión es por lo tanto muy sencilla: ¿deben seguir prevaleciendo los intereses privados de un grupo a los derechos de la Nación?