Es conocido el hecho de que el Banco Mundial sostiene que la actuación de la mano invisible del mercado, sin interferencias estatales o de otro origen, permite maximizar el bienestar económico. Para esta institución, uno de los casos más relevantes que muestra el éxito de este principio lo constituye el de las economías dinámicas de Asia. Así, argumenta que las elevadas tasas de ahorro e inversión se derivaron de la estabilidad macroeconómica de estos países, y que el dinamismo de su comercio exterior y de su productividad derivaron de su especialización en términos de las ventajas comparativas. Además, según la interpretación del Banco Mundial, la composición de la producción de esas economías fue muy similar a la que se habría derivado de un régimen plenamente liberal. Por último, se postula que en el logro de todos los aspectos antes señalados, el papel de la política gubernamental fue mínima. El papel positivo desempeñado por el gobierno es reducido a la generación de un entorno favorable al mercado, a la provisión de algunos bienes públicos, tales como la educación, postulando que las intervenciones gubernamentales directas en esos países fueron pocas, transparentes y conforme a las normas de mercado.
La interpretación del papel gubernamental en el éxito de estas economías, planteada por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) es radicalmente opuesta a la presentada por el Banco Mundial. La UNCTAD cita a D. Rodrik que, comentando la interpretación del Banco sobre el desarrollo económico de esta región, señala que las intervenciones gubernamentales en Asia Oriental fueron selectivas, orientadas a empresas específicas y muy complejas; que los funcionarios públicos dispusieron de enormes poderes discrecionales en la aplicación de estas políticas; que las reglas fueron modificadas en forma frecuente e impredecible y que los funcionarios gubernamentales interactuaron estrechamente con los gerentes de las empresas. En suma, las características de la intervención gubernamental en estos países fueron las opuestas a las que el pensamiento económico convencional sostiene que debe tener con el propósito de asegurar el éxito económico.
Según la UNCTAD, lo que caracteriza a la intervención gubernamental en la economía de estos países es que fue orientada a promover los intereses del sector empresarial en conjunto para favorecer la creación de nueva riqueza a través de la acumulación de capital y del aumento de la productividad. En estos aspectos se distingue crucialmente de otros tipos de intervención gubernamental, en los que se puso énfasis en favorecer a unos sectores en detrimento de otros, en extraer ingresos de trabajadores y agricultores para transferirlos a otros estamentos sociales, o en reemplazar la empresa privada por la pública.
A partir de estos rasgos propios de la intervención gubernamental en los países de Asia Oriental, se desprenden dos características específicas que adoptó la política industrial; en primer lugar, que esta política actuó a través de la interacción entre gobierno y empresas privadas orientadas hacia la maximización de los beneficios. En otras palabras, no representó una oposición entre los criterios de asignación de los recursos provenientes de las señales del mercado y los dictados por el gobierno. En segundo término, la política industrial priorizó, por sobre la asignación eficiente de los recursos en el corto plazo desde una perspectiva microeconómica, el dinamismo y la eficiencia del proceso de industrialización en su conjunto. Este último aspecto es el mismo que representa la gran polémica entre el propósito de la ciencia económica: si su objeto fundamental es el estudio del problema de la asignación eficiente de los recursos en un contexto estático, como sostiene la corriente dominante, o el del crecimiento y la distribución, aspectos en los que pusieron énfasis los economistas clásicos y, actualmente, las corrientes de pensamiento derivadas de Keynes.