Transformar el esquema de sucesión presidencial, reto para una transición democrática, dice el ex consejero del IFE, Santiago Creel
José Gil Olmos Al comenzar el Foro por el México que queremos, analistas y ex consejeros del Instituto Federal Electoral (IFE) señalaron como una de las posibilidades de la transición democrática en el país la formación de una ``alianza histórica'' de los partidos de oposición. Asimismo, advirtieron que la reforma electoral enviada por el Ejecutivo al Congreso de la Unión no es la que se había pensado, y con la cual quedarían en equidad los partidos políticos.
En el acto organizado por la Causa Ciudadana en el Polifórum Cultural Siqueiros, Santiago Creel, ex consejero ciudadano en el IFE, cuestionó la afirmación de que el país está en proceso de transición. Sin embargo, fijó el año de 1994 como uno de los momentos más importantes de la transformación política que empezó desde 1968.
Señaló que modificar el esquema de sucesión presidencial es el reto de esta transición democrática. No obstante, reparó en el hecho de que se hable ahora de una ``verdadera'' reforma electoral, cuando en la iniciativa del Ejecutivo no se resuelve el conflicto de la desigualdad que se fija en el financiamiento público a los partidos políticos, calculado en más de tres mil millones de pesos.
Santiago Creel enumeró seis temas que se excluyeron de la reforma electoral: candidaturas independientes; plebiscito, referéndum y consulta popular como instrumentos de participación directa ciudadana; la equidad en el financiamiento; el uso de los colores patrios en logotipos; el principio de representación, y finalmente las coaliciones.
Advirtió que al hacer las cuentas de la propuesta de financiamiento en este paquete de reformas al Código Federal de Instituciones y procedimientos Electorales (Cofipe), resulta que cada voto costaría 25 pesos, que no hay sanciones severas para los candidatos que superen los gastos de campaña y que el límite de las aportaciones individuales es de un millón y medio de pesos, lo cual supera en tres veces lo que se gastaba durante una campaña para una diputación en 1994, calculada en 320 mil pesos.
A su vez, José Antonio Crespo insistió en que para acceder a la alternancia política se necesitan reglas equitativas entre las fuerzas que participan en el proceso de elección. Aseveró que si los partidos opositores no superan su división y no forman una alianza, el PRI seguirá ganando.
Al analizar los riesgos de no superar la crisis política actual, indicó que podría haber momentos de represión y rompimiento de gobernabilidad. En cambio, dijo que existe la oportunidad de alcanzar un acuerdo para la democracia.
Por su parte, Lorenzo Meyer explicó que llegar a una transición ``fundacional'' sería el mejor antídoto para terminar con el clima de inseguridad que existe en el país.
Advirtió una difícil posibilidad de que los partidos alcancen la unidad, y señaló que existen, además, fuerzas externas que conflictúan la transición democrática en México.
Alberto Assiz explicó a su vez que lo que está cambiando en México es el ``mapa político''. Esto es, agregó, que ya existen cambios en algunas regiones del país y no en el centro.
Mostró pesimismo para que los partidos de oposición alcancen la unidad, y dijo que es ``una fantasía en el corto plazo''.
La mesa de diálogo fue coordinada por José Agustín Ortiz Pinchetti, quien en diversas ocasiones indicó que los cambios políticos del sistema no son epidérmicos, porque por lo menos en los últimos años ha habido 30 elecciones disputadas entre los partidos.
Silvia Gómez Tagle, analista e investigadora, apuntó dos vertientes a las que se enfrenta la transición democrática: la competencia política y la ausencia de grupos civiles que puedan organizar los comicios