La Jornada 13 de noviembre de 1996

Tumulto de artistas y políticos, durante el homenaje francés a María Félix

Raquel Peguero Crónica de un apachurrón anunciado. Aunque las medidas de seguridad para ingresar a la residencia oficial de la embajada de Francia eran fuertes, la casa se llenó de personalidades que se arremolinaron, jalonearon, pisotearon y causaron estragos.

``Pero los empujones ¡son éxito!, si estuviera sola es que no lo hay'', resume María Félix ante la prensa, al final del acto en que recibió la Orden de las Artes y las Letras, en grado de Comendadora, que le otorgó anoche el gobierno francés por medio del embajador Bruno Delaye.

La Doña llegó temprano a la cita, pero los funcionarios mexicanos no. El regente capitalino, Oscar Espinosa Villarreal, y el procurador general de la República, Antonio Lozano Gracia, se arrempujaron entre Carlos Monsiváis, Verónica Castro, Ismael Rodríguez, Enrique Krauze, Pedro Armendariz y Marta Lamas, que sí llegaron a tiempo, como también lo hizo la pintora Leonora Carrington a quien la homenajeada tuvo que sacar con todo y silla de ese perfumado olor humano que casi la tira en la alfombra.

Díles que ya no empujen. ``Madame, permítame empezar con un flash back'', comienza Delaye su discurso para rememorar la relación María Félix-Francia que lleva ya más de 40 años y la ha convertido hoy en ``el vivo símbolo del afecto y la admiración que mi país siente por México. De México usted nos ha dado la imagen de la belleza altiva y rebelde. En su estela, han danzado ante nuestros ojos su dulzura y sus pasiones...''

Se va el embajador francés mientras La Doña, emocionada, deja vacía la silla en la que algunos tercos la querían sentar, y en la que ella deposita su minúscula bolsa de riguroso luto, como su atuendo.

Ssssh, ¡ya! ``Como dice la canción: gracias a la vida que me ha dado tanto'', comienza María la mexicana en ese pedazo de tierra de diplomacia francesa, al agradecer la medalla que ya pende sobre su pecho. Y La Doña voltea hacia un espejo para ver cómo le queda tan pronto como se la pusieron.

Ojos rojos, rasos, pero con voz firme, asegura que dentro de ese pedazo de oro, ``tengo mi vida: mis películas, mi familia, mis padres, mis amigos, mi hijo, los equipos de trabajo, los compañeros de mi vida que no están aquí y el que está aquí. Dedico este homenaje al cine mexicano y al cine francés y, a mis amigos que nunca me han abandonado''.

Acuérdate de Acapulco... Con los acordes del mariachi, aparece la figura sonriente del Nobel de Literatura Octavio Paz, el otro mexicano que ostenta una orden como la que se otorgó a La Doña. El rostro de la actriz se ilumina, retrocede muchos años para quedarse en el esplendor de sus veinte y sus glorias toreras. Abraza al poeta y él le dice: ``Sigo pensando que la gran película de María Félix es María Félix''.

Dice Monsiváis --se le comenta a Paz-- que la literatura no es capaz de describir a María.

El poeta lo piensa y responde: ``La literatura es capaz de hacer lo que ha hecho María Félix: inventarse, recrearse. No creo que todas las reproducciones, sea en fotografía, sea en cine, sugieran a la persona, pero la literatura al contrario, a base de sugerencias y de aproximaciones nos da una idea más profunda de la persona''.

Juan Soriano, susurra: ``Nunca pinté a María porque es tan bonita que nunca me atreví. Le hice algunos dibujos. Es tan grande su belleza que se me hacía absurdo; no me podía medir con eso; no había nada qué agregar''.

Una silla para el señor embajador. Luego del paseo por la casa, entre besos de Lucero y Mijares; Roberto Gómez Bolaños (Chespirito) y Florinda Meza; Paty Chapoy, Mario Aguiñaga y un larguísimo etcétera (muchos de ellos de habla francesa), una miniconferencia para apaciguar a la grabadoras:

``La otra vez nos pasó igual en San Juanico --responde la Doña-- hay que prepararnos para que no haya una tercera vez. ¿Salinas?, está borrado, ¿se acuerdan mucho de él? ¿Zedillo?, no estamos bien, los ricos están más ricos y los pobres más pobres''.

Au nom du gouvernement francais. Dan las nueve en punto de la noche y la nueva Comendadora se retira. Pero hace una última petición: ``¿Dónde esta la caja en que mandaron la medalla?