Bruno Delaye
Conquistar París sin matar a nadie*

Madame, le propongo empezar, como en el cine, con un flash back...

Toma I

Un día de 1950, en París, estación Montparnasse... En el andén del tren proveniente de Madrid, se arremolina una multitud de señores importantes y elegantes, periodistas, fotógrafos, curiosos... ¿A quién esperan? ¿A un ministro, un príncipe, un jefe de Estado?

--``No. ¡Parece que se trata de una mexicana¡ ¡Una actriz¡'' murmura alguien.

--``Si, la llaman Enamorada'' --dice otro que acaba de leer la primera plana del France Soir con el título a ocho columnas: ``¡Enamorada está en París!''.

--``¿Ah sí? ¿y qué tiene de especial esa ``enamorada''? --pregunta un curioso.

--``Dicen que tiene la belleza del diablo'' --responde otro; ``que enloquece a los hombres, que le dedican poemas, canciones, y le regalan pieles, joyas, castillos''. ``Hasta Faruk, el rey de Egipto, ¡le ofreció su reino por una noche!''.

--En México la llaman La Doña o también Doña Bárbara, que es el título de una película cuyo guión acaba de escribir especialmente para ella un ex presidente de Venezuela... ``Viene de Madrid. Todos los grandes de España se han postrado a sus pies: el día de la muerte de Manolete, Luis Miguel Dominguín, ¡le brindó su toro!''...

¡Corte!

¡Así comenzó aquel día, madame, una larga historia de amor entre usted y París, entre María Félix y Francia!

El primer encuentro es breve. Aquel año, se queda usted sólo unas cuantas semanas, pues Italia y Cinecittˆ la reclaman. Tendremos que esperar tres años antes de que usted regrese de Roma, pasando antes por Buenos Aires y México.

La protagonista de La Belle Otero, papel que le propone el director Richard Pottier, es quien la hará regresar a París. La Belle Otero ¡qué mujer!, una actriz, como usted, que 50 años atrás, y antes de los inicios del cine, había puesto París a sus pies. Se cuenta que tuvo usted un encuentro con ella y al parecer ella le dijo: ``tú eres más bonita de lo que yo era, ¡pero a tu edad ya se habían matado por mí dos banqueros y un conde!''.

Sin embargo, madame, para conquistar París, ¡usted no tuvo que matar a nadie! Entró, en aquella arrogante ciudad, por la puerta grande: ¡la de la belleza, del talento y el empeño!

Primero, por supuesto, la de la belleza. Jean Cocteau, que apenas unos años antes había de escribir para usted el guión de la Corona negra, ¿no dijo acaso ``esta mujer es tan bella que hace daño''?

Luego, la puerta de la inteligencia y el talento. Jean Cocteau, ni más ni menos, guió sus primeros pasos.

En la sala de su casa, vi la dedicatoria del retrato que él le hizo: ``los médicos quieren que me vaya a donde hay sol. Se equivocan. El verdadero sol sería verla a usted''. Con Cocteau, usted conocerá a Colette, a quien le hará descubrir la música mexicana.

Muy pronto, se convertirá en la amiga del París de la inteligencia y el talento: Charles Blois, Sacha Guitry, Leonor Fini (que en su estudio de la calle Payenne, realizará espléndidos retratos de usted), Salvador Dalí, Jean Genet, Max Ernst, Balthus.

Jean Cau, uno de los más brillantes intelectuales franceses y colaborador de Jean-Paul Sartre, se vuelve su amigo apasionado. Y allí está usted en el París de Jean-Paul Sartre y de Simone de Beauvoir.

Y finalmente, el tesón y el empeño se suman para su éxito. En efecto, María, no hablaba nuestra lengua al llegar. Se impone usted entonces una férrea disciplina: ocho horas al día de clases de francés, incluso llega usted a ponerse un lápiz bajo la lengua para los ejercicios de pronunciación. Y esto, porque después de La Belle Otero, la llaman para una gran película dramática: Les Héros sont fatigués, con Yves Montand y Simone Signoret, que compartirán con usted su amistad con Picasso.

Posteriormente, como el talento llama al talento, Jean Renoir, el gran director, la quiere como figura estelar en French Cancan, que narra la epopeya del Moulin, Rouge, con Jean Gabin, Edith Piaf y Michel Piccoli. Unos años más tarde, será usted la estrella de Luis Buñuel al lado de Gérard Philippe, en la película La fivre monte ˆ El Paso, conocida en México con el título de Los ambiciosos.

Mientras tanto, su corazón se prenda para siempre de París a través de Alex Berger, banquero francés con quien usted se casa en 1956. Pasarán 18 años de armonía compartida entre las ciudades París y México.

Reina parisina, Charles de Gaulle la recibe en el Palacio del Eliseo. La pasión por los caballos que llevaba dentro la jovencita de Alamos, Sonora, la pone a la cabeza de la cuadra de carreras más grande de Francia. La ``cuadra María Félix'' acumula trofeos en Auteil, Chantilly, Vincennes, Deauville, Dublin, Epson. Por desgracia, en 1974, sobrevienen el infortunio y el duelo con la muerte de Alex Berger. ¿Acaso con ello la perderíamos?

Afortunadamente no, ya que aquel París, al que usted amaba tanto, sabrá volver a encontrar el camino de su corazón, hasta hoy, a través de los ojos de un pintor de gran talento, Antoine Tzapoff. El le dará la serenidad de los paseos en sus parques y avenidas, y la armonía de sus perspectivas majestuosas.

Madame:

Usted sigue siendo hoy el vivo símbolo del afecto y la admiración que mi país siente por México.

De México, usted nos ha dado la imagen de la belleza altiva y rebelde. En su estela, han danzado ante nuestros ojos su dulzura y sus pasiones, sus imperios y sus revoluciones, sus generales y sus campesinos. Soldadera o princesa, usted nos ha entregado a este país, a través de sus ojos de fuego y su porte de reina.

Gracias por el más bello regalo que usted pudo habernos llevado de su México: el del sueño y el amor, lo único que perdura y vale la pena, pues se inscribe para siempre en la memoria imaginativa de los pueblos.

Por ello, es para mí un gran honor hacerle entrega hoy de la más alta condecoración de la Orden de las Artes y Letras de mi país, por decisión y en nombre del gobierno francés.

Permítame, madame, añadir otro homenaje: el del respeto, la amistad y el afecto entre los pueblos de Francia y México.

¡Gracias!

Madame María de los Angeles Félix, au nom du Gouvernement franais, nous vous faisons Commandeur dans I'Ordre National des Arts et des Lettres.

* Discurso del embajador de Francia en México, al entregar la Orden * Nacional de las Artes y las Letras en grado de Comendador a María * Félix