Emilio Krieger
El sindicalismo cetemista y sus rasgos dominantes

Tres rasgos, tal vez cuatro, han identificado al sindicalismo que, a partir de 1946, se conoció como cetemismo, por las tres siglas con que se bautizó a la organización de afiliación obrerista que iniciaron Fidel Velázquez y los entonces bien conocidos cinco lobitos.

La primera característica de ese organismo es que fue creado con el apoyo del gobierno y para fungir como sostén populista del gobierno avilacamachista. La segunda fue orientarse a mantener una firme adhesión a la línea de política laboral del gobierno, aunque pasara de la encomiable creación del IMSS y a la ya no tan positiva postura de salarios controlados a la actual política de privatización de la seguridad social, de la contracción de los niveles salariales y a la reducción del empleo. El tercer dato revelador fue la utilización del arrastre popular que conferían los puestos de dirección sindical como caminos para carreras político-burocráticos de los propios dirigentes y el desvío de los recursos recabados --cuotas descontadas a afiliados o sumas aportadas por los patrones para garantizarse la seguridad empresarial de sus compañías-- a los patrimonios de los sacrificados dirigentes que, en no pocas ocasiones, pasaban de una inocultable pobreza a una menos ocultable riqueza, que aún es signo distintivo de muchos miembros de las direcciones sindicales de tufo cetemista.

Tal vez, el más agresivo y más antidemocrático rasgo de la táctica cetemista fue el uso sistemático de la violencia, internamente para evitar insubordinación de los afiliados o formación de grupos con aspiraciones independentistas, y externamente para impedir la formación o consolidación de otras centrales obreras o el fortalecimiento de sindicatos nacionales poderosos. Para ello, no se dudó en utilizar servicios de pistoleros bien reconocidos, como el ya difunto Wallace de la Mancha.

Pero, según parece, el uso de la violencia no ha desaparecido de las tácticas de la gubernamentalmente protegida CTM, según la información periodística de ayer, que da cuenta de un ataque gangsteril de ``golpeadores de la CTM'' en contra de las defensoras de trabajadores María del Carmen Fernández Alonso, Margarita Alvarez Sánchez y Edith Ramírez, perpetrado precisamente en el local de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje.

No creo que, ante la impunidad de que gozaban Carlos Salinas de Gortari y José María Córdoba Montoya, o los asesinos del magistrado Abraham Polo Uscanga o muchos delincuentes más, bien conocidos y ampliamente identificados, aspiraremos a que se castigue legalmente a los esbirros cetemistas que llevaron a cabo tan cobarde agresión. Pero sí creo que será un caso más que ayude a la conciencia ciudadana y a la dignidad del movimiento obrero, a sentar las bases de la superación del movimiento obrero de México.

Las bases obreras de las organizaciones sindicales y las corporaciones gremiales de profesionales del derecho, así como las organizaciones de derechos humanos y los periodistas defensores del Estado de derecho de todo tipo, deben coordinarse para defender el derecho de libre asociación sindical y el de amplio ejercicio de la actividad profesional en protección de los trabajadores, ambos seriamente afectados por la violencia de los asaltantes de la CTM, contra las abogadas Fernández, Alvarez y Ramírez, destacadas luchadoras jurídicas por el respeto a los trabajadores y miembros destacadas de la Asociación Nacional de Abogados Democráticos (ANAD.

No se trata de un caso aislado de agresión, que por sí mismo sería condenable, sino debemos darle el verdadero alcance de un síntoma más de la violencia con que los grupos adictos al gobierno, quieren resolver los problemas sociales.

¡No más dirigentes sindicales al servicio de la ``nueva cultura laboral'' orientada a incrementar la explotación del trabajo! ¡No más ``líderes'' enriquecidos con cuotas sindicales y con ``apoyos'' financieros empresariales! ¡No más sumisión del movimiento sindical a la voluntad discrecional de registro o reconocimiento de las autoridades vinculadas a la clase patronal! ¡No más gobernadores, senadores o diputados encaramados sobre las espaldas de los trabajadores afiliados a los sindicatos! ¡No más violencia, ni más atentados, no más abusos ni más asaltos o actos de violencia, amparados en un movimiento sindical corrompido y protegido por el régimen neoliberal que hoy ``desgobierna'' a México, en beneficio del imperialismo globalizado!