Luis Javier Garrido
La maniobra

Las explosiones en instalaciones de Pemex no han sido meros accidentes, como muchos pretenden, sino elementos centrales del proceso de entrega de la más importante empresa del país a intereses del exterior.

1. La mecánica para ``privatizar'' los bienes de la Nación, es decir para entregarlos al capital extranjero (asociado con el capital salinista), supuso desde el sexenio anterior políticas muy claras para generarle apoyos a esas operaciones, de por sí poco populares, las que han implicado: a) abandonar las empresas públicas, recortándoles en particular su presupuesto de mantenimiento y, al mismo tiempo, b) una serie de campañas en los medios a fin de presentarlas como centros de ``ineficiencia'' y de ``corrupción''. Así se hizo en los casos de Telmex y de los bancos, a partir de 1990, en campañas orquestadas por Abraham Zabludovsky (socio de Raúl Salinas), que lanzaba a los usuarios contra las empresas, y así se sigue haciendo.

2. El caso de Petróleos Mexicanos, la empresa más importante de América Latina y símbolo de la soberanía nacional, no ha sido diferente. El grupo salinista, que sigue gobernando a México, entendió pronto que tenía un valor estratégico para Estados Unidos y ha aprovechado esa circunstancia para hacer de ella una empresa de valor estratégico para el propio Salinas y sus negocios, y desde luego para su proyecto político: vendiendo cara la privatización más difícil del continente (por las resistencias existentes para ella al interior del sector oficial y en otros ámbitos), y haciéndola pagar con la protección norteamericana a sus intereses.

3. Las evidencias son múltiples, y ya casi no hay dudas sobre ello: Salinas y sus amigos fueron adquiriendo las empresas privatizadas con dineros del narco, en una de las mayores operaciones de lavado de dinero que se recuerden.

4. La privatización de la petroquímica secundaria, que es un elemento central de la entrega de Pemex, ha continuado de manera implacable, en buena medida gracias al proceso de descomposición del viejo ``sistema'' autoritario, y es el mismo caso del respaldo a ésta de los altos oficiales que el de los políticos profesionales o el de los dirigentes sindicales. El PRI sigue siendo funcional al salinismo gracias a la corrupción que prevalece en sus filas, y si en septiembre los priístas aparentaron patriotismo durante su XVII Asamblea y se manifestaron contra la entrega de la industria petrolera, sus legisladores votaron en octubre las modificaciones constitucionales que abrieron una vía legal a este proceso.

5. El Ejército federal en particular, no sólo a través del voto de sus legisladores y de los discursos de sus comandantes, ha asumido una posición oficial a favor de la entrega de Pemex y en contra de la soberanía nacional.

6. El proyecto oficial es de gran perversidad, y en ese sentido la nueva explosión de depósitos de Pemex en San Juan Ixhuatepec (11 de noviembre) no tiene por qué ser vista como un caso más de la ``ineptitud'' de las autoridades, sino como un hecho clave en la campaña para desprestigiar (y privatizar) a Pemex. La política de abandonar el mantenimiento de las instalaciones no puede más que conducir a estos accidentes, y por lo mismo esta explosión, como las ocurridas en Chiapas y en Tabasco, fue también deliberada porque se crearon las condiciones para que se produjese.

7. El manejo oficial de los medios de información no hace sino comprobar esta situación, pues lejos de informar sobre lo que acontecía o de cumplir una misión social ante el desastre, la radio y la televisión se dedicaron a criticar al ``Estado-empresario'', e incluso llegaron a insinuar que se habría tratado de un sabotaje del propio sindicato.

8. Quienes han llevado al país a la mayor crisis de su historia reciente y se han hecho con ella de un enorme poder económico, siguen apostando a que no pasará nada, como lo señala Alejandro del Palacio en su libro Neoliberalismo y revolución (Triana Editores, 1996, p. 100), pero a pesar de todo las cosas no serán tan fáciles. La historia del desmantelamiento de la Nación mexicana y del enriquecimiento sin límites de un grupo delictivo aún no termina.

9. Carlos Salinas de Gortari sigue maniobrando en contra de la Nación desde sus refugios de Dublín y de Arles en la Provenza francesa a través del dócil Zedillo y de sus otros hombres de confianza, pero México ya no es el mismo, y el futuro es incierto.

10. El país está cambiando, y la propuesta alternativa de una industria petrolera en manos de la Nación se ha ido elaborando tal y como aparece en el trabajo de Cuauhtémoc Cárdenas ¡No a la venta de la petroquímica! (Grijalbo, 1994, 104 pp.), y al mismo tiempo múltiples organizaciones sociales siguen oponiéndose a la entrega de Pemex.

La resistencia de la sociedad aún no termina.