En el extranjero, frente a hombres de negocios, en la Bolsa de Valores en Buenos Aires, el presidente Ernesto Zedillo volvió a defender la llamada economía de mercado; secundado por el presidente argentino, ambos rechazaron las presiones para cambiar drásticamente el camino seguido por sus gobiernos. Zedillo descalificó, una vez más, a quienes atribuyen al modelo económico las causas de la pobreza y la desigualdad, y repitió que no hay que variar el rumbo sino perseverar en él. (Elena Gallegos, La Jornada, 13/11/96.)
¿De quién pueden proceder las presiones para que se dé un cambio drástico de camino? Zedillo y Menem defienden su política económica como si las presiones que reciben fueran externas, ajenas y contrarias a los pueblos que dicen gobernar, cuando lo que ocurre es al revés. El gobierno de Menem ya conoció el rechazo del pueblo argentino, expresado en masivas manifestaciones en la calle y con una huelga general realizada hace unas semanas. El gobierno de Zedillo no ha sabido interpretar o no quiere entender las señales que el pueblo mexicano le ha enviado.
Lo que Zedillo considera ``juicios equivocados'' son, por un lado, experiencias de una parte mayoritaria de la población mexicana, y por el otro son conclusiones de investigaciones que demuestran que, en efecto, la pobreza y la desigualdad están directamente asociadas al modelo económico. Ambas conclusiones, las empíricas y las científicas, serán expuestas en estos días en Roma, Italia, respectivamente en la contracumbre o Foro del Hambre, y en la Cumbre Mundial de la Alimentación que este 13 de noviembre inauguró Juan Pablo II.
En esta cumbre, auspiciada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), participarán representantes mexicanos del Instituto Nacional de la Nutrición (INN), con un trabajo titulado Los problemas recientes en la alimentación y nutrición de México, elaborado por Adolfo Chávez, Abelardo Avila, Miriam M. de Chávez y José A. Roldán. El estudio demuestra, entre otras calamidades, que las distorsiones que el neoliberalismo ha introducido en la economía rural de México se traducen en menor autosuficiencia alimentaria y en una distribución inequitativa de los alimentos. Asimismo, se afirma que entre 1960 y 1982 la alimentación en México mejoró y la desnutrición severa se redujo en 50 por ciento, pero en los siguientes 14 años la situación se ha estancado debido a la crisis y el programa de ajuste económico. (Lourdes E. Rudiño, El Financiero, 13/11/96.)
Fuentes del INN también han señalado que en 1995 --durante el primer año de gobierno de Zedillo--, se registró una regresión dietética al declinar agudamente en los estratos pobres el consumo de carne y de leche. Según los investigadores del INN, el cambio en las tendencias de la nutrición implica fenómenos nuevos como el del ``síndrome del sobreviviente a la desnutrición''. Se trata de niños que no mueren por carencia de nutrientes, que en apariencia son sanos, pero que tienen un ``desarrollo funcional, físico y mental'' bastante afectado, y cuyas consecuencias comenzarán a notarse en la primera década del siglo XXI con ``adultos no aptos para la competencia''. Las mismas fuentes confirman lo que en estos tiempos ya debería ser conocimiento del dominio general: la pobreza coincide con la geografía indígena.
Para hablar de la alimentación desde el punto de vista de los más pobres, una red mundial de grupos que se ocupan de asuntos del medio ambiente, derechos humanos y desarrollo, organizó el Foro del hambre, al cual fueron invitados unos 20 representantes de América Latina, incluida una persona de una comunidad de Oaxaca, estado que con frecuencia ocupa el nada honroso primer lugar en los índices de pobreza. A Roma fue ella --mujer, indígena, mexicana-- a dar su testimonio, a hablar de su experiencia, a explicar en ese Foro cómo vive: ``madre de siete hijos, lo vivo en mi propia carne, lo siento cada día en mi pueblo, en mi gente, que a veces únicamente se come pura tortilla con sal y cuando se come frijoles decimos que tenemos buena comida y como yo, un 70 por ciento de madres, de hijos en la extrema pobreza, mientras que a los ricos le sobra el dinero que hasta tiran la comida como si a otros no les hiciera falta''.
Paralelo a la Cumbre Mundial de la Alimentación, se lleva a cabo el Foro del Hambre; ambos encuentros concluirán el próximo 17 de noviembre en la ciudad de Roma, y en ambos hay representantes mexicanos que desde ámbitos muy diferentes coinciden en que el modelo económico está ampliando la desigualdad y profundizando la pobreza. Después de conocer esa realidad social, ese modelo que está produciendo generaciones de sobrevivientes seriamente afectados por la desnutrición, el presidente Zedillo ¿volverá a decir que en las políticas de su gobierno no hay que variar el rumbo sino perseverar en él?