El pasado 5 de noviembre, en la primera plana de este diario se publicó la noticia de que el ex secretario de la Defensa del presidente Ronald Reagan recién acaba de publicar el libro La próxima guerra.
Con introducción de la Dama de Hierro y de acuerdo con la nota, el libro trata sobre ``escenarios hipotéticos sobre dónde es más probable que ocurran las próximas guerras mayores durante los siguientes doce años... No son pronósticos, más bien evaluaciones de las amenazas que Estados Unidos podría enfrentar...''
En el capítulo que dedica a México, plantea que debido al asesinato del presidente mexicano el 2 de junio de 1999, y al arribo de un universitario populista, en marzo de 2003 el país cae en un caos, por lo que Estados Unidos decide iniciar la invasión a México para capturar al presidente radical e instaurar el orden. La invasión se realiza por varios medios, y al cabo de tres días el Ejército mexicano se rinde.
Llama la atención esta nota por muy diversas razones: 1) El libro se publica la víspera de las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Sabemos que en ese país el ejercicio de la fuerza militar siempre ha sido un recurso electoral muy importante. 2) También coincide con las elecciones en varias entidades de nuestro país y un año antes de los comicios federales y del Distrito Federal, los que sin duda serán definitivos para la elección del año 2000. 3) Es indudable que la crisis política que vive nuestro país no ha disminuido. 4) Los brotes guerrilleros, los secuestros y otros hechos lamentables que atentan contra el restablecimiento del orden social y económico, continúan. 5) A pesar de que los indicadores macroeconómicos nacionales indican notable mejoría, en los hogares mexicanos la realidad es muy distinta. 6) Siguen sin resolverse los magnicidios ocurridos hace varios años.
En suma, este libro está advirtiendo sobre la necesidad de que el gobierno estadunidense extreme precauciones --con lo que ello implica en términos de un mayor y más cercano ``seguimiento''-- sobre el acontecer nacional para evitar anticipadamente que se llegue a cumplir esa posibilidad que plantea el libro de Caspar Weinberger.
Además de la gravedad de lo anterior, resulta admirable la poca atención que los analistas y los medios electrónicos han dado a esa noticia. Quizás ello se debe a la poca credibilidad que muchos consideran que en principio merece. Sin embargo, recordemos que no han sido pocas las intervenciones que nuestro vecino del norte ha tenido sobre los asuntos internos de muchas naciones latinoamericanas.
Un país como el nuestro, obviamente no tiene ninguna posibilidad de defender su soberanía con el uso de las armas, sino con el de las ideas y del derecho internacional.