Recibe Augusto Monterroso la medalla Queztal de Jade Maya
Mónica Mateos Un quetzal que no vuela en libertad, muere. A veces, se convierte en jade y viaja hasta el exilio de sus compatriotas guatemaltecos, para homenajear su talento. El Quetzal de Jade Maya, que sólo ``en ocasiones especialísimas'' otorga la Asociación de Periodistas de Guatemala (APG), llegó a México para reconocer al escritor Augusto Monterroso.
Es el quinto quetzal que nace en tierra centroamericana en busca de una personalidad que, ``por su creatividad y su obra, prestigie a Guatemala''.
En 1968, cuando se creó la presea, el ave fue a París, hasta el entonces recién nombrado Premio Nobel de Literatura, Miguel Angel Asturias. Después visitó en dos ocasiones México: al ensayista Luis Cardoza y Aragón y al pintor Carlos Mérida. El cuarto trofeo se entregó en Guatemala al presidente de ese país durante 1945, Juan José Arévalo.
La joya, tallada en la ciudad de Antigua, es hecha de las entrañas jadeítas de la Sierra de las Minas --lugar donde comenzó la guerrilla de Guatemala--; tres tonos de verde conforman su pétreo plumaje y su pecho luce herido con la roja sangre del héroe indígena Tecun Uman.
La figura del ave representa para el pueblo guatemalteco la libertad y la lucha contra las prisiones; es también el símbolo que adorna su bandera.
La Asociación de Periodistas de Guatemala fue fundada el 10 de abril de 1947. Son ya 50 años ``de duras batallas contra el poder público, el fascismo, el oscurantismo y las dictaduras abiertas que no han dejado progresar al país. En Guatemala, al periodista se le paga o se le pega; la APG es líder en la lucha contra esa hegemonía'', señalaron representantes de la asociación de comunicadores. En ese sentido, ``el contar con compatriotas destacados --entre ellos dos premios Nobel, Asturias en 1967, y Rigoberta Menchú, en 1992--, compensa nuestras carencias'', explicó Víctor de León, periodista guatemalteco, en texto leído por José Luis Perdomo durante la ceremonia de entrega del trofeo la tarde del pasado jueves. Es la segunda distinción que su país le hace a Tito Monterroso (Honduras, 1921) en poco más de de un año: en 1995 fue nombrado doctor Honoris causa por la Universidad de San Carlos, de Guatemala.
En el Centro Cultural Isidro Fabela, frente al altar adornado por conchas nácar y platos de Talavera, la directora de la agencia de noticias Xerigua, Iliana Alamilla, dio un abrazo al autor de La palabra mágica, como símbolo del cariño que le tienen sus paisanos. Luego concluyó el acto y el quetzal no llegó, arribó tarde a la ciudad de México.
El narrador homenajeado, todo él de verde plumaje (chaleco y saco olivo), bromeó al escuchar el paso de los aviones: ``allí viene volando el Quetzal''.
Y cuando llegó su turno al micrófono, dejó sus gafas de lado y explicó:
``Soy un escritor de cosas breves, es una dicha para el auditorio. Pero hoy, me hubiera gustado escribir algo largo, larguísimo, lo suficiente para que los amigos que vienen volando aterricen y lleguen acá''.
Pero lo que tarde llega se disfruta más, y así lo confirmó el cuentista cuando confesó que el lenguaje claro y sintético de su narrativa se debe a un minucioso trabajo:
``Mi anhelo ha sido escribir para los periódicos, pero cuando trato de hacer un artículo de actualidad, le doy tantas vueltas y demoro tanto en resolver problemas de forma y estilo que, cuando por fin escribo, la actualidad se ha convertido en historia''.
La Asociación de Periodistas de Guatemala (APG) entrega también el trofeo Monja Blanca al artista más destacado de su país.
La premiación al escritor Augusto Monterroso forma parte de los eventos organizados con motivo de la celebración del Día del Periodista Guatemalteco, instituido en noviembre para recordar la aparición de la Gazeta de Goathemala, primer periódico de Centroamérica.