AUTOPISTA

Tocino de cielo

El otro día fuimos víctimas de una sorpresa acústica. El metro se detuvo en la estación Balderas y una voz habló con perfecto acento de Badajoz: "Enlace con la línea 1." En otras paradas se produjo el mismo portento: Etiopía, Eugenia, Zapata fueron anunciadas en plan de reconquista. En el aspecto auditivo, era como pasar por Banco de España, Goya, Serrano Los desprevenidos pasajeros pensamos en la libreta de ahorro del banco be-be-uve y en ofertas de Galerías Preciados. Acaso se tratara de una alucinación, pero de pronto oímos que la voz promovía deliciosos tocinillos de cielo, y por un momento recuperamos el paraíso español, donde los dulces son tan buenos que parecen hechos de cerdo.

Por si vivir en la ciudad de México no fuera lo bastante confuso, el Sistema de Transporte Colectivo anuncia sus estaciones como episodios de La Verbena de la Paloma. Esta columna, enemiga del patrioterismo, en modo alguno sugiere que un charro grite las indicaciones con rencor oriundo. Por lo demás, el acento de la española del subsuelo nos parece magnífico en sí mismo; entre las primeras cien virtudes que esta columna reconoce en Maribel Verdú y Victoria Abril, figura la excepcional pronunciación.

Lo que ocurre con la voz del metro es que contribuye a un extravío que empieza a ser fatal. En una ciudad donde doscientas calles se llaman Hidalgo y donde una flecha en la salida a Cuernavaca indica "Los Pinos", como si esa dirección fuera útil, no necesitamos más señales que nos desorienten.

Hay quienes afirman que el sistema de sonido fue comprado en Japón y que en realidad escuchamos a una replicante adiestrada para figurar de española.

Surge una última pregunta: la tecnología mexicana es incapaz de producir una grabación adecuada? En caso de que así sea, sugerimos que se contrate en Tokio a un imitador de Cantinflas, para que por lo menos tengamos a un replicante a la altura de nuestras circunstancias.

Rossi, condecorado

El pasado 31 de octubre, el gobierno de Venezuela impuso a Alejadro Rossi la Orden Andrés Bello. El reconocimiento a uno de los mejores narradores del idioma tiene un significado especial. Latinoamericano errabundo, Rossi dispone al menos de tres capitales en suelo americano: Buenos Aires, Caracas y México. Hasta hace algún tiempo, su pasaporte era venezolano. Después de décadas de vivir entre nosotros y de beneficiar en forma central a nuestra cultura, decidió asumir la nacionalidad de su mujer, sus hijos y la mayoría de sus amigos. Rossi nos honró con esta decisión, pero no renunció a su pasado ni a las fidelidades emocionales que lo ligan con otros países.

Venezuela juzgó estos trámites con espíritu bolivariano: el mexicano Alejandro Rossi sigue siendo de los suyos. Éste fue el mensaje amplio en la entrega de la distinción Andrés Bello.

En sus palabras de agradecimiento, el autor de Manual del distraído se refirió a los plurales empeños de Bello, de la redacción del Código Civil de Chile a su titánico estudio de la gramática, pasando por sus ensayos de corte filosófico.

Andrés Bello puede ser visto como una figura tutelar para los latinoamericanos de muchos países. Nada más apropiado que su inteligencia itinerante se asocie con la de Alejandro Rossi.

Malraux sin filtro

La persecución contra los fumadores ha llegado a una de las zonas más prestigiadas de Occidente: la filatelia francesa. Con motivo del traslado de los restos de André Malraux al Panteón de la República, el gobierno francés produjo una estampilla basada en una célebre foto que Gisèle Freund le tomó al autor de La condición humana. Sin embargo, un nuevo comité de salud pública decidió suprimir el cigarrillo en la boca del escritor.

El Malraux sin colilla ha sido cuestionado a fondo. Según parece, hay gente que más que como novelista o ministro de cultura, lo admiraba como fumador. Al igual que Camus o Bogart, Malraux pertenece a la época en que los héroes usaban gabardina y fumaban sin parar.

Héctor Manjarrez, quien desde hace mucho favorece los Delicados con filtro, nos entregó esta reproducción de la estampilla que empieza a despertar polémica.

CONFIGURACIONES

Hugo Hiriart

El viejo loco por el dibujo

    a Julio Scherer García, el ojo que piensa, dicho sea con mi asombro y gratitud.

"Desde los seis años tengo la manía de dibujar los contornos de las cosas. Por el tiempo en que tenía cincuenta ya había publicado un infinito número de dibujos, pero todo lo producido antes de los sesenta no vale la pena ni cuenta. A los setenta y cinco ya entiendo mejor la estructura de la naturaleza, de los animales, plantas, árboles, pájaros, peces e insectos. Por consecuencia a los ochenta años habré hecho más progresos. A los noventa habré penetrado al misterio de las cosas. A los cien habré alcanzando una etapa admirable, y a los 110 todo lo que haga, cada punto y cada línea, estará lleno de vida. Les pido a aquellos que alcancen ese momento que vean si cumplo mi palabra. Escrito a la edad de setenta y cinco año por mí, antes llamado Hokusai, y ahora Gawkio Rojin, esto es, el Viejo Loco por el Dibujo."

El gran maestro japonés no pudo alcanzar la edad de la entera perfección: murió en 1849 cuando tenía apenas 89 años.

La confesión de Hokusai es extraordinaria. Sabido es cuán difícil para un pintor resulta entrar en la ancianidad sin que su pintura pierda vitalidad e inventiva. Aunque hay casos notables. El Tiziano, por supuesto, muerto por la peste a los 99 años en el apogeo de su refinamiento, o Pierre Bonnard que cada día pintaba mejor y mejor, muerto a los 87 años, o, claro, Monet, con más de ochenta años pintando en telas gigantescas el estanque de su jardín. (Por la lista podríamos pensar que los más aguantadores con respecto a la edad son los grandes coloristas. Es decir, que los años van destilando la sensualidad de los colores hasta que cada tono, como dice Hokusai, está "lleno de vida".)

A quién no le gusta esta longeva vitalidad? La máquina del cuerpo puede romperse, pero no el espíritu que la habita. Hay algo noble y emocionante en el brío de ese viejo pintor, Renoir, que, inhabilitado por la artritis deformante, se hacía atar el pincel a la mano para seguir pintando.

Pero, desde luego, lo más interesante de la confesión de Hokusai es la liga entre tiempo y maestría: precisas más de cien años de ejercicio diario y obsesivo para poder alcanzar la maestría que te permita trazar cierto tipo superior de dibujos. La idea de una tan laboriosa perfección es muy japonesa, muy oriental. El gran Tanizaki tiene cuentos fascinantes con esta idea. Por ejemplo, el de un tatuador perfeccionista que graba su obra maestra, una araña, enorme, en la espalda de una muchacha a la que ha dormido. Y, claro, logra que el animal gigantesco pase de estar "lleno de vida" a estar, simple, pero verdadera y horriblemente, vivo.

Ahora, qué pasa cuando se sobrevive aun a los 110 años? El poeta Jaime Gil de Biedma, que tenía verdadero horror a envejecer, en su diario, llamado Retrato del artista en 1956, trae la siguiente entrada:

"He visto en el periódico la fotografía de un indio venezolano a quien atribuyen ciento sesenta y siete años de edad. Un monicaco siniestro con una espantosa expresión humana, parece escapado de una página de Swift. Le han llevado a Nueva York para no sé qué investigaciones geriátricas, y al llegar se quejó de lo áspero del camino, sin advertir que había venido por el aire. La idea de la muerte sigue visitándome, debe ser la melancolía del otoño."

A mí ese anciano me atrae. Su mente. Supongamos que le preguntas "si no viniste en avión, en qué viniste?", y te responde "vine en submarino". Así adviertes que el anciano, aunque esté contigo en el mismo cuarto, vive en un universo distinto, con otra geografía, otra flora y otra fauna, otros personajes. Y no es sólo que imagine cosas, lo que todos podemos hacer, sino que de plano vive en su fantasía, cosa que no podemos hacer.

Ahora imagínate que el anciano de 167 años llega un día, acompañado de un niño mudo y en silla de ruedas, a tu casa. Tocan y tú abres. El anciano, con infinita dificultad, te dice: "Quiero darte una cosa antes de morir. He olvidado muchas cosas, entre otras por qué he viajado tanto para dártela. No te imaginaba así, creía que eras mayor." El anciano te da unos papeles y se va sin responder ninguna de tus preguntas. Los papeles forman una especie de plano primorosamente dibujado en negro terciopelo y con textos en caracteres chinos trazados con tinta roja.

Jung aseguraba que uno de los arquetipos de la tribu es el viejo sabio. Alguien a quien interrogar. Tú qué harías, tú qué crees, cómo ves la cosa? Si esta figura desapareciera sentiríamos desamparo. No son frecuentes. Más que el niño prodigio, pienso, es interesante el anciano prodigio. He conocido algunos, tú no?




Naief Yehya

LA NUEVA ALFOMBRA MÁGICA

Iluminar la red

A pesar de que el tema de Internet se ha vuelto una presencia constante en todos los medios, la ignorancia y la mitificación de que es objeto está lejos de desaparecer. Un ejemplo de la desinformación en materia de ciberespacio fue la reveladora declaración del ex candidato a la presidencia estadunidense, Bob Dole, quien afirmó que los japoneses estaban dictando política económica a la administración Clinton, debido a que la página en el World Wide Wab de la Casa Blanca tenía una conexión con una página del gobierno japonés. Dole también comentó con sabiduría: "La red es un maravilloso medio de entrar al Web" (John Heilemann, Wired, nov. 1996). El ex senador de Kansas no hubiera hecho el ridículo (y quizá no habría perdido las elecciones) de haber leído La nueva alfombra mágica. Usos y mitos de Internet, la red de redes (Diana-Fundesco, 1996) de Raúl Trejo Delabre, un texto notable que no sólo explica qué es, como es, de dónde viene y para qué sirve la red, sino que también describe su influencia en la sociedad, su crecimiento, sus alcances como medio de comunicación y su impacto cultural.

Pragmatismo propositivo

En su mayor parte, la literatura que ha generado Internet se reduce a manuales técnicos (muchos de los cuales se vuelven obsoletos antes de que salga la primera reimpresión) o apasionados debates a favor o en contra de este medio que, como la legendaria alfombra mágica de Las mil y una noches, puede llevarnos a cualquier rincón del mundo con un simple click. El libro del director del semanario Etcétera es antes que nada un estudio mesurado (y no por eso desapasionado) que interviene en el acalorado debate entre tecnófilos (los optimistas-complacientes) y tecnófobos (los pesimistas-tremendistas) partiendo de datos precisos pero sin caer en la ilusión de la infalibilidad de estadísticas y censos. Adoptando una perspectiva de pragmatismo propositivo el autor trata de evaluar el uso y consecuencias de un medio tan fluido e inasible como es Internet (al que también se refiere como Super Autopista de Información o SAI) y lo que representa su aparición en diversos ámbitos de la cultura, desde el territorio de la creación artística hasta la formación de una sociedad civil.

Universo sin jerarquías

Trejo ha entendido el sentido profundo de un universo no centralizado y sin jerarquías, en donde lo personal y lo político se encuentran en un único nivel y en donde conviven y compiten por el interés de los cibernautas los grupos de deathmetal (a propósito: se busca la página del grupo de performance Semefo), gobiernos, solteronas aficionadas a los asesinos seriales, megacorporaciones, fanáticos de Viaje a las estrellas, clubes de coleccionistas de historietas, corredores de bolsa y todos los hackers del mundo que no están en la cárcel. La nueva alfombra funciona de manera semejante a la red, ya que lleva al lector de un argumento a otro, como si saltáramos de una página del www a otra a través de los eslabones (links) que las conectan. Trejo explora la diversidad de un medio que "no es únicamente recurso de apoyo, sino una nueva forma de quehacer cultural en sí misma"; así va de las reflexiones en torno a la ontología de los cosmpolitas impasibles que recorren la aldea global sin mover más que el mouse, a las reglas de etiqueta en línea y de ahí a las conquistas eróticas de ciertos entusiastas del cibersexo, entre muchos otros temas.

Destronando la panacea

Uno de los principales mitos que Trejo trata de demoler es aquella utopía de que la red unirá a los hombres del futuro. Sin menospreciar la importancia de experiencias políticas como la de Sarajevo vivo, Sarajevo en línea, la aventura cibernética del neozapatismo o las campañas de información y concientización llevadas a cabo por los estudiantes chinos, es fundamental aceptar que la red no será la llave para ingresar a un universo de entendimiento universal y paz mundial. La sociedad de la información de la era del ciberespacio está tan profundamente dividida como cualquier sociedad del pasado. Pero como escribe Trejo: "La información no va a contribuir per se a resolver los problemas del mundo actual, pero es parte de la solución. La información no basta por sí sola para aliviar nuestras carencias. Pero sin ella no avanzaremos en los remedios necesarios".

Johnny Cyberpunk

Finalmente, una única corrección a La alfombra mágica: el cuento de William Gibson que dio origen al filme Johnny Mnemonic, El fugitivo del futuro (Robert Longo, 1995) fue precisamente "Johnny Mnemonic", incluido en la colección de relatos Burning Chrome (Ace Books) y no "Cyberpunk", título de un cuento de Bruce Bethke de 1993, que el crítico y editor Gardner Dozois empleó para referirse a la novedosa corriente de ciencia ficción de los ochenta que podía ser representada por la prosa de Gibson.

¤ Naief Yehya ¤ [email protected]